Ser yo mientras somos nosotros
Cuando de amor y relaciones se trata, las mujeres nos enfrentamos a un sutil desafío: mantener nuestra identidad. Esto es un reto ya que nos rodeamos de expectativas, propias y de otros, que llegan a limitar nuestra expresión personal.
La relación de pareja, si bien es una fuente de apoyo y felicidad; y donde el amor es un lugar seguro para el crecimiento personal y mutuo, también puede llegar a ser ese lugar donde como mujeres nos perdemos. Nos encontramos ante una encrucijada: encontrar el balance entre nuestras necesidades y deseos, y las expectativas y necesidades de la relación. ¿Se puede mantener nuestra esencia, personalidad y gustos propios?
Primero es importante comprender que mantener la identidad en una relación no es un acto egoísta; hacerlo es esencial para nuestra salud emocional y la salud de la relación pero implica un delicado acto de equilibrio. Requiere comunicación, apoyo a las metas personales, tiempo y espacio para uno mismo, y un equilibrio entre autonomía y unidad. En este equilibrio radica la belleza de una relación: dos individuos completos, compartiendo sus vidas sin perderse en el proceso.
Segundo, el autoconocimiento es importante para lograr ese objetivo. Tenemos que conocer quiénes somos, qué nos apasiona, qué nos define. Estos son los pilares de nuestra individualidad y deben ser respetados y nutridos, por nosotras mismas y por nuestra pareja. Esto requiere que haya un espacio para que cada uno pueda dedicar tiempo a sus metas, sueños y, a continuar cultivando los intereses individuales.
La comunicación efectiva es clave en este proceso. Es importante expresar abierta y honestamente nuestras necesidades, límites y expectativas. Así se establece un terreno común donde ambos pueden crecer sin sofocarse. Esto no es simplemente hablar, se trata de una comunicación que busca comprensión y respeto mutuo. Tener la habilidad de escuchar y valorar las perspectivas de nuestra pareja, creando un ambiente donde ambos se sienten cómodos expresando sus opiniones y sentimientos sin temor a ser juzgados o rechazados.
Otro aspecto es el apoyo mutuo en la búsqueda de metas personales. Esto no significa que deben compartir todas sus metas, pero sí apoyarse mutuamente en la persecución de estas. Este apoyo mutuo fortalece la relación, y le permite a cada uno crecer individualmente. Sumémosle la red de apoyo independiente. Las amistades y relaciones fuera de la pareja no solo enriquecen nuestra vida, también nos proporcionan perspectivas y experiencias diversas que nutren nuestra identidad.
Finalmente, es importante tener tiempo y espacio para uno mismo. La autonomía en una relación es saludable y necesaria. Pasar tiempo a solas fuera de la relación es crucial para mantener una perspectiva clara de quiénes somos como individuos. A este punto es clave añadirle el establecer límites saludables. Estos límites no son barreras para el amor, sino más bien demarcaciones que protegen nuestra individualidad. Saber decir "no" es tan importante como saber comprometerse.
Recordemos que las relaciones deben basarse en el respeto mutuo y la admiración por lo que cada uno es, y no por lo que quiero que el otro sea. Preservar nuestra identidad en una relación es un acto de amor propio, y un acto de amor hacia nuestra pareja. Al fin y al cabo, ¿no es acaso el amor verdadero aquel que nos acepta tal y como somos, celebrando nuestra singularidad en vez de reprimirla?
Destacado: “las relaciones deben basarse en el respeto mutuo y la admiración por lo que cada uno es, y no por lo que quiero que el otro sea”.