¿Quién es Sarah Gilbert? La científica que lidera la vacuna contra el Covid - 19
2020/08/0604:57H.
Cuando la revista The Lancet dio a conocer a comienzos de semana que las pruebas realizadas por un equipo conjunto de la Universidad de Oxford mostraron que la vacuna contra el coronavirus es segura y tiene la capacidad de generar una respuesta positiva en el sistema inmune, todos los ojos se dirigieron hacia Sarah Gilbert, la vacunóloga británica que dirige la investigación.
Luego de pasar años trabajando en el más puro anonimato, siendo solo conocida en los círculos científicos, ahora su rostro aparece en publicaciones de la prensa mundial, como una suerte de celebridad, aunque ella se lo toma con humildad y considera su labor como un trabajo colaborativo en medio de una pandemia. “Lo que nosotros podemos hacer es fabricar una vacuna, así que eso es lo que estamos haciendo”, dijo en abril pasado, en una entrevista con el diario The Times. “Algunas personas pueden hacer lo mejor si se quedan en casa y no salen a juntarse con sus amigos. Algunas personas pueden ayudar a sus vecinos con las compras y dejarlas en la puerta de sus casas”, agregó.
Gilbert y su equipo se encuentran en el “primer lugar” en la carrera por conseguir una vacuna contra el coronavirus. Hasta ahora ha sido probada en 1.077 personas y provocó una respuesta de anticuerpos dentro de 28 días y una respuesta de células o linfocitos T dentro de 14 días. La Universidad de Oxford tiene una alianza con la farmacéutica AstraZeneca, que se comprometió a la producción de dos mil millones de dosis, con distribución mundial y a precio de costo (2,5 euros la unidad).
Sarah Gilbert, de 58 años, se especializa en el desarrollo de vacunas contra la influenza y los patógenos virales. Sin embargo, según ella, esta nueva carrera se trata de la humanidad. “El primer desafío que tuvimos para desarrollar la vacuna por el coronavirus fue el financiamiento, porque teníamos poco dinero y el proyecto creció y necesitábamos más dinero”, dijo Gilbert en un conversatorio organizado por la Universidad de Oxford en junio. “La preocupación ahora es que estamos haciendo esto con mucho menos tiempo con el que trabajamos normalmente. Estamos haciendo todo en paralelo. Nada de esto es nuevo para nosotros, solo que ahora hacemos varias cosas al mismo tiempo”, añadió. Así, por ejemplo, en febrero testeaban con ratones y al mismo tiempo hacían las postulaciones para realizar pruebas en humanos, además de hablar con los fabricantes.
La vacuna en la que trabaja Gilbert es la primera en entrar en la fase 3 y más de 10 mil voluntarios en Brasil y Sudáfrica ya han recibido dosis. Entre estos “conejillos de Indias” se encuentran sus trillizos de 21 años, estudiantes de bioquímica que en abril ingresaron al proyecto. “Realmente no lo discutimos en familia, no pasaba mucho tiempo en la casa por ese entonces”, dijo en una entrevista con la revista de la agencia Bloomberg. Y advirtió que no estaba preocupada por los efectos que esto podría producir en sus hijos. “Sabemos los efectos adversos, pero sabemos también la dosis que hay que usar, porque hemos hecho esto antes tantas veces”, explicó. “Obviamente, estamos haciendo una prueba segura, no estamos preocupados”, sostuvo.
Gilbert está optimista con el trabajo, de hecho, cuando un grupo de parlamentarios británicos le preguntó si era posible tener una vacuna antes del invierno (boreal) ella respondió: “Espero que podamos mejorar ese cronograma e ir a su rescate”.
Los buenos resultados del equipo de Gilbert no son sorpresivos, porque llevan muchísimos años trabajando con vacunas. Es más, cuando ocurrió el brote de ébola, el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, al que ella pertenece, lideró los primeros ensayos de la vacuna contra ese virus, y la OMS la designó para elaborar un plan para responder rápidamente a la “Enfermedad X” -que se refiere a un desconocido, pero inevitable patógeno- con el fin de que se pudieran tomar las acciones necesarias de forma rápida en el futuro. Y el Covid-19 es justamente ese patógeno por el que se estaban preparando, por lo que Gilbert se encontraba lista.
Así, cuando recién se enteró de esta enfermedad respiratoria con origen en Wuhan durante el Año Nuevo, Gilbert no sabía cuán rápido se iba a propagar el nuevo virus. “No sabíamos lo que era al comienzo. Conversaba con mis colegas sobre que apenas se diera a conocer la secuencia haríamos algo: lo probaríamos en ratones y mostraríamos lo que podíamos hacer”, explicó.
Cuando los científicos chinos publicaron la secuencia genética del Covid-19 el 10 de enero pasado, Sarah y su equipo se pusieron inmediatamente a trabajar en el coronavirus. Desde esa fecha, al igual que muchos en su equipo, la científica se despierta a las 4.00 para luego tener una extensa jornada desarrollando la vacuna. “Me despierto con muchas preguntas en mi cabeza”, contó a Bloomberg. Luego trabaja algunas horas desde su casa para después irse en bicicleta hacia el instituto, donde se queda hasta bien entrada la noche. Su equipo, que en enero constaba de unas pocas personas, ahora llega a alrededor de 250.