“Ni miedos, ni certezas”: joven ecuatoriana alcanza la cumbre del Chimborazo sin experiencia en montañismo
Era difícil pero no imposible. La cumbre del Chimborazo llamó a Camila Villacis de forma espontánea a través de una voz amiga que emprendería un viaje hacia el gigante. Sin experiencia en montañismo, la joven de 24 años se aventuró a lo desconocido, atraída por una de sus más grandes pasiones: la altura.
Cuatro años atrás, Villacís, oriunda de Quito, retomó la escalada deportiva luego de casi 11 años sin practicarla. Su primer acercamiento a este deporte fue a los 9, pero sintió que la competencia en aquel entorno no se integraba a sus intereses, así que se encaminó hacia el atletismo, actividad que la volvió acreedora de una beca para iniciar sus estudios universitarios en Estados Unidos.
Fascinada por la mente de los humanos, la psicología se posicionó como su carrera predilecta, y luego de dos años de educación en los que adquirió una certificación en la materia, regresó a Ecuador con el objetivo de convertirse en licenciada, para lo cual estudió otros dos años en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
Ya en su tierra, Camila se reencontró con el deporte que abandonó durante la infancia, cual si su camino retornara a un punto inconcluso de su vida, y es que en algún momento, la energía de su cuerpo se vio seducida por la danza aérea, por lo cual aprendió la técnica, y se acreditó como instructora de esta actividad.
En un afán por compartir aquellos conocimientos, empezó a dar clases dentro de un espacio que, entre los deportes que acogía, se encontraba la escalada. Fue entonces cuando divisó un mundo distinto al que le provocó recelo en el pasado, sin rivalidades ni adversarios, y decidió reconciliarse con los muros.
Aunque se volvió escaladora profesional, nada la había preparado para enfrentarse a los 6, 263 metros de altura que posee el Chimborazo. Jamás se había aproximado al montañismo, y su destreza trepando rocas no se acercaban a los retos de caminar sobre el hielo del volcán.
La oportunidad de enfrentar una nueva experiencia llegó mediante la invitación de un amigo, Nicolás Navarrete, un guía de montaña que se encontraba a punto de iniciar una nueva travesía hacia el nevado. Aunque Villacís sabía que no contaba con la experiencia y aclimatación de un alpinista, su historial deportivo, motivación de Navarrete resonaron en su cabeza como una innegable señal para intentar llegar a la cumbre.
Al viaje se sumó Pablo Moreta, quien también se desempeña como guía profesional, y junto a Nicolás, alumbraron el camino de Camila en medio de un reto totalmente nuevo.
“Una vez ahí pensé: ‘soy muy pequeña’. Vino a mi un sentimiento ansioso por lo desconocido”, recordó la joven sobre sus primeras reflexiones al encontrarse con el Chimborazo.
El ascenso inició y junto a sus guías, llegó hasta el primer campo alto que, por las horas siguientes, se convertiría en su lugar de descanso. Fue ahí que los mareos, náuseas, y una fuerte presión en la cabeza, producto de la altura, le dieron la bienvenida a una larga travesía hasta el punto más cercano al sol.
Nueve años atrás, la joven había decidido que las píldoras no volverían a ser la cura para sus males, y entregó cualquier tipo de patología a la medicina natural. Ahora, a punto de escalar un volcán, las reacciones de su cuerpo la colocaron al centro de una encrucijada en la que debía decidir si sujetarse a sus convicciones, o atender las dolencias de su cuerpo con pastillas que Moreta y Navarrete guardaban en caso de verse afectados por la altura.
Aunque en un principio intentó canalizar los síntomas a través de la meditación y la paciencia, el malestar fue tan grande que decidió, por primera vez luego de casi una década, tomar el medicamento, en busca de equilibrar el sistema de su cuerpo.
Camila no solo es psicóloga, escaladora profesional, e instructora de danza aérea, sino que también obtuvo una certificación en alimentación a base de plantas por la Cornell University, dieta que aplica en la cotidianeidad desde hace varios años, motivo por el cual la ingesta del comprimido resultaba un dilema severo.
“Pedí que me dieran todos los consejos posibles para lograr subir, y uno de ellos fue: ‘cuando estés ahí piensa en ir un paso a la vez’. Tener aquello presente me permitió estar tranquila mientras ascendía”, mencionó.
Mientras escalaba, Camila reflexionó sobre su estado físico, y decidió que escucharía las necesidades de su cuerpo dejando de lado la posibilidad de visitar Whymper, la cumbre máxima de la montaña. “No me obligué. Me prometí que, si sentía que ya no podía, y que el proceso se estaba convirtiendo en un maltrato para mí, daría la vuelta sin pensarlo dos veces”, afirmó. El trayecto fue duro, pero la motivación infundida por Nicolás y Pablo evitaron que desistiera de la cima.
Luego de varias horas caminando sobre la sábana blanca que cubre una parte del Chimborazo, Villacis alcanzó la cumbre, sin saber de montañismo, sin una preparación previa, y sin expectativas de tener éxito. “Un componente super importante — para subir — fue no saber en lo absoluto a lo que me enfrentaba. Era algo completamente nuevo para mí. Pero ignorar el tema hizo que no tenga ni miedos, ni certezas”, mencionó.
Aunque el suceso ocurrió en octubre de 2021, Camila decidió compartir su historia por primera vez en redes sociales en marzo de 2022, con el objetivo de incentivar a que más mujeres escalen el volcán, y experimenten la belleza y majestuosidad de la montaña más alta en nuestro territorio.
“Me habría gustado leer de una persona que hizo algo así. Es por ello que quiero inspirar y motivar con este logro”, afirmó Villacís.