El precio de la autoconfianza: ¿eres suficiente?

Vistazo

Cuando a María le ofrecieron un puesto de asistente de gerencia su reacción fue de inmediato nerviosismo. "¿Gerencia? Imposible", pensó, "me pondré muy nerviosa con gente de ese nivel". Decidió no aceptar el trabajo, pensando que necesitaba más experiencia. María había sido una líder en la universidad, siempre organizando y asegurándose de que todos cumplieran. A pesar de su éxito académico, dudaba de si estaba lista para el mundo ejecutivo.

Después de rechazar la oferta, María reflexionó y se dio cuenta de que había caído en lo que muchas llaman "síndrome del impostor". Dudaba tanto de sí misma que no valoraba sus propias capacidades. "Mi familia también pensaba que necesitaba más experiencia", dijo. Pero este pensamiento es parte de un problema más grande.

Ruchika Tulshyan y Jodi-Ann Burey, dos autoras que exploraron este tema, explican que etiquetar estos sentimientos como "síndrome" ignora las verdaderas causas: las barreras comunes a culturas patriarcales y machistas. Un ejemplo es cómo en diferentes culturas se escuchan comentarios como "qué haces fuera de la cocina" o cuando dos hermanas tienen que lavar la ropa de sus nueve hermanos. También se oyen afirmaciones como "los hombres son de la calle y las mujeres de la casa", esto limita gravemente las oportunidades de las mujeres y refuerza la idea de que, aunque competentes, no somos suficientes.

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Cuando una mujer llega a casa emocionada por un ascenso, no es poco común que se enfrente a comentarios de su esposo diciendo, "¿Qué le habrás hecho al jefe para que te asciendan?" O su suegra comentando:"ahora con este nuevo cargo, vas a descuidar a tu marido". Estos prejuicios limitan gravemente las oportunidades de las mujeres y refuerzan la idea de que, aunque competentes, no son suficientes. Otro caso doloroso fue el de una joven con lágrimas en los ojos que compartió cómo nunca pudo seguir su sueño de ser policía porque su padre le dijo enfáticamente que "esa es una profesión para mujeres de vida alegre".

Algunas mujeres con potencial de líderes en sus trabajos a menudo sienten la necesidad de reprimir su estilo de liderazgo decisivo y determinante por miedo a ser vistas como amenazas en entornos dominados por hombres, llevándolas a minimizar su propia luz y capacidad de liderazgo.

No se trata de estar completamente listas desde el inicio; se trata de crecer y aprender en el proceso. La confianza se construye enfrentando nuevos desafíos. Imagina que en tu primer día en un nuevo trabajo te sientes perdida, pero hacia el día veinte ya te sientes más cómoda y comienzas a ganar confianza.

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Estrategias para superar estos desafíos:

Identifica pensamientos negativos: Reconoce pensamientos como "no puedo", "no sé cómo hacerlo", o "si me equivoco, me despedirán". Estos son pensamientos negativos y fatalistas que te limitan.

Repite frases que afirmen tu capacidad: "Si no sé, aprenderé" o "Me encanta probar cosas nuevas, soy organizada y responsable. Tengo la habilidad de aprender rápido".

Valora tus éxitos pasados: Piensa en momentos en los que has logrado objetivos con éxito, no por suerte, sino por tu esfuerzo y habilidades.

El mundo ha cambiado: Recuerda, el mundo necesita de tus características para complementarse y no tener solo una visión patriarcal y autoritaria.

Evita el perfeccionismo: Pide ayuda y reconoce que el objetivo es mejorar continuamente, no ser perfecta.

Registra tus logros: Eres la responsable de tu propia confianza y no debes dejarla en manos de otros.

Rodéate de personas que valoran tu potencial: Busca apoyo en aquellos que reconocen y valoran tus capacidades.

Encara al miedo con valentía: Enfrenta tu miedo, la confianza se construye, no se nace con ella.

Para progresar es necesario enfrentar tus temores y romper con las creencias que te limitan, mostrando tu verdadero potencial y reafirmando que eres capaz.