Infancia en tiempos de violencia ¿Cómo superar el trauma?
Tan solo tiene 10 años y ya se esconde cada vez que escucha fuegos artificiales, porque en el sector donde ella vive, ese es el anuncio de que empezarán las balas. Acaba de perder a su padre por un robo de moto, y dos de sus tíos, por parte de mamá, también fallecieron por la violencia. Esta es la realidad de María (nombre protegido), quien ya hace algunos años quedó a cargo de su abuela paterna, pues en casa de su mamá la vida era mucho más difícil.
Su abuela Julia, de 51 años, quien también tiene a cargo a su hija menor de un año tres meses, se admira de la fortaleza que su pequeña nieta ha desarrollado. Nos cuenta que la niña aprendió a esconderse de las balas de las pandillas porque en la zona donde vivía con su mamá era el pan de cada día.
Niños ecuatorianos en crisis
Según indica la Dra. Marta Santarén Rosell, Directora Académica del Máster Universitario Intervención en Niños y Adolescentes de la UNIR: “La violencia no es democrática. Siempre vemos cómo hay esferas que están más castigadas que otras...”, y esto es una realidad que se vive en Ecuador, sobre todo actualmente que el mismo gobierno tuvo que declarar una guerra interna, pues la violencia de bandas delictivas y crimen organizado se ha tomado el país.
Datos del Ministerio del Interior del Ecuador indican que este grupo se ha visto afectado, las cifras muestran que al menos 770 homicidios de niños, niñas y adolescentes fueron registrados en el país en el 2023, un aumento drástico del 640% con respecto a los 104 casos en el 2019. En muchos de ellos las balas perdidas fueron la causa.
Alivia el impacto psicológico
Para la doctora Marta, quien investiga traumas en la infancia, el hecho de que un niño tenga que correr a esconderse es una muestra del choque emocional que viven los menores expuestos a la “guerra”. “Yo creo que, además de la violencia, tiene una repercusión muy importante en todo lo que tiene que ver con la irrupción de la rutina. En cuanto a pautas de crianza, los niños se benefician bastante de entornos que sean predecibles para ellos...”, explica esta experta.
Y ante la pregunta de: ¿Cómo explicarles a los niños sobre estos temas de violencia y guerra? Ella nos dice que se debe tener un diálogo intencional en estas situaciones, y detalla los siguientes pasos a seguir:
1. En lo posible, mostrar tranquilidad y reconocer si eres la persona adecuada, en cuanto a grado de afectación emocional, para hablar del tema. 2. Preguntarles y conocer qué idea tienen sobre lo que está pasando. 3. Construir un discurso veraz y orientado a la esperanza. 4. Preguntarles qué otra cosa quisieran saber. 5. Culminar agradeciéndoles por su capacidad de adaptarse a los cambios.
Para potenciar la calidad de estos diálogos, el terapeuta ocupacional, Carlos Ross Santana, recomienda acomodarlos en un lugar tranquilo y confortable, decirles que van a conversar sobre un tema muy serio y que necesitan toda su atención. Luego, mostrar las nuevas reglas dadas por las autoridades y qué significan (estado de excepción, toque de queda, etc.), y dar las razones por las que se tomaron y cuáles son las consecuencias si no se las siguen.
Por su parte, la doctora Marta puntualiza que las conversaciones deben darse según la edad de los menores.
Mensajes de acuerdo a la edad
Menores de 3 años: son muy buenos decodificadores de las emociones, por lo que nuestro discurso debe ser corto, concreto y coherente con nuestra actitud y estados de ánimo.
Entre 3 a 6 años: respuestas cortas pero que, sobretodo, atiendan el pensamiento devengante, ya que en esta edad tienden a pensar que lo que ocurre a su alrededor es por un mal comportamiento de ellos.
Entre 7 a 11 años: dependiendo de la madurez, se pueden permitir conversaciones en las que queden al descubierto nuestras propias emociones. De modo que sepan que están sintiendo lo mismo que su madre o padre, y así validar reacciones y brindarles confianza.
A partir de 12 años: en vista de que ya no podemos protegerlos las 24 horas del día, es necesario intercambiar opiniones con ellos y preguntarles por posibles soluciones, que puedan aplicarse si llega a existir una emergencia.
“Lo que también recomendaría es fomentar la cultura de la ayuda mutua. Preguntar qué podemos hacer por quienes han perdido algún familiar o necesitan ayuda. De esa manera, estamos sembrando esa semilla de solidaridad y amor en contextos de violencia”, explica la experta.
Reconocer los síntomas del trauma
Regresando un poco a la historia de María, su abuelita Julia nos comenta que ella suele llorar en soledad, se inventa canciones para su papá, y tras llevarla a una consulta psicológica, la especialista le comentó que se trata de una niña con mucha resiliencia. Pero, ¿qué nos puede alertar sobre la existencia de un trauma?
En su investigación sobre traumas en la infancia, Marta nos indica que se debe tener en cuenta tres parámetros de alerta, que son: frecuencia, intensidad y duración.
Evaluar el llanto, es decir, cuántas veces al día el niño llora sin necesidad de un estímulo que lo provoque.
Agitación o estado de alarma permanente, que se identifica cuando les proponemos un tiempo de juego o canciones y vemos que hay agitación e inquietud motora muy evidente y continua.
Expresión de miedo, aislamiento, y falta de comunicación, así como el no recibir bien un gesto de cariño de alguien cercano.
Pesadillas por más de tres noches a la semana, que se pueden dar una vez transcurrido el hecho violento.
Estado de ausencia, es decir, si se lo llama por el nombre repetidas ocasiones y no reacciona, incluso estando al frente de él, es un signo de desconexión con el ambiente que lo rodea.
Tristeza y verbalización de desesperanza.
Sentimiento de culpa, ya que el pensamiento infantil es muy egocéntrico, el niño siempre tiende a pensar que si algo malo ocurre es porque se han portado mal.
Síntomas físicos, como dolor de estómago, de cabeza, dolores musculares por experimentar mucha tensión.
Conductas de regresión, como en el caso de niños que ya controlaban perfectamente los esfínteres, pero han vuelto a orinarse la cama por las noches en repetidas ocasiones.
¿Cómo ayudarlos?
La experta aconseja que si existen síntomas de trauma, el escenario ideal es que puedan tener apoyo psicológico, pero también está consciente de que no todas las familias tienen acceso o posibilidades económicas para obtener ayuda profesional. Por lo que aconseja lo siguiente:
- Que el adulto de referencia para el niño se mire al espejo y guarde un tiempo de calidad al autocuidado, preguntándose “¿Cómo estoy yo? ¿Qué le puedo transmitir a mis hijos? Validar mis emociones y tener un contacto con ellas para luego acercarme a los menores de mi hogar.
- Establecer nuevas rutinas que les puedan brindar estabilidad y orden mental.
-Ser un modelo para ellos. Si yo quiero que mis hijos crean en un mundo mejor, en la bondad, compañerismo, solidaridad, yo debo primero serlo y hacerlos partícipes a ello.
En momentos de crisis, las familias pueden optar por dos tipos de pautas educacionales: una muy sobreprotectora que no fomenta la autonomía del niño y puede ser perjudicial para su desarrollo, y otra de mucho autoritarismo. Por eso, se debe manejar un lenguaje y una mirada muy amable primero para nosotros mismos y también para los menores, señala la experta.
Salud emocional en escuelas
A educadores, la psicóloga clínica, Nicole Guatibonza, quien trabaja en una institución educativa advierte que es importante observar signos de alarma para identificar el estado emocional de los estudiantes. Y con la ayuda de dinámicas grupales, donde se incluyan a niños y niñas, abordar lo que los padres han explicado de la situación y no informar más de lo dicho hasta entonces por ellos.