Maternidad: toda una revolución
Son múltiples los cambios en el sistema corporal femenino cuando alberga una nueva vida, que le demandará distintas respuestas en este proceso. Es bueno que te informes y conozcas sobre estos cambios para que, consciente de ellos, puedas incorporarlos y manejarlos de la mejor manera.
Para informarnos sobre este tema conversamos con la ginecóloga obstetra Wendy Encalada, quien además de profesional, es mamá de cuatro hijos, de 7, 4, 2 años y el último de apenas 3 meses, en el sentido pleno, toda un experta en la materia.
Más y mejores calorías
A juicio de la entrevistada, el primer gran cambio se da en el requerimiento calórico que debe aumentar para manejar el crecimiento fetal y que se formen los depósitos de grasa corporales, que son necesarios en esta etapa. Debe existir control de la alimentación para tener calorías que vengan de nutrientes y no calorías vacías, que pueden producir aumento de peso innecesario. Es recomendado no excederse de las 25 a 35 libras, más allá de eso puede traer complicaciones en el embarazo.
El baile de las hormonas
En el sistema endócrino, la Gonadotropina coriónica (HCG) es la primera hormona que se libera y actúa como señal para indicar que se ha producido el embarazo y que se debe mantener la producción de progesterona, que es la principal hormona en la gestación, es la encargada de que se den muchos de los cambios en los sistemas musculoesquelético, reproductivo, cardiovascular, respiratorio, nervioso, urinario, gastrointestinal, inmune, y piel. También aumentan otras hormonas como los estrógenos, la relaxina (aumenta 10 veces su valor normal), oxitocina, prolactina, entre otras.
¿Qué pasa con los huesos y los músculos?
En el sistema musculoesquelético se producen cambios en el eje central (columna y pelvis), con ajustes posturales para adaptarse al aumento de peso y mantener el equilibrio por el crecimiento del vientre materno y mamas. La ginecóloga nos explica: “Hay un cambio del centro de gravedad, en las articulaciones existe mayor laxitud en los ligamentos que diminuye la estabilidad articular, esto favorece cambios a nivel de las costillas y caderas. La relaxina causa la relajación de ligamentos pélvicos”.
En lo muscular hay elongación de musculatura principalmente abdominal y pélvica, con el objetivo de dar espacio al útero en su crecimiento. Estos cambios pueden producir dolor de espalda baja o cadera en el 70% de los embarazos, principalmente en el tercer trimestre.
El protagonismo del útero
En el aparato reproductor, el útero aumenta cinco veces su tamaño hasta las 38 semanas, con el consecuente incremento de irrigación sanguínea. “A nivel del cuello uterino hay aumento de las glándulas mucosas que producen el tapón mucoso que sella el útero y lo protege de infecciones. Durante el parto, el cuello sufre borramiento y dilatación por efecto hormonal de la oxitocina, prostaglandinas y relaxina”, indicó la Dra. Encalada, agregando que en el caso de la vagina, se incrementa el espesor de su musculatura y se vuelve más elástica para favorecer su dilatación durante el parto.
Corazón y respiración
En el sistema cardiovascular existe un importante aumento del volumen de sangre, frecuencia cardiaca y dilatación de los vasos sanguíneos. Esto puede producir en la embarazada palpitaciones, mareos y disminución a la tolerancia de ejercicios.
En cuanto a la respiración, hay modificaciones en la zona de las costillas: “las costillas adquieren una posición más horizontal y el diafragma se eleva aumentando así la circunferencia torácica, pero originándose una menor distensibilidad pulmonar y un mayor consumo de oxígeno, por esto la dificultad respiratoria y la hiperventilación durante el embarazo, dados por la mayor frecuencia respiratoria”, agregó la especialista.
Sistema nervioso y renal
Pasando ahora por el sistema nervioso es bueno que sepas que pueden existir compresiones de algunos nervios por retención de líquido o por modificaciones óseas y musculares, que ocasionan dolores y adormecimiento de extremidades. Debe incluirse también la sensiblidad emocional, la carga de ansiedad y hasta de dificultades para dormir propias del embarazo.
En la parte renal, se da un aumento de tamaño de los riñones y uréteres debido al incremento del volumen sanguíneo y la retención de sodio. Esto ocasiona edemas o hinchazones en piernas y tobillos y retención de líquidos.
El aumento de frecuencia urinaria se debe al mayor filtrado que tienen que hacer los riñoness, para procesar la sangre y eliminar los excesos, desechos y líquidos. En el tercer trimestre, cuando el feto se encaja, y se da cierta debilidad muscular en pelvis se puede producir incontinencia urinaria.
En el estómago
Debido a la acción de la progesterona, a nivel gastrointestinal se producen algunos cambios: “Es factible que se produzca una relajación de la musculatura lisa de los órganos, lo que ocasiona una lentitud gastrointestinal y disminución del tono del esfínter esofágico. Esto produce náuseas, vomitos, reflujo, gases y estreñimiento. En el tercer trimestre junto al desplazamiento de los órganos que se da por el crecimiento uterino se pueden acentuar estos síntomas”, confirmó la ginecóloga.
Otros cambios
El embarazo es un periodo de inmunosupresión para tolerar al feto desde el sistema inmunitario de la madre. Esto provoca que la gestante sea más vulnerable y pueda contraer infecciones y de reactivación de virus en fases latentes (dormidos) como influenza, herpes, HPV.
En la piel puede presentarse un aumento de la pigmentación y de ahí viene el oscurecimeinto de las areolas, la vulva, la línea oscura en el abdomen y las manchas en el rostro. También pueden aparecer las estrías, debido cambios en la estructura de las fibras elásticas de la piel y del colágeno.
Usualmente al cuerpo de la mujer le toma entre 6 y 12 meses regresar por completo al estado previo al embarazo y esto dependerá de los buenos hábitos de alimentación y ejercicio, así como la duración de la lactancia, que favorece este proceso.