El cerebro: clave desde la infancia
Cynthia Cevallos es psicóloga y psicoterapeuta humanista especializada en neurociencias. La profesional explica un hecho que quizá la mayoría de nosotros intuimos, y es que todas las conductas y acciones tienen raíz en el cerebro, “Aquí nacen el comportamiento, la memoria, las emociones...”. Es debido a esta razón que enuncia que, “Enamorarse del cerebro de nuestros hijos es la garantía de que crezcan seguros y sólidos, es esta la mejor herramienta que tenemos los padres para fomentar su amor propio y autoestima”. Ella se sintió atraída por el estudio de la neuropsicología porque es una rama de la neurociencia que estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta tanto en sujetos sanos como en los que han sufrido algún tipo de daño cerebral.
Cynthia nos explica más sobre el funcionamiento, causas y consecuencias de esta cercana relación desde nuestra infancia.
¿Cómo explicas el desarrollo del cerebro en un recién nacido?
Cuando un bebé llega al mundo tiene 85 mil millones de neuronas, pero tiene muy poquitas conexiones, es decir, partes del cerebro no están interconectadas. Es completamente inmaduro e indefenso, sin embargo, los pequeños sí nacen con conexiones desarrolladas que les permiten tener necesidades primarias de sobrevivencia como: comer, dormir o comunicarse mediante el llanto, entre otras. Mientras que las estructuras especializadas en otras funciones se irán conectando según cada etapa y edad, a este proceso se lo conoce como neurodesarrollo.
¿Cómo influyen los padres para cuidar el cerebro de sus hijos?
El cerebro se desarrolla en comunicación con otro cerebro, es un órgano social. Todo lo que hagamos los padres con y por estos niños va dejando un rastro, se forman redes neuronales para todo, esa es la huella visible que permanece. Los principales ingredientes que tenemos son el amor y los buenos tratos. Los traumas, por otro lado, son las heridas emocionales que también se conectan en una red neuronal. Los 3 primeros años de vida son críticos y hasta los 8 años habremos dejado la huella de la autoestima instaurada en una estructura llamada giro del cíngulo, y no es hasta los 25 años en las mujeres y 28 años en los hombres que se terminará de formar el lóbulo frontal, que es el área especializada en la toma de decisiones, es el “director de orquesta”.
Los cuidados diarios que damos a nuestros hijos, como asistirlos en el baño, preocuparnos por su aspecto, la ropa que usarán son únicamente aspectos físicos. Cuidar el cerebro es cuidar de su salud mental y emocional. Existen formas preventivas que evitarán problemas psicológicos y trastornos mentales en el futuro.
Algunas herramientas de protección
- El amor, los buenos tratos y la crianza respetuosa son básicos para formar una arquitectura cerebral saludable. La forma en la que nos amaron nuestros padres es la base de nuestro amor propio y autoestima, son el “super poder” que nos otorgan para enfrentarnos a la vida. Además, que de esa misma forma nosotros vamos a amar a los demás, lo que será el fundamento de nuestras relaciones futuras en todos los ámbitos.
- En las noches es necesario vaciar y limpiar nuestra mente de lo ocurrido durante el día, así como limpiamos nuestro cuerpo físico. Cuando nuestros hijos son pequeños, nosotros somos el contenedor donde ellos van a depositar los malos momentos, las dudas y sus inseguridades. Es imprescindible escucharlos y explicarles la mejor forma de hacerlo.
- El ejercicio físico es fundamental. El hipocampo (estructura cerebral) es la estructura más importante de la memoria, con el ejercicio su bosque neuronal se hace más fuerte, lo que sirve de protección para prevenir enfermedades neurodegenerativas a futuro.
- La alimentación es también muy importante ya que el 90% de la serotonina se produce en el intestino. Existe una comunicación directa con el cerebro, el eje intestino – cerebro es un hecho, cuyo actor principal es la microbiota (conjunto de microorganismos), por lo que mantener su equilibrio es vital.
- El sueño es una de las prioridades para mantener la salud mental. La falta del mismo altera la memoria, el lenguaje, los procesos de solución de problemas y en extremo, incluso pueden llevar a alucinaciones.
- Aprender a respirar y a meditar. El núcleo del cerebro llamado locus coeruleus tiene un papel importante en la regulación de la respiración y de la concentración. Con la respiración otras estructuras como la amígdala cerebral también se modifican, estas son el centro de las emociones, que cuando vivimos situaciones de estrés y ansiedad pueden aumentar de tamaño. La respiración es un agente regulador de las emociones.
Cynthia concluye proporcionando datos que ilustran el futuro que tenemos frente a nosotros en la sociedad actual: Uno de cada cuatro adolescentes sufre de ansiedad. Desde la pandemia las cosas han empeorado, el 46% de los chicos reportan tener menos motivación para hacer cosas nuevas y el 36% se siente menos motivado para realizar actividades habituales. La OMS ha anunciado que para el año 2030, los problemas de salud mental serán la mayor causa de discapacidad. Es el momento de no descuidar a nuestros hijos, compartir consejos con amor y tratar de prevenir problemas incentivándolos a hacer uso de las medidas protectoras mencionadas.