Belleza...¿A qué costo?
La salud y la belleza dependen una de la otra, según especialistas, la belleza auténtica es un reflejo de la salud interior y su concepto ha cambiado. Verónica Bravo, Doctora en medicina con Maestrías en Medicina Estética y de Antienvejecimiento de la Universidad Complutense de Madrid y de la Escuela Avicena de Buenos Aires, nos explica que el cambio “no se trata únicamente de la apariencia superficial, sino que emana de un cuerpo y mente saludables”.
Enfatiza que es válido acudir a procedimientos estéticos y de rejuvenecimiento ya que es una práctica bastante común en la actualidad siempre y cuando se tomen precauciones al respecto.
Cómo mantenernos mejor de forma natural
La profesional aboga por evitar las dietas restrictivas, escogiendo un régimen equilibrado rico en frutas, legumbres y cereales. Destaca la importancia de incorporar alimentos ricos en antioxidantes y de beber suficiente agua ya que ayuda a mantener nuestra piel hidratada y flexible.
Nos aconseja ver al ejercicio y al gimnasio como “un aliado y no como un castigo”. El realizar una rutina de cuidado de la piel es esencial:
- Limpieza, hidratación y exfoliación regular. Además, el uso de un buen protector solar de forma diaria, aún en días nublados es importante.
- Reducir o eliminar el uso de alcohol y tabaco es un “must” ya que aceleran el proceso de envejecimiento de la piel.
- Tratar de manejar el estrés a través de la práctica del yoga, la meditación o ejercicios de respiración.
- Buscar asesoramiento profesional especialmente durante etapas de cambios hormonales como la menopausia y finalmente, dormir lo suficiente permite que la piel se regenere y repare durante la noche.
Deteniendo el reloj biológico
Verónica advierte que “en la búsqueda de la perfección estética muchas personas caen en la trampa de soluciones rápidas y potencialmente peligrosas”.
Los riesgos asociados con procedimientos estéticos realizados por personal no calificado son alarmantes. Desde reacciones alérgicas hasta infecciones y daños permanentes en los tejidos, las consecuencias pueden ser devastadoras. Incluso tratamientos populares como el bótox y el ácido hialurónico conllevan riesgos significativos si no se aplican correctamente.
Más preocupante aún es el uso, además de no existir todavía una aprobación por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), de los rellenos permanentes que se utilizan desde 1950. El más utilizado es la silicona, un polímero que puede ser aplicado como gel, líquido o sólido.
En 1990, la FDA la prohibió para uso cosmético, mientras que a finales de 1990 se aprobaron dos formas de siliconas de buena calidad y de una viscosidad constante para el desprendimiento de retina.
El uso de sustancias no aprobadas pueden provocar efectos adversos graves como: migración del producto siliconado a otra parte del cuerpo, reacción de cuerpo extraño, granuloma de silicona (reacción inflamatoria crónica), sepsis (infección), émbolo de silicona y hasta muerte.
Adicionalmente, a pacientes que se les aplican los biopolímeros pueden presentar a largo plazo enfermedades autoinmunes como lupus eritematoso sistémico (LES), artritis reumatoide y neumonitis intersticial idiopática, cuyos síntomas a lo largo del tiempo son impredecibles.
Ante este panorama, Verónica recomienda tener la información adecuada y tomar las debidas precauciones, asegurándonos de:
- Elegir un centro de prestigio con todas las regularizaciones de entidades de control y con permiso de funcionamiento actualizado.
- Verificar que el profesional cuente con licencia de Medicina Estética, Dermatología o Cirugía Plástica. Debe contar con la acreditación para la aplicación de rellenos.
- No escatimar en la calidad del producto, lo barato, siempre sale caro. Hoy en día los laboratorios farmacéuticos de renombre invierten tiempo en investigación, además de recursos para certificar y avalar productos que garanticen seguridad.
- Exigir transparencia. Que nuestro médico nos explique detalladamente los procedimientos y posibles riesgos es vital.