Alimentación consciente, una forma de reducir el estrés y ansiedad
Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su presentación del Informe sobre el Desarrollo Humano 2021 – 2022, Ecuador ocupa el quinto lugar en el mundo en cuanto a preocupación y estrés. Si bien existen diversas formas de regular aquellas emociones, una de las más eficaces parte de la alimentación consciente.
Esta práctica consiste en prestar atención a lo que comemos y cómo lo hacemos, puesto que la forma en la que nos nutrimos tiene un gran impacto sobre nuestras emociones y aspecto físico. El Instituto de Física Corpuscular (IFIC) en su encuesta sobre Alimentos y Salud del 2022, revela percepciones y comportamientos que varían en cada etapa generacional. Los adultos más jóvenes denominados Generación Z con un 72%, son más conscientes; en comparación al 51 % de la Generación X y el 29 % de los Baby Boomers.
De acuerdo a la nutricionista Gabriela Cucalón, “la alimentación consciente va más allá que una tendencia de bienestar; es un movimiento que nos invita a reconsiderar la forma en que nos relacionamos con los alimentos” Permite sobrellevar una dieta equilibrada y nutritiva”. Asimismo, aseguró que “el estómago actúa como el segundo cerebro del cuerpo”, por lo cual, la forma en la que nos alimentamos estará ligada a señales tanto positivas como negativas para el resto de nuestro organismo.
Para adoptar este enfoque se realizan las siguientes recomendaciones:
1. Practicar la atención plena: Concédele tiempo y atención a tus comidas. Evita las distracciones, como la televisión o el teléfono, mientras comes.
2. Conoce la procedencia de tus alimentos: Investiga de dónde provienen tus alimentos, la mente es poder y hay que tener una mente “bien alimentada”.
3. Escucha a tu cuerpo: Presta atención a las señales de hambre y saciedad. Existe alrededor 7 tipos de hambre; visual, olfativa, bucal, estomacal, corporal, mental y del corazón. Si somos capaces de identificar el tipo de hambre que sentimos, estaremos en la capacidad de elegir en qué momento comer y en qué momento no.
4. Ser consciente: Al tener un estado de consciencia hay beneficios adicionales que repercuten no solo en el aspecto físico, sino emocional. Puede ayudar a las personas a superar trastornos alimentarios y promover una relación más saludable con la comida.
5. Reducción del desperdicio de alimentos: La alimentación consciente disminuye la compra impulsiva y el desperdicio de alimentos, lo que tiene un impacto positivo en la huella de carbono.