La herencia de Lady Di: 63 años de un legado que perdura
Diana de Gales nunca llegó a ser reina del país en el que nació. Sin embargo, no necesitó ese título para ser tan o más popular que la propia reina de Reino Unido, Elizabeth. Con el cariño de toda Inglaterra y del resto del mundo, la imagen de cercanía y naturalidad que proyectó sigue vigente, aunque ella nos dejara el 31 de agosto de 1997.
Al cumplirse 63 años del nacimiento de Lady Di, la herencia material y emocional se mantiene como símbolo de transformación. Su legado perdura demostrando que la “princesa del pueblo” continúa siendo una figura de amor y admiración pese a sus 27 años de fallecida.
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HERENCIA MILLONARIA
Diana dejó una herencia de 25 millones de euros, dividida entre sus hijos Guillermo y Harry. El acceso a esta se retrasó hasta que ambos alcanzaron la madurez. La herencia incluyó no solo dinero, sino también joyas y objetos personales de gran valor, muchos de los cuales han sido lucidos por Kate Middleton y Meghan Markle.
En una entrevista reciente, su hijo Harry reveló que la herencia de 25 millones que le dejó su madre ha sido su principal sustento y esencial para su nueva vida en Estados Unidos con Meghan Markle desvinculado de la familia real británica.
Además de sus hijos, el testamento de Diana también beneficiaba a otras personas cercanas a ella. Dejó 50,000 libras a su mayordomo, Paul Burrell, y permitió que sus 17 ahijados eligieran entre sus pertenencias personales. También, Guillermo recibió objetos valiosos de la residencia Althorp House, fortaleciendo aún más su legado.
¿DIANA LLEGÓ A LA MONARQUÍA CON LA INTENCIÓN DE CAMBIARLA?
Lady Di transformó su papel en la monarquía, rompiendo con tradiciones y acercándose al público de una manera sin precedentes. Su popularidad generó titulares y controversias. Lo que parecía el final de la vida de una mujer que eligió vivir como una mortal más que como un miembro de la realeza se convirtió en un nuevo comienzo.
La "princesa triste" se transformó en un ídolo de masas, un icono popular y la víctima perfecta, recordada por sus bondades y debilidades. De sacudir sus orígenes y adaptarlos al mundo real, el que se encuentra en las calles y no en los palacios. No juró obediencia a su marido y tampoco quiso una educación alejada de la realidad para sus hijos.