Se vende CO2
Empresas alrededor del mundo extraen dióxido de carbono del aire, lo procesan y lo comercializan. De paso, limpian el ambiente.
Piense en el más básico de los procesos de un árbol: absorber dióxido de carbono (CO2) del ambiente y devolver oxígeno. Este trabajo, que hasta ahora se le endilgaba gratuitamente a la naturaleza, ya da sus primeros pasos como una fuente de negocios fuera del reino vegetal. Dos empresas –Carbon Engineering (Canadá) y Climeworks (Suiza)– ya han cerrado sus primeros contratos como extractoras y comercializadoras de CO2.
Ambas firmas toman el dióxido de carbono del ambiente, ese que expulsan los carros y las industrias, y al que se culpa del calentamiento global, lo procesan y lo venden. Esta idea ha sido catalogada por la revista científica Nature como una de las innovaciones tecnológicas que marcarán este 2016.
La publicación explica que aún se trata de un negocio que extrae una mínima parte del CO2 del ambiente y, por ende, su efecto todavía no es significativo en la lucha contra el calentamiento global. Sin embargo, también destaca que el desarrollo de esta tecnología y su aplicación a nivel comercial ya significa un gran avance para reducir la contaminación, pues marca el camino de una nueva industria amigable con la naturaleza y, en futuro, rentable.
Carbon Engineering ya firmó su primer contrato con
el gobierno de Columbia Británica en Canadá.
Las aplicaciones para esta tecnología parecen extensas. Por ejemplo, Carbon Engineering trabaja en convertir el dióxido de carbono en combustible. Ellos atrapan el CO2 usando ventiladores. Hacen que el aire pase a través de torres que contienen una solución de hidróxido de potasio y al entrar en contacto con el CO2 esta mezcla genera carbonato de potasio, que se captura. Luego, la empresa separa el CO2 de la combinación y lo procesa.
Cuando iniciaron con sus experimentos, la firma solo capturaba el dióxido de carbono y lo liberaba al ambiente, para perfeccionar el proceso. Sin embargo, a finales del año anterior, firmaron su primer contrato por 333 mil dólares con el gobierno de Columbia Británica, provincia canadiense donde se ubica la ciudad de Vancouver. La empresa debe evaluar cuál es el potencial de convertir el CO2 en combustible para alimentar los autobuses locales. Actualmente,Carbon Engineering puede procesar alrededor de una tonelada de CO2 al día. Eso equivale, según cálculos de Nature, a las emisiones de un auto promedio al manejar por cinco mil kilómetros.
Por su parte, Climeworks ha pensado su negocio para abastecer a invernaderos que usen el CO2 para acelerar el crecimiento de sus cultivos. Manejan una planta en Hinwil, Suiza, que tiene la capacidad de capturar mil toneladas de CO2 por año. Comenzarán sus operaciones a partir de mediados de 2016.
Pese a que la idea de tomar el dióxido de carbono del ambiente es igual a la de Carbon Engineering, Climeworks ha presentado otra forma de hacer la extracción. La compañía toma el dióxido a través de un módulo ubicado en la parte superior de una planta de incineración. El calor residual del incinerador se utiliza para conducir el CO2 capturado fuera de una serie de gránulos instalados especialmente, que luego se pueden volver a utilizar, según ha informado la empresa suiza.
Gases de invernadero como el CO2 son también emitidos por
muchas fábricas. La lucha contra el calentamiento global
incluye la reducción de este tipo de emisiones.
Pese a los avances, estos negocios aún se enfrentan a los grandes retos de las industrias tecnológicas en estado inicial. Su primer obstáculo está en volverse rentables, pues actualmente su servicio resulta sofisticado y caro.
La Sociedad Americana de Física ya había estimado en 2011 que la captura de aire podría costar al menos 600 dólares por tonelada de CO2, suponiendo que se trate de un sistema que trabaje con un millón de toneladas al año, cifra superior a la capacidad de las empresas existentes. Sin embargo, Nature indica que Climeworks estaría manejando esas cifras durante su primer año de funcionamiento, aunque espera que los precios tengan una tendencia a la baja.
Estimaciones de especialistas remarcan que uno de los factores que podrían marcar el despegue de esta clase de industria estaría vinculado a incentivos en impuestos para quienes adquieran sus servicios. Después de todo, extraer CO2 del ambiente significa limpiarlo.
Un artículo científico de la revista especializada Manejo de Inversiones e Innovación en Financiación estima que invertir en estas tecnologías es más barato que pensar en las consecuencias del calentamiento global causado por la acumulación de CO2. Un estudio, firmado por académicos de Japón, Canadá e Irán, afirma que solo el aumento de la temperatura en dos grados ya tendría numerosos impactos en la mayoría de países en vías de desarrollo. Peor aún, explica el informe, pasados los dos grados, los esfuerzos de mitigación del CO2 ya podrían resultar vanos.
Climeworks planea tomar CO2 del ambiente a través de un módulo
ubicado en la parte superior de una planta de incineración.
En sus conclusiones, los expertos remarcan la necesidad de admitir que los tratados y protocolos para controlar las emisiones de carbono hasta ahora han fallado. Asimismo, llaman a los políticos a pensar en modos para incentivar los emprendimientos que toman carbono del aire, pues este esfuerzo aún cuenta con poco capital. Para probar su verdadera capacidad como empresas que ayuden a mitigar el calentamiento global, se necesita que funcionen a gran escala.
Por ahora, esta clase de iniciativas está vinculada con fondos de investigación de grandes compañías. Una publicación del rotativo estadounidense Wall Street Daily detalla, por ejemplo, que Climeworks es respaldada financieramente por la fabricante de vehículos Audi, mientras Carbon Engineering tiene el apoyo del magnate tecnológico Bill Gates. Un tercero de estos emprendimientos, Global Thermostat, es financiado por el empresario Edgar Bronfman, señala la publicación.
En este último caso se apuesta a recolectar el CO2 y luego buscar qué hacer con él sin contaminar el aire. En su página web, la compañía explica que ofrecen la extracción del CO2 a empresas emisoras. Apuntan que una vez capturado, el dióxido de carbono puede ser almacenado en formaciones subterráneas especiales, incorporado en materiales como el cemento y el plástico para aplicaciones comerciales o, por último, se puede vender para créditos de impuestos de carbono.