¿Es posible?
Para alcanzar un objetivo, el camino se vuelve complejo cuando todo es desconocido. Y para Diana Godoy, fundadora del emprendimiento Zero Waste Store Ecuador, la frase calza a la perfección. En algún momento se planteó un cuestionamiento que la llevó a ver su consumo personal de otra manera: ¿Las decisiones personales tienen que ver con el camino a la sostenibilidad?
Después de estudiar una maestría de Hospitalidad enfocada en Sostenibilidad en la Universidad de Glion en Suiza, salió de su duda. Era 2017 cuando empezó con la producción artesanal de cosméticos naturales que en ese entonces regalaba a familiares o amigos. Poco después abrió una tienda en Quito para vender alternativas sustentables de productos de hogar y de uso diario, que buscaban reducir el consumo de plásticos y facilitar la conservación del medio ambiente.
No fue una tarea sencilla. Se trataba de un mercado poco demandado por los usuarios. “Si algo me dejó la pandemia es que ayudó a que mi emprendimiento se convierta en una empresa, porque las personas se preocuparon más por su salud y por el cuidado del planeta".
Hoy el 100 por ciento de sus ventas son vía digital, que empata con su mirada de reducir los impactos diarios del consumo. Este comportamiento es justamente una de las banderas del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12, llamado Producción y Consumo Responsables. Cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) muestran que cada año un tercio de la comida producida en el mundo es desperdiciada. El objetivo, al 2030, es reducir una gran cantidad de desperdicios, que empata con la tendencia 'Zero Waste' (residuo cero, en español).
¿Qué es ser residuo cero? Este movimiento busca que se implementen las cinco “R’s”: rechazar lo que no necesitamos, reducir nuestro consumo, reutilizar los envases o materiales, reciclar todo lo que no se pueda rechazar ni reducir y ‘rot’, que significa descomponer la materia orgánica para obtener abono natural.
Así no se generarían desechos que posteriormente acaban en botaderos o rellenos sanitarios. Como en estos lugares ya no cuentan con la capacidad para procesar la basura adecuadamente, esta termina en la tierra o contaminando los océanos.
A nivel mundial se recolecta anualmente más de 11 mil millones de toneladas de residuos sólidos y solo se ha reciclado un 9 por ciento de todo el plástico que se ha generado a lo largo de la historia. El impacto llega al descomponerse: se generan gases como el metano y dióxido de carbono que incrementan el efecto invernadero del planeta. Esto aumenta la temperatura y genera el deshielo en los Polos.
SALIR DE LA ZONA DE CONFORT
Si desde el origen de un producto se diseña para que este sea reparable, o en el caso de no poder hacerlo dicha empresa se responsabiliza de todo el ciclo de vida de sus empaques, esos productos tendrán un mayor valor en comparación a uno tradicional.
Así lo explica Joaquín Caraballo, director de Waste2Worth, una empresa colombiana que ayuda a diferentes organizaciones a adoptar el modelo de economía circular. El experto considera que este tipo de modelo de negocio no es el destino, sino que es el camino para convertirse en zero waste y ser sostenibles.
Este comportamiento en el sector empresarial, no es nuevo. Ya el desarrollo de acciones sostenibles son parte de la estrategia anual de las compañías. Agripac, por ejemplo, inició el proyecto "Objetivo Basura Cero" en su planta Laquinsa, ubicada en Durán. En ese primer año redujeron la generación de residuos no peligrosos un 16 por ciento e incrementaron el material reciclado en 280 por ciento. Estas acciones los ayudaron a disminuir un poco más de cuatro mil kilogramos de CO2.
Si bien ciertas acciones no requieren de inversiones económicas, algunas sí. Agripac instaló máquinas que reutilizan una parte del plástico de sus envases agro-químicos, así evitan usarlos una sola vez. Después de un proceso de limpieza profunda, esos plásticos se convierten en nuevos envases. Pero aunque avanzaron en ese camino, sus voceros aseguran que lo más difícil de convertirse en residuo cero es aplicarlos dentro de la cadena de valor, es decir, con sus proveedores.
Para Fausto Viteri, docente investigador de la UTE, ser residuo cero no solo es beneficioso para el desarrollo a futuro del planeta, sino que las empresas que se embarcan en este proceso, tienen un ahorro significativo de costos. Por ejemplo, al invertir en máquinas más eficientes utilizadas dentro de la producción, las compañías pueden ahorrar en gastos de energía, reducir su consumo de agua y aprovechar los residuos para crear nuevos productos.
En la multinacional Unilever, los residuos de su planta de helados Pinguino se aprovechan en otro proceso. Por temas de calidad, cuando se producen helados o cualquier otro producto, no solo debe tener la fórmula y la contextura correcta, sino que la presentación también juega un rol fundamental en la política interna de la empresa.
"En el caso de los helados, si el palillo está mal ubicado y no hay forma de arreglarlo, o la cobertura tuvo fallas, el producto no entra a la fase final de comercialización. Almacenamos este sobrante y como contiene grasa vegetal y un alto valor proteico, se destina a granjas criadoras de cerdo. Los granjeros le adhieren arrocillo y lo sirven como alimento para este ganado. De esa manera, además de reusar, también contribuimos a la economía de estas familias", explica David Balladares, gerente Corporativo de Unilever Ecuador.
Desde hace más de 10 años, la empresa trata de reducir sus residuos para evitar enviarlos a los rellenos sanitarios. Practican el reciclaje y reúsan el 99 por ciento de los desperdicios que se generan en la cadena de producción.
Si bien desde el lado empresarial existen avances o políticas internas para encaminarse hacia modelos más sostenible, aún falta mucho por recorrer para abrazar la práctica zero waste y evitar la sobre-explotación de los entornos naturales.
De acuerdo a la ONU, si la población mundial continúa creciendo como se prevé y alcanza los 9.600 millones en el 2050, podríamos necesitar el equivalente a casi tres planetas para disponer de los recursos naturales que harían falta para sostener el estilo de vida actual.