Los nuevos riesgos de nuestra era
Mecánicos, conductores de buses o taxis, policías, vendedores ambulantes, futbolistas e incluso usted, quien lee esto, está expuesto a diario a los rayos solares.
Si bien recibir sol es necesario por un sinnúmero de beneficios, en exceso puede ser perjudicial, sobretodo ahora, cuando el cambio climático se convirtió en la mayor amenaza de la era moderna.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) explica que la salud es y será afectada por el cambio de clima a través de impactos directos e indirectos.
Por ejemplo, las olas de calor, las sequías, las tormentas fuertes y el aumento del nivel del mar son las consecuencias inmediatas; pero también hay efectos secundarios como enfermedades de vías respiratorias, virus transmitidos por vectores (organismos vivos como insectos o caracoles), inseguridad alimentaria y del agua, desnutrición y desplazamientos forzados.
Esto hace que a diferencia de lo que se creía, los problemas ambientales ya no son solo un problema de las futuras generaciones, sino que es algo en lo que se debe trabajar ahora.
Las cifras muestran que analizando diversos indicadores de salud, a nivel mundial ocurrirán 250 mil muertes adicionales cada año en las próximas décadas como efecto del cambio climático.
Pero ahí no termina la cadena, muchas de estas enfermedades también tendrán dificultades para su tratamiento. En el continente americano un 67 por ciento de las instalaciones de atención médica están ubicadas en zonas propensas a desastres y solo en la última década, 24 millones de personas se quedaron sin acceso a atención médica por varios meses debido a daños en infraestructuras hospitalarias.
Por esto, una de las metas dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que plantea las Naciones Unidas hasta 2030, es fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países.
EFECTOS COLATERALES
Para evitar impactos sanitarios catastróficos y prevenir millones de muertes relacionadas con el cambio climático, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) cree que el mundo debe limitar el aumento de temperatura a 1.5 grados centígrados.
El problema es que las emisiones pasadas han hecho inevitable un cierto aumento de la temperatura mundial y otros cambios que se profundizan en ciertas regiones.
Por ejemplo, Ecuador es uno de los países más vulnerables a sufrir los efectos del cambio climático por varias razones, como su ubicación geográfica que atraviesa varios fenómenos naturales en distintas temporadas del año.
Otro de los factores es la economía, al ser la exportación uno de sus principales flujos de dinero, es dependiente de que productos como el banano, camarón, flores o cacao, lleguen a los distintos mercados internacionales.
¿De qué manera esta vulnerabilidad afecta a la salud? Sofía Suárez, coordinadora del área de Desarrollo Sostenible y Ciudades del Grupo Faro, un centro de investigación y acción independiente que genera evidencia para incidir en la política pública, señala que la principal afectación en el país será el aumento de la temperatura y el cambio en los patrones de precipitación.
La especialista señala que si la contaminación continúa igual, la proyección es que aumente la temperatura dos grados centígrados principalmente en la región insular y Amazonia del país. Y, se prevé la intensificación del Fenómeno del Niño en el que pueden aumentar las precipitaciones o de lo contrario, la disminución de las mismas, son causantes de problemas como inundaciones o sequías.
"Todo esto puede generar problemas de malnutrición por las afectaciones directas de cambio climático en la agricultura. Pueden desarrollarse más casos de enfermedades relacionadas con la presión atmosférica como problema cardiovasculares o respiratorios".
Pero eso no es todo. El cambio climático es una amenaza directa a la pesca, a todo el sistema alimentario y va a provocar una modificación en la distribución de enfermedades infecciosas. Por ejemplo, por los cambios de temperatura va a ser más fácil que llegue la malaria en zonas donde no existía. También, podrían aumentar las enfermedades relacionadas con el calor, olas de calor o golpes de calor.
Aunque para Gloria B. de 80 años esto ya no es una proyección, sino su realidad. Desde 1960 que salió de su natal Salcedo (Cotopaxi) y se mudo a Guayaquil, vive en una casa al norte de la ciudad y por mucho tiempo, el calor fue su fiel acompañante.
Siempre fue ama de casa y nunca tuvo el interés de adquirir un ventilador o un aire acondicionado que alivien esa sensación, sobretodo en los días con mayor temperatura.
Su sitio preferido de la casa es la sala, un espacio pequeño con un ventanal grande que convierte al sol en el protagonista. Entre las 12 de la mañana y cuatro de la tarde el fogonazo de calor es intenso pero no fue hasta hace dos años que Gloria sintió los estragos de ese ambiente.
De repente su salud empeoró y los doctores, no sabían que era hasta que una prueba lo logró. Ella sufría deshidratación severa y pasar sentada en esa sala durante las horas de mayor temperatura, deterioró su sistema digestivo y hasta su capacidad para hablar fluido.
Tuvo que pasar por un largo tratamiento y aceptó la instalación de un aire acondicionado. Ahora, continúa y siempre deberá cuidarse de los golpes de calor.
Si bien, el cambio climático tiene una correlación directa con las afectaciones a la salud, las proyecciones también muestran que puede haber un aumento de enfermedades psiquiátricas, sobretodo en personas de mayor vulnerabilidad.
"En algunos lugares, donde hay sequías muy extremas, se ha comprobado que muchos agricultores se suicidan por todos los problemas a los que se enfrentan. Eso está asociado directamente con la salud mental", afirma Sofía Suárez del Grupo Faro.
MEDIDAS TRANSFORMADORAS
Las condiciones sofocantes no son la única muestra de los efectos que ya están pasando factura en la actualidad. Los expertos de las Naciones Unidas advierten que la sobre-exposición a los rayos ultravioleta (UV) son la principal causa de cáncer de piel.
Solo en el 2020, se diagnosticaron al rededor del mundo 1.5 millones de casos de cáncer de piel y durante ese mismo periodo, más de 120 mil personas perdieron la vida a causa de esta enfermedad considerada "altamente prevenible".
La doctora María Fernanda Carvajal, especialista del área de Dermatología de Solca Guayaquil, explica que si bien el sol tiene muchos beneficios en cuanto a inmunidad, absorción de vitamina D y demás, las radiaciones UVA y UVB van a afectar la dermis de nuestra piel a corto placo y si la exposición es constante, a largo plazo pueden aumentar las posibilidades de contraer cáncer de piel.
"Las manchas solares, el lentigo o el envejecimiento prematuro son daños producidos por el sol que no son cáncer. Pero las personas no saben que esta enfermedad no se desarrolla por una exposición actual, sino que es una acumulación de toda la exposición solar a lo largo de nuestra vida, inclusive de la infancia. Aunque los niños se recuperan muy rápido de una quemadura solar, sus células quedan dañadas o alteradas, por eso en la infancia es cuando más daño hace. Por ejemplo, si de pequeño alguien tuvo dos o tres quemaduras de piel con ampollas, hay más posibilidades de que desarrolle melanoma, el cáncer de piel más letal", asegura.
¿Qué hacer? La especialista señala que lo recomendable es tomar el sol entre 15 y 20 minutos para que el cuerpo produzca vitamina D, ya que estar expuesto durante varias horas causa el efecto contrario: lo bloquea.
Si por su tipo de ocupación, no puede evitar la exposición al sol, puede protegerse con sombreros, gafas y camisas manga larga. Por último se recomienda aplicar bloqueador solar en áreas descubiertas como cara, cuello, orejas, escote o manos cada tres horas.
También, en caso de querer ser más precisos, un grupo de agencias y organismos de la ONU lanzaron una aplicación llamada Sun Smart Global UV, para dispositivos móviles que permite conocer el nivel de radiación ultravioleta en cualquier lugar del mundo. De esa forma, las personas saben en qué franjas horarias deben protegerse del sol, basándose en una escala numérica que va del uno (exposición baja) al 11 (riesgo extremo).
Pese a que todas estas medidas son eficaces para preservar una salud dermatológica óptima, Carvajal cree que la principal arma contra el cáncer de piel es la educación.
"Vivimos en plena líena ecuatorial y es difícil estar aislados. Como país hay que educar empezando por las generaciones más jóvenes. La prevención siempre se ve como algo a largo plazo, pero es la única manera de asegurar una población más sana a futuro".
El clima y las condiciones meteorológicas afectan de muchas maneras a nuestra salud y aunque ya estamos viendo sus efectos, es difícil determinar todo el impacto que van a llegar a tener.
Por eso se requieren de esfuerzos de las autoridades de salud junto a otros organismos que anticipen, preparen, prevengan y respondan para recuperarse rápidamente de los riesgos climáticos.
Y usted, desde casa, puede aportar disminuyendo los impactos que contribuyen al cambio climático.