Galápagos: cuento infantil impulsa la conciencia ambiental y el cuidado de lobos marinos

El lobo marino y el lobo fino de Galápagos están en peligro de extinción por la contaminación, la interacción con los humanos y el cambio climático. Un cuento infantil llega como una alternativa para promover la conciencia ambiental y salvaguardar a esta especie.
Vistazo

Manuel Julián Cobos es un personaje conocido en la historia ecuatoriana por su tiranía, sus grandes hazañas y su codicia. Pero también fue catalogado como el colonizador de las islas Galápagos.

Cuando la isla San Cristóbal, actualmente capital del archipiélago, tenía una presencia humana casi inexistente y era considerada“inútil, árida y estéril, él llegó y descubrió fuentes de agua dulce.

Pero algo que no se refleja en los archivos históricos es que estas islas en realidad ya tenían un dueño: los pinnípedos (mamíferos marinos como las focas). En Galápagos existen dos especies en específico que se roban el protagonismo y que incluso deambulan por el malecón de Puerto Baquerizo Moreno reclamando su territorio de vuelta: los lobos marinos (Zalophus wollebaeki) y los lobos finos (Arctocepha-lus galapagoensis).

En un intento por cambiar la realidad de esta especie, docentes de la USFQ junto al apoyo de Galápagos Conservancy crearon el proyecto “Conservación de Pinnípedos de Galápagos”.

Y a partir de esto, e intentando vincular al público más infantil, nació“Loberto y Zally: los lobos marinos de Galápagos”, un libro que cuenta la historia de Loberto, un cachorro de lobo marino y su hermana Zally, una loba juvenil que viven en las playas de Puerto Baquerizo Moreno.

“Llegar a las personas adultas es más difícil y nuestro objetivo era dejar una población sensibilizada y consciente de su entorno, así que se me ocurrió trabajar con los más pequeños porque serán los futuros guardianes de su entorno”, recuerda Marjorie Riofrío Lazo, docente-investigadora de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ)

El hallazgo de Manuel Julián Cobos, de las fuentes de agua dulce, hizo que en 1866 se radicara en esta isla junto a 10 trabajadores que lo ayudaron a instalar su hacienda e ingenio azucarero “El Progreso”, que se convirtió en un motor económico del lugar.

Este evento marcó el rumbo de las islas Encantadas, según datos del Ministerio de Cultura y Patrimonio: después de instalar su empresa, la presencia humana en Galápagos nunca volvió a interrumpirse.