El otro lado del ataque de ovejas en Cotopaxi: cacería, incendios, fauna urbana y expansión agrícola
Esta semana fue tendencia la noticia sobre decenas de ovejas que aparecieron muertas en varias comunidades rurales de Cotopaxi, lo que originó una serie de teorías sobre el culpable del hecho. La mayoría apuntaba a perros ferales o un puma, que fue captado mordiendo una oveja. Pero hay un trasfondo más grave: campesinos, que crían animales como método de subsistencia, y la fauna silvestre, que sufre la reducción de sus hábitats y necesita alimentarse.
Los expertos lamentan que la viralización de la noticia de un puma comiéndose una oveja en el páramo de Cotopaxi alerte a los comuneros para atacar a pumas u otros animales silvestres, lo que diezmaría esas poblaciones de mamíferos. Peor aún, esperan que los cazadores furtivos no vayan tras el puma.
El biólogo y experto en conservación de mamíferos, Andrés Laguna, considera que es imposible que uno o varios pumas ataquen cientos de ovejas en semanas, como afirmó la Gobernación de Cotopaxi. “Si fuese así, implicaría que son unos 10 pumas con un comportamiento errado de solo matar y ni siquiera alimentarse, lo cual no sucede en la naturaleza”.
Por su parte, José Miguel Molina, especialista en administración agropecuaria, especula que pudo haber sido una manada de perros ferales que mató algunas ovejas y el puma fue un animal oportunista que se sirvió de la carroña.
“Nosotros también hemos identificado que los animales domésticos (ovejas, cerdos, vacas) pueden ser susceptibles al ataque por el mal manejo y el poco o nulo cuidado en el tratamiento de enfermedades. Un animal enfermo, desnutrido, sin el cuidado adecuado es bastante vulnerable para el ataque de fauna silvestre o perros ferales”.
En efecto, esta teoría fue confirmada por el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica, que verificó que murieron un máximo de 80 ovejas por el ataque de perros ferales, pues los ovinos tenían desgarros en todas las partes del cuerpo. Mientras que los pumas atacan al cuello y los asfixian.
PÉRDIDA DE ESPACIO
Los especialistas coinciden en que la imagen del puma mordiendo el cuello de una oveja en la comunidad de Cuchitingue evidencia la grave situación que enfrentan pumas y osos en Ecuador. La cacería de presas naturales, incendios de páramos, el mal manejo de los perros y la expansión agrícola, han hecho que los grandes mamíferos de los Andes ingresen a zonas habitadas por los humanos.
Algunas especies de venados, principales presas de los pumas, están casi extintas en páramos, sobre todo del norte del país. “Ya no hay venados de cola blanca, ni colorados”, dice el investigador Andrés Laguna.
Agrega que pequeñas poblaciones de estos venados acuden a zonas bajas por la pérdida de su hábitat, los pumas van en su búsqueda y ahí entran en conflicto con las personas.
Otro factor que preocupa a los ambientalistas es la tenencia descontrolada de fauna urbana en las comunidades. Reportan que en la ruralidad cada familia tiene de cinco a diez perros que "en ocasiones" viven a la intemperie.
“Estos perros tratan de sobrevivir alimentándose de lo que encuentran como las ovejas y ahí surge esta carroña expuesta, donde no solamente el puma puede detectarla, sino otros individuos como lobos y cóndores”.
Para José Miguel Molina es importante que haya un trabajo coordinado entre los ministerios de Ambiente y Agricultura para generar alternativas sostenibles enfocadas en el cuidado de los ecosistemas, puesto que hay un sobrepastoreo.
“En zonas altas de los Andes no se recomienda tener ganado, pero la cultura de la población hace que la producción de animales de granja suba la frontera agrícola. Ecuador ha perdido el 38% de la superficie de páramo o bosques de niebla. Estos sitios son ocupados para la agricultura y la ganadería”.
CONFLICTO HUMANO Y VIDA SILVESTRE
Los conflictos entre las personas y los animales son parte de una dinámica que está ocurriendo en todo el planeta. Un informe de WWF y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), publicado en julio del 2021, alertaba que este problema amenaza la supervivencia a largo plazo de algunas de las especies más emblemáticas del mundo.
El informe, ‘Un futuro para todos: la necesidad de la coexistencia entre humanos y vida silvestre’, señala que “las matanzas relacionadas con los conflictos afectan a más del 75% de las especies de felinos silvestres”.
Según el reporte, el conflicto entre humanos y vida silvestre “es tanto un problema de desarrollo y humanitario como una preocupación de conservación que afecta los ingresos de los agricultores, pastores y pueblos indígenas, en particular los que viven en la pobreza”.
De hecho, varios comuneros de Cotopaxi salieron a buscar al causante de la muerte de las ovejas, tras evidenciar la magnitud del hecho. Ante esto, Andrés Laguna recalca que la caza o envenenamiento de pumas causaría graves problemas no solo al ecosistema, sino a la población de las ciudades aledañas porque estos animales ayudan a mantener la cobertura vegetal que, a su vez, garantiza la provisión de agua.
¿QUÉ HACER?
A pesar de que este tema está fuertemente vinculado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), firmados por 193 países, entre ellos Ecuador, “no hay dinero para atender esta problemática”, indica Laguna. Añade que hacen falta más investigaciones, capacidad técnica, políticas públicas y educación ambiental para prevenir sucesos como lo pasado en Cotopaxi.
Tanto Laguna como Molina apuntan que se debe hacer un estudio de la disponibilidad de presas para el puma, contabilizar su población, controlar la expansión de la ganadería, campañas de esterilización para perros y establecer más biocorredores.
“A las comunidades la recomendación es que tengan claras las competencias de las Juntas Parroquiales, Municipios, Prefectura, quienes tienen responsabilidad directa en esta temática junto al Ministerio de Ambiente”, finalizó Laguna.
El conflicto entre humanos y vida silvestre, junto con otras amenazas, ha provocado una disminución significativa de especies que alguna vez fueron abundantes. Los investigadores comentan que, a menos que se tomen medidas urgentes, la situación solo empeorará, causando importantes perjuicios y en algunos casos irreversibles.