El costo de la desnutrición

De cada 265 mil niños que nacen cada año, 80 mil sufrirán de Desnutrición Crónica Infantil. Ecuador es el segundo país con mayor índice en Latinoamérica.
Revista Vistazo
De cada 265 mil niños que nacen cada año, 80 mil sufrirán de Desnutrición Crónica Infantil. Ecuador es el segundo país con mayor índice en Latinoamérica.

Uno de cada cuatro niños menores de cinco años vive con desnutrición crónica infantil. ¿Cuál es el impacto económico para el país y qué se debe hacer para detener esta afectación?

Angie, de 29 años, es madre de tres niños. En octubre de 2020, su esposo se quedó sin trabajo y su hogar, sin fuente de ingresos. Tenía cuatro meses de embarazo cuando se enteró que ella y sus dos hijos de 10 y ocho años sufrían de desnutrición.

Esta situación incluso, afectó el rendimiento escolar de los niños. “Estuve a punto de perder a mi bebé y mis hijos no quisieron estudiar porque decían que era un gasto. Ellos sabían que no había qué comer”. La familia de Angie vive en una casa prestada en Bucay, provincia del Guayas. Su esposo no tiene sueldo fijo y ella solo trabaja entre agosto y diciembre cosechando hojas de tabaco.

Aunque sus condiciones cambiaron a través de un programa desarrollado por la Red Nutrición Infantil (REDNI), reconoce que no sabía cuál era la manera correcta de alimentar a su familia, y por ende los pequeños siempre sufrían de infecciones.

Algo similar vive Génesis A. Ella tiene cinco hijos, el mayor de 13 y el último de un año. Es ama de casa y su esposo trabaja en el área de construcción, pero sus ingresos no completan ni un sueldo básico. Cuando en su hogar no hay dinero suficiente para comer y solo lo hacen una vez al día cuando se sirven arroz y tortilla de huevo, las preguntas como “mami, ¿por qué lo mismo?” o “mami, no me llené”son muy comunes de escuchar.

Comer sin el balance adecuado o no hacerlo en las cantidades requeridas, provoca problemas de nutrición. Y las cifras de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2018) no dejan bien parado al país: uno de cada cuatro niños menores de cinco años sufre de Desnutrición Crónica Infantil (DCI): 23 por ciento en menores de cinco años de edad y este porcentaje se eleva a 27 por ciento en menores de dos años. Es decir, el segundo país con mayor índice en América Latina después de Guatemala.

Desde 1993, el país ha llevado adelante casi 12 programas relacionados con salud y nutrición, pero la curva de la DCI en menores de cinco años casi no se ha movido. ¿Cuáles son las causas y de qué manera esto tiene un impacto en el desarrollo y economía del Ecuador?

Mayor Presencia. En las áreas rurales, y en la Sierra y Amazonía es donde hay mayor prevalencia de desnutrición.

MULTICAUSALIDAD​​​​​​

El primer error es pensar que la Desnutrición Crónica Infantil es un problema que solo atañe a las entidades de salud y a las familias de escasos recursos cuando en realidad es una problemática de multicausalidad. ¿Qué quiere decir esto? Aunque su prevalencia efectivamente sea más alta en entornos de pobreza, hay otros factores que influyen como agua potable, educación, desigualdad, entornos insalubres y desconocimiento.

Es por eso que los esfuerzos que se han centrado en actividades aisladas como educación nutricional, promoción de alimentos saludables o planificación familiar, tienen un impacto apenas marginal a largo plazo y no han logrado mejores resultados.

María Fernanda Rivadeneira, docente-investigadora del Instituto de Salud Pública y la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), considera que otro de los elementos importantes que continúan con la desnutrición, es la talla de la madre.

Es decir, si una mujer es de baja estatura (menos de un metro cincuenta) tiene mayor probabilidad de que su hijo también sea desnutrido. “Es alarmante porque hay una transmisión intergeneracional de desnutrición, por ende también de la pobreza”.

Al consultar sobre esta incidencia con la UNICEF, en el marco de su programa “Financiando los ODS y atacando la Desnutrición Crónica Infantil” junto al Programa Mundial de Alimentos, respondieron que precisamente por eso se habla de que los 1.000 primeros días del niño es una ventana de oportunidad.

Esta etapa la consideran altamente sensible para alcanzar el desarrollo y salud a lo largo de la vida. Cuando las condiciones son adecuadas, hay un crecimiento rápido pero si durante este tiempo no hay una buena nutrición en las madres y no se siguen los lineamientos esperados, pueden aumentar los niveles de mortalidad infantil.

Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos respaldan la teoría: en los resultados de ENSANUT 2018, se revela que de cada 265 mil niños que nacen cada año, 80 mil sufrirán Desnutrición Crónica Infantil.

Entonces, ¿qué exactamente es lo que se necesita durante este período? Los primeros seis meses se debe nutrir al niño con lactancia materna exclusiva y a partir de ese tiempo se introduce la alimentación complementaria con comidas que sean aptas para esa edad. Pero en esa transición justamente es cuando aparece uno de los mayores problemas: el desconocimiento.

Ligia Merizalde, gerenta de Operaciones de Red para la Nutrición Infantil en Ecuador,asegura que al comenzar con esta iniciativa lo primero que detectaron fue que las familias relacionan el tema de la desnutrición con el hambre.

“Creen que los niños están bien porque no tienen hambre, pero no se cuestionan qué es lo que han comido y si esos alimentos realmente están nutriendo su cuerpo y su cerebro”, explica.

MAYOR PRESENCIA. En las áreas rurales,y en la Sierra y Amazonía es donde hay mayor prevalencia de desnutrición.

Un plato de comida equilibrado para un niño a partir de los seis meses consta de cinco grupos de alimentos: proteína, vegetales,granos, fruta y grasas buenas. Y pese a que cada uno cumple una función específica en el cuerpo, la costumbre en los hogares los inclina hacia una abundancia en carbohidratos.

El arroz, papa, verde y coladas efectivamente van a llenar más al niño porque calóricamente son más densos, pero las proteínas juegan un papel clave en la formación de órganos, micronutrientes y desarrollo cerebral.

Aunque esto pueda resultar sencillo de entender, en Ecuador se tiene la percepción de que comer sano implica mucho dinero o tiempo. Por eso en algunas familias tienden a los productos ultra procesados que incluso terminan siendo más costosos que la comida real.

“Hay que romper los mitos. Sí hay alimentos de calidad a bajo precio como las proteínas de origen vegetal (frijol, chochos, lentejas o garbanzos). Y las proteínas de origen animal como pescado o hígado de pollo son más económicas: rondan entre 1,50 hasta 3,20 dólares la libra en los mercados de consumo masivo”, detalla la nutricionista pediátrica Paola Sánchez.

Por eso, para acceder a una alimentación saludable, se habla de que los padres deben tener una educación adecuada para que sepan equilibrar los contenidos de comida y reducir los alimentos que pueden desencadenar enfermedades crónicas durante la adolescencia o adultez de esos niños.

IMPACTO ECONÓMICO

Para entender el impacto de la Desnutrición Crónica Infantil, es importante conocer que una vez que el retraso en el crecimiento del niño es diagnosticado, no hay marcha atrás. Un menor que padece de DCI tiene mayor riesgo de sufrir infecciones estomacales y respiratorias, por lo tanto tienen mayores riesgos de morir a temprana edad.

Eso no es todo. Estos niños también son más propensos a sufrir retrasos en el desarrollo motor y de lenguaje, lo que afecta su capacidad de aprendizaje en edad escolar. Por ende, conlleva a que pierdan materias, existe una posible deserción escolar y tengan menos probabilidades de acceder a un empleo estable y digno cuando sean adultos.

Inversión en primera infancia

¿Es un problema aislado? El economista Antonio Orozco explica que el costo de tener a una sociedad enferma no solo significa la parte monetaria (gastos en servicios de salud), sino en la capacidad para que un país prospere.

Un estudio elaborado por la CEPAL, UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos, revela que el impacto de la desnutrición en la productividad es la pérdida del capital humano para una sociedad: por un lado, la desnutrición reduce la productividad por el menor nivel educativo que alcanzan las personas que la padecen, pero también se produce una pérdida de capacidad productiva en la población, debido a la mortalidad asociada a ese problema.

En cifras, esto significa que la desnutrición genera un costo total de 2.600 millones de dólares al año estimando los efectos y costos en salud, educación y pérdidas de productividad de acuerdo al Programa Mundial de Alimentos. En el caso de Ecuador, aunque no se especifica el rubro por desnutrición, los costos de la mal-nutrición (alimentación deficiente o desequilibrada debido a una dieta pobre o excesiva) son superiores al cuatro por ciento del PIB.

Es por esto que los especialistas recomiendan que los esfuerzos para erradicar la DCI se realicen desde un enfoque de prevención porque además de afectar a las personas que lo padecen, la desnutrición tiene un fuerte impacto en el desarrollo económico y social de los países.

INFORMAR. Charlas con los padres es uno de los caminos para reducir la Desnutrición Crónica Infantil. Esto se debe realizar desde el periodo de gestación.

“Como adultos tienen más probabilidades de sufrir enfermedades crónicas, no encontrar trabajo. Las mujeres con DCI tendrán más probabilidades de tener bebés con retardo del crecimiento intrauterino y todo eso implica un refuerzo del círculo de la pobreza y de la inequidad”, asegura Ligia Merizalde, de REDNI Ecuador.

La Desnutrición Crónica Infantil es uno de los problemas de salud pública con mayor dimensión porque obliga al país a tener programas de apoyo escolar, mayor gasto en salud, entre otros. Pero el mayor impacto lo tienen los niños, quienes crecerán con limitaciones que no les permitirán alcanzar sus sueños... Esos sueños que también tenían sus padres y que no pudieron lograr.