El acceso a la tecnología acentúa las brechas en Ecuador
4 de cada 10 hogares de la zona urbana y casi 7 de cada 10 en la zona rural no tienen acceso a Internet. Esto impacta en el desarrollo educativo de varios niños y reducen sus oportunidades de competir laboralmente en un futuro.
Son las tres de la tarde en “El Recreo”, un barrio del cantón Eloy Alfaro (conocido como Durán) donde la agitada vida de quienes habitan allí se mezcla con caminos solitarios y calles polvosas. En una de sus cooperativas, llamada “Una Sola Fuerza-Bloque 3”, hay casas de cemento, madera o caña.
Lo que no cambia es la red de alumbrado, internet y todos los cables por donde se provee otros servicios: se sostienen por cañas o palos de madera.
Vanessa es una de las habitantes de esta parroquia urbana. Dice que tiene cinco hijos, aunque una es su sobrina, a quien cuida desde la pandemia. Todos van al colegio excepto su hija de nueve años, quien tiene discapacidad.
En su casa solo hay dos celulares, no tienen computadoras ni otros dispositivos electrónicos. Desde este año pagan 25 dólares para tener internet. “Antes pedíamos de favor a los vecinos que nos presten internet, para que los chicos hagan sus tareas”.
Ella cree que justo por la falta de este recurso o los problemas de conexión que tiene la zona donde vive, la educación virtual es una pérdida de tiempo. “Ellos no aprenden virtualmente y por la falta de internet, decidí hacer un sacrificio y mandar a todos a un colegio privado que cobraba 20 dólares por cada alumno durante la pandemia”.
La familia de Vanessa solo subsiste con el sueldo del esposo, quien es guardaespaldas. Pero durante la crisis, él se dedicó a hacer encargos en su moto porque no tenía empleo.
No es un caso aislado. A pocos pasos vive Martha, quien tiene 3 hijas, una graduada del colegio y las otras en edad escolar. Su familia también hace un esfuerzo para pagar un plan de internet con lo poco que ganan.
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“Soy ama de casa y mi esposo es comerciante, vivimos del día. Sería bueno que nos ayuden con conexiones más estables porque es un gasto extra que debemos asumir y la situación económica está difícil”, afirma.
Aunque se puede pensar que el problema de la falta de recursos para que los niños desarrollen habilidades tecnológicas solo recae en los hogares, no es así.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la mayoría de países no cuentan con una estrategia nacional de educación digital para desarrollar un modelo de educación a distancia que aproveche las nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC's).
¿Cuál es el panorama en Ecuador? Datos del Ministerio de Educación, del periodo 2020-2021 en 16 mil instituciones educativas activas, muestran que solo un poco más de siete mil tenían conectividad a internet para su uso.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la tecnología puede ayudar a que el mundo sea más justo, pacífico y equitativo. Quienes no están conectados siguen aislados de los cambios de esta nueva era y quedan aún más rezagados.
“Muchas de las personas que se quedan atrás son mujeres, ancianos, personas con discapacidad o miembros de minorías étnicas o lingüísticas, grupos indígenas y residentes de zonas pobres o remotas”, aseguran desde la ONU.
Para Isabel Solano, educadora y consultora independiente, con la pandemia, la educación y la tecnología dieron un salto del que no hay marcha atrás. Cree que el cambio total a la virtualidad agarró al sistema de educación desprevenido y en caso de no poder acomodarse ahora a las nuevas formas de enseñanza, tanto docentes como niños quedarían desplazados por el constante avance de la tecnología.
“Si pensamos que la tecnología sólo implica cambiar a una modalidad virtual, sería poco. Estos recursos deben ser un apoyo y no sustituir al docente. Ser un soporte constante en el proceso de enseñanza e incluso ayudar a llenar las necesidades de aprendizaje de cada alumno”.
¿Entonces cuál es el problema? Pese a que los recursos tecnológicos están presentes en varias actividades de la vida cotidiana, la brecha económica del Ecuador no permite que esté al alcance de todos.
“Hay hogares que todavía no tienen las tres comidas del día.. Es un problema porque la mayoría de nuestros niños fueron relegados académicamente en la pandemia porque no tenían internet o un dispositivo”, destaca Solano.
Aunque todavía no se ven las consecuencias reales, la falta de acceso supondría un problema o cierta desventaja en el futuro de estos niños, ya que las herramientas digitales están inmersas en el mercado laboral.
Jorge Albuja, docente-investigador de la Universidad Casa Grande, cree que ya no se puede hablar de una educación sin tecnología. “Las nuevas generaciones vienen acompañadas de la tecnología desde su nacimiento. Las propuestas educativas y las metodologías no pueden estar distantes de estos recursos porque no responderían a las diferentes realidades de los estudiantes”.
Hay iniciativas como Profuturo que buscan contribuir a que las niñas, niños y adolescentes de entornos vulnerables reciban una educación digital de calidad para acceder a la igualdad de oportunidades.
Este programa funciona en 40 países de Latinoamérica, El Caribe, África y Asia. En el 2018 llegaron a Ecuador y hasta el año pasado, cuentan con presencia en más de mil escuelas, ayudando a un poco más de 60 mil niños en su proceso de formación.
“Aplicamos nuestro modelo en cinco ejes: acompañamiento pedagógico, implementación de recursos, intercambio de conocimientos, dinamizar los espacios y un sistema de monitoreo y evaluación”, explican desde el programa.
Desde la Unesco señalan que las TIC's pueden complementar, enriquecer y transformar la educación. Además de ser el camino para brindarles a los niños una oportunidad de crecimiento y mejora de habilidades, la tecnología puede acelerar el avance hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4: Educación de calidad para todos.