¿Cómo ayuda la leche materna a combatir el cambio climático?
Apoyar la lactancia materna no solo genera beneficios nutricionales a los recién nacidos. Unicef calcula que si esta práctica es inadecuada se generan 340 mil millones de dólares anuales en costos de atención médica y pérdidas de ingresos en el mundo.
“Tenemos una cultura donde si una mujer se convierte en madre, se vuelve una carga. Eres la persona que no puede trabajar las ocho horas por dar de lactar o la que sale cuando su hijo se enferma”.
Doménica Santa-maría es especialista en Planificación Familiar y en esa frase resume la realidad de la lactancia materna, una práctica que fue declarada como derecho natural por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2016 pero que aún resulta un tabú en ciertos espacios ganados por las mujeres.
Santamaría explica que una de las razones por las que se deja de amamantar antes de lo deseado, es porque a las mujeres no se les brinda el tiempo ni el lugar adecuado. Y en un mundo ideal, la lactancia debería durar hasta que el niño y la madre se sientan cómodos.
De acuerdo con la Unicef, la leche de la madre es el único alimento que nutre a los niños completamente en los primeros seis meses de vida y les brinda una protección sostenida y completa hasta los dos años.
Además, en países con climas calientes como Ecuador, es indispensable para calmar la sed porque al darles otros líquidos, los pequeños aumentan el riesgo de padecer diarreas u otras infecciones.
La lactancia materna es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. ¿Por qué es parte de la sostenibilidad? Porque impacta en lo económico (dar de lactar no cuesta versus comprar fórmulas infantiles), ambiental (la leche materna es un recurso renovable y natural) y social (dársela a los recién nacidos reduce los riesgos de enfermedades y, por ende, los gastos en salud pública).
LO QUE CUESTA
La nutricionista y docente de la Universidad San Francisco de Quito, María Belén Ocampo, dice que además de los beneficios nutricionales, una de las ventajas de la leche materna es que es gratuita. “Una buena lactancia desde el inicio ayuda a que estas familias ahorren el dinero que se podría gastar en fórmulas infantiles y que lo utilicen en otros gastos de la familia”.
Además, la leche materna hace que menos niños se enfermen y, por ende, existan menos gastos hospitalarios, y esto influye en el presupuesto de un Estado, ya que podrían destinarse a otras atenciones médicas.
Por otro lado, la Organización Panamericana de la Salud indica que no es una sustancia contaminante porque reutiliza la energía de los alimentos que consume la madre, no depende de fuentes de financiamiento externas para su creación y no produce gases de efecto invernadero que impactan en el cambio climático.
En su informe “El costo de no amamantar”, Unicef calcula que la lactancia materna inadecuada genera 340 mil millones de dólares en costos de atención médica y pérdidas de ingresos cada año en el mundo.
¿Cómo es la situación en Ecuador? En 2014, el 46 por ciento de niñas y niños recibieron la leche materna como único alimento en los primeros seis meses de vida según la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), del INEC.
Cuatro años después, en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), el consumo aumentó al 62 por ciento. La meta del anterior Gobierno era llegar al 64 por ciento. Hoy no hay cifras actualizadas.
LACTANCIA Y PROFESIÓN
¿Es compatible que una mujer amamante a su hijo y a su vez no detenga su desarrollo profesional? Si bien ambas prácticas pueden convivir, las cifras marcan una tendencia.
En la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición se reconoce que la lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de vida es menor cuando una madre cuenta con estudios superiores versus bachilleres o educación básica.
¿Tiene relación con la búsqueda de superación profesional? “No sería correcto que una mujer tenga que sacrificar tiempo disponible de una etapa tan fundamental en aras de crecer profesionalmente. Me parece que eso sería una apuesta a muy corto plazo y no traería ningún tipo de retribución”, señala Roberto Estrada, especialista en temas laborales del IDE Business School.
Si bien indica que no ha visto casos así, reconoce que si hay alguien que quiera sacrificarlo, está en su derecho. “Si quiere hacerlo está bien, pero me parece algo muy extraño e improbable”.
El problema va más allá que buenas intenciones y es general. Unicef resume que solo el 40 por ciento de las mujeres cuentan con los beneficios más básicos en su lugar de trabajo. Es decir, no acceden integralmente a sus derechos de maternidad. Ser madre, en muchos casos, se convierte en un techo de cristal.
Las soluciones, desde el lado empresarial, toman forma. En casi dos años, el Ministerio de Salud registra la apertura de más de 12 mil salas de apoyo de lactancia, que se suman a los más de 60 lactarios en instituciones públicas. Un derecho fijado en un Acuerdo interministerial en 2019.
Los lactarios son salas habilitadas para que puedan extraer su leche y guardarla en un sitio higiénico. “Desde 2017 los implementamos para quienes retornaban de su periodo de maternidad. Quisimos darles un lugar seguro, privado y con lo necesario”, dice Cristina Pineda, subgerente de Asuntos Públicos y Sostenibilidad de Corporación GPF. El 70 por ciento de sus colaboradores son mujeres; de ese grupo 90 están en lactancia.
Sarah Salazar, especialista en derechos de las mujeres, señala que es necesario reconocer que los espacios laborales son sitios donde la gente pasa la mayor parte de su tiempo. Por ende, hay que garantizar que la calidad del entorno sea óptima, para que existan resultados positivos en el rendimiento de los trabajadores.
En esto concuerda Lida de Roditti, directora de Recursos Humanos de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES). “Tener un lactario (ellos lo colocaron en 2019) les permite a las colaboradoras estar más tranquilas en sus áreas de trabajo porque cuentan con un beneficio que les ayudará a continuar con la alimentación de sus hijos”.
En la UEES lo crearon a partir del total de su plantilla laboral, donde el 49 por ciento son mujeres y de esta cifra, el 78 por ciento tiene entre 19 a 49 años. Además, casi seis de cada diez estudiantes son mujeres, y el 99 por ciento están en edad fértil.
El reto no es solo crear lactarios sino generar políticas internas que faciliten el desarrollo profesional de las mujeres y su rol de madres. Que el tabú sobre ambas facetas no se convierta en un techo de cristal.