La dieta saludable más cara del mundo está en Latinoamérica: ¿qué pasa en Ecuador?
Alistarse para iniciar el día y salir a trabajar o estudiar es parte de la rutina de una familia ecuatoriana promedio, pero para Alberto Espinoza de 66 años, eso no es así de sencillo. Él se levanta a las cinco de la mañana y prepara a su nieto para ir a la escuela.
Junior tiene nueve años y nació con parálisis cerebral infantil. También tiene un 86 por ciento de discapacidad física, por eso permanece en silla de ruedas y todos los días Alberto debe estar pendiente de su bienestar.
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Los dos viven solos. La mamá de Junior se fue a Galápagos cuando él tenía tres años y desde entonces no la volvieron a ver. Su papá nunca estuvo presente, así que Alberto es el único al cuidado de este pequeño y eso le impide trabajar.
Para subsistir tiene 240 dólares mensuales que recibe del Bono Joaquín Gallegos Lara destinado a personas con discapacidad. Hablamos de ocho dólares diarios que Alberto estira al máximo para pagar luz, agua, Internet, transporte, utensilios de aseo personal y comida.
Solo para transportarse con Junior a sus terapias, por mes, gasta más de 150 dólares. “Tenemos que ir dos veces a la semana y nos cobran 20 dólares entre ida y regreso (viven en Socio Vivienda 3, uno de los barrios más olvidados de Guayaquil, y recorren 15 kilómetros para llegar a su cita). El dinero no nos alcanza. A veces compro a diario la comida porque sale muy caro hacerlo para toda la semana en las tiendas. Cuando no tenemos tanto dinerito hago sopita de queso, de hueso o de pollo, y el arroz acompañado de huevo o queso”, dice Alberto resignado pero sin perder su sonrisa.
No tener dinero suficiente para alimentarse no es un problema exclusivo de esta familia.
Más de 131 millones de personas en América Latina y el Caribe no tienen los medios suficientes para costear una dieta saludable, según el informe “Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición” realizado por el Programa Mundial de Alimentos y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO por sus siglas en inglés).
Para tener una alimentación saludable, de acuerdo con este mismo informe, una persona en Latinoamérica y el Caribe necesita, en promedio, cuatro dólares con ocho centavos para elaborar sus comidas. Aunque en Ecuador esta cifra es de tres dólares con 35 centavos, más del 30 por ciento de los ecuatorianos tiene un ingreso diario similar pero para alimentar a toda la familia (INEC, junio de 2024).
Para el hogar formado por Alberto y su nieto Junior, la inversión diaria para comer saludable debería ser de al menos seis dólares. Entonces, si ellos tienen un ingreso diario de ocho dólares, apenas tendrían un excedente de dos dólares para cubrir sus otras necesidades. En resumen, no les alcanza.
¿Pero qué es exactamente una dieta saludable? Es lograr una ingesta de 2.330 kilocalorías al día para satisfacer las necesidades de energía, de macronutrientes (proteínas, grasas, carbohidratos) y de micronutrientes esenciales como vitaminas, minerales y oligoelementos.
Una dieta saludable, además, debe tomar en cuenta factores como el sexo, edad, nivel de actividad física, el estado fisiológico de una persona y debe ser baja en azúcares libres, edulcorantes artificiales, sodio, grasas saturadas y grasas trans producidas industrialmente.
Una de las metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente. Para lograrlo, se necesita de una serie de acciones desde inversión, capacitación, transformación de los sistemas alimentarios y hasta transformación social.
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Julio Cruz tiene 53 años. Nació en Riobamba y cuando era un adolescente se mudó para Guayaquil. Hoy, tiene su propio negocio de víveres en el noroeste de la ciudad y lo maneja junto a su esposa María.
Los dos son muy queridos en el barrio por la solidaridad que los caracteriza a ellos y su negocio. “Trabajamos en unidad por una causa: servir. Sabemos que la situación es difícil en el país y por eso damos los precios más bajos del mercado. Hay personas que vienen con lo justo o que no les alcanza para comprar una comida completa y nosotros los bendecimos. Dios y nuestros clientes son la base de nuestro negocio”
Para ofrecer opciones más asequibles para los consumidores, él prepara unas funditas que contienen 10 tipos de vegetales y hortalizas cortadas en trocitos como el nabo, habichuela, coliflor, zapallo, zanahoria, choclo, melloco a solo 50 centavos.
Eso, funciona como una alternativa para preparar un locro de legumbres a bajo precio. Aunque esta es una buena alternativa para incluir variedad de vegetales en un plato, hay quienes no pueden costearlo siempre.
Si bien el informe del Programa Mundial de Alimentos y la FAO muestra que una dieta saludable en Ecuador cuesta tres dólares con 35 centavos por persona al día, Julio cree, desde su experiencia, que el costo es mayor.
Que Latinoamérica y el Caribe, quienes tienen menos de 700 millones de habitantes, tengan la dieta más cara del mundo es irónico. Desde la FAO se asegura que “su agricultura produce suficientes alimentos (en términos de calorías) para alimentar a 1.300 millones de personas. Además, la región es la mayor exportadora neta de alimentos del mundo”.
Para Ecuador, por ejemplo, la agricultura y la ganadería son la tercera actividad que más ingresos genera al país. Entonces, además del problema del ingreso económico de cada hogar, ¿por qué no se pueden tener menores precios para adquirir alimentos?
Al menos en el caso de Ecuador, para Rodrigo Gómez de la Torre, expresidente de la Cámara de Agricultura de la Primera Zona y analista agropecuario, se debe a la sobrerregulación, los costos de producción y los intermediarios en la cadena.
“En la producción de alimentos somos muy ávidos para generar regulaciones, poner precios mínimos y varios parámetros que nos vuelven ineficientes. Por ejemplo, las garantías al precio quiere decir que con una baja productividad tengamos una ganancia fija garantizada y esto nos vuelve cómodos. Sucede en la leche, maíz, arroz, azúcar y banano. Y, a la larga, esto afecta al precio final que reciben los consumidores”, detalla el especialista.
En cuanto a los costos de producción, el país se enfrenta a precios mucho más altos en mano de obra, maquinaria e insumos en comparación de otros países de Sudamérica.
En Colombia, por ejemplo, el mismo insumo agrícola que se compra en EE.UU. o Europa cuesta un 40 o 50 por ciento menos que en Ecuador. Un tractor también sale a casi el doble del precio que tienen en Colombia pese a que son importados del mismo país, con los mismos aranceles.
Luego están los intermediarios. “Los mercados deberían ser liberados del sector público para evitar a las mafias. Se necesitan cooperativas de productores con visión en el consumidor final. Es decir, que se agrupen, produzcan, empaquen e industrialicen de ser el caso y comercialicen su producto. Solo así se podrá transparentar la cadena”, destaca Gómez de la Torre.
Como si esto no fuese suficiente, también tenemos muy poca investigación local ya sea a través de entidades públicas o privadas. ¿Qué pasa si hay poca investigación? Los productos se vuelven de baja calidad y eficiencia.
Los países con los mayores niveles de pobreza y desigualdad son también los que tienen mayores dificultades para acceder a una dieta saludable. Esto a largo plazo, se traduce directamente en enfermedades como la Desnutrición Crónica que afecta al desarrollo de una persona, sobre todo, a niños que están en sus tres primeros años de vida.
Pero, si una dieta saludable es costosa, ¿cómo podemos acceder a opciones que nos nutran y sean asequibles?
“Algo que debemos tener en cuenta es que muchas veces los precios dependen de la región. Por ejemplo, si en la Sierra es más barata la papa, podemos incluir ese carbohidrato y mezclarlo con leguminosas como chocho, fréjoles o garbanzos. Un bistec de carne es también una buena opción porque tiene pimiento, cebolla y tomate. Le incluyes un huevo, un aguacate y ahí está un plato saludable”, explica la nutricionista Nohely García.
La especialista, además, asegura que no es necesario tener una ensalada para que una comida esté completa. Se pueden incluir vegetales en otras presentaciones como en las cremas. Pero, lo que sí se debe tomar en cuenta, es que siempre hay que añadirle algún tipo de proteína, carbohidrato, grasa saludable y no dejar de lado la hidratación.
“La alimentación es la base y la medicina para todo. Es muy importante saber cómo nutrirse, porque no es lo mismo ingerir 2.330 kilocalorías diarias de comida chatarra que de alimentos que te llenan de energía y previenen enfermedades como diabetes, obesidad, artritis, etc.”, detalla.
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Asegurar la disponibilidad de alimentos a precios asequibles no solo beneficia a las personas, sino que es el motor indispensable para el desarrollo de una sociedad. Por ejemplo, un niño bien alimentado podrá tener las habilidades necesarias para pasar por un proceso de aprendizaje completo y será más competitivo laboralmente en el futuro.
Pero esto no será posible si no se toman acciones enfocadas en las poblaciones más vulnerables, que se les hace imposible pagar tres dólares diarios por comida y por persona para poder alimentarse adecuadamente.