La historia detrás de la fotografía de Ecuador en portada de National Geographic
Hace más de 12 años, en la tierra que el sol acaricia más de cerca y donde el viento corre libre sobre los 5.000 metros de altura, un fotógrafo vio a una mujer indígena pastoreando sus ovejas en una escena que parecía de cuento; a su curiosa mirada ella le devolvió una sonrisa que él decidió inmortalizar a través de su lente. Hoy, esa imagen tomada en Ecuador encabeza una de las revistas más prestigiosas del mundo.
El fotógrafo es Manuel Avilés, un guayaquileño que parece no pertenecer a un solo lugar, sino al mundo que se ha dedicado a recorrer. Y la revista es National Geographic Travel, que en su última edición publica un especial de 50 páginas sobre Ecuador: maravillas naturales y cultura milenaria.
A través de este suplemento, más de 60.000 suscriptores en Reino Unido conocerán sobre la gastronomía ancestral de Ecuador, de su abundante biodiversidad y su colorida y única multiculturalidad. Se trata de una apuesta del Ministerio de Turismo, liderado por Niels Olsen, para atraer la visita de extranjeros que permitan fortalecer el turismo, reactivar la economía, y fomentar el sentido de pertenencia en Ecuador.
“Cuando venía bajando el Chimborazo me topé con esta señora de rostro cándido, muy sonriente, recuerdo que la primera impresión de ella fue sonreír y dejarse fotografiar”, narra Manuel, quien luego de ese viaje regresó tres veces, aunque no volvió a ver a la mujer. En la primera ocasión, su objetivo era subir hasta las minas de hielo junto al hielero Baltazar Ushca, pero la montaña lo superó y a su regreso ya en solitario, halló a la pastora.
La mujer pudo haber venido de Cuatro Esquinas, de Urbina o hasta de Sanjapamba, pueblos asentados en las faldas del coloso más alto del Ecuador. Estas comunidades convergen en un solo chaquiñán (sendero en quichua) hacia el Chimborazo, que todos los días y a cierta hora de la mañana, cobra vida con batallones de rebaños y mujeres pastoreándolos. Manuel lo describe como “una de las cosas más espectaculares que puedas ver”.
Aunque puede ser sencillo fotografiar a una persona, no es nada fácil retratarla. Se requiere más que las técnicas que se enseñan en las escuelas de fotografía y Manuel tiene un don especial, el de llegar a través de las palabras y tocar almas. Así lo demuestran las decenas de retratos que ha hecho a gente de diversas culturas y etnias, desde los wao de Bameno y las cantoras de arrullos en la Tolita, hasta las mujeres Kurdas, los cazadores Masái de la gran Sabana Africana y los temidos Mursi de Etiopia, temidos por fama injustificada, porque a Manuel le mostraron su lado más afable.
“Cuando vas a tomar fotos de gente lo último que tienes que hacer es tomar fotos de gente, sino esperar a que su alma salga a flote y de ahí puedes comenzar a disparar”, lo dice parafraseando a uno de sus fotógrafos preferidos, Steve MCcurry.
Ese don empezó a gestarse cuando Manuel vivió por 6 meses con los shuaras de Yaupi, en la Amazonía ecuatoriana. Él tenía 19 años y cuatro rollos de 35mm con 36 fotos cada uno. Fue hace 30 años, cuando la fotografía debía ser precisa, en un solo disparo te las jugabas todas.
“Creo que ha sido un cúmulo de años y experiencia como fotógrafo de gente, como amante de la geografía, de la historia y de la cultura, aprendes a ver cuál es el momento preciso para disparar, y cuándo es el momento de bajar la cámara y saber que perdiste, que no pudiste sacar el alma de la persona, quizá porque no quería ser fotografiada y si la persona no quiere ser fotografiada, no se toma”, dice Manuel, quien también es el presentador de la serie documental de Vistazo "Paraísos Escondidos del Ecuador", una iniciativa audiovisual que fomenta el turismo comunitario y ecológico, en lugares poco conocidos del país cuyos habitantes buscan alternativas contra la depredación de sus recursos naturales.
La foto portada de National Geographic fue elegida por el editor de la revista en conjunto con el Ministerio de Turismo, pero para Manuel fue la ideal, porque a Ecuador lo representa su multiculturalidad y su esencia son los pueblos originarios, cuyas costumbres parecen irse diluyendo en el tiempo. La fotografía es apenas un noble intento por inmortalizarlas.