La historia de Don Alfonso como vendedor de fideos antes de saltar a la pantalla
Alfonso Espinosa de los Monteros, trabajó como vendedor de alimentos en la ciudad de Ibarra, en la provincia de Imbabura. Esto ocurrió antes de introducirse al mundo de la comunicación.
Desde su adolescencia, Don Alfonso mostraba un fuerte vínculo con el mundo de la locución y radio por la influencia de su padre, quién era locutor. Tuvo que alejarse de la profesión que anhelaba para culminar sus estudios secundarios.
Con tan solo 11 años, un joven Alfonso Espinosa de los Monteros logró publicar un artículo escrito en el Diario El Comercio, este trataba sobre una aventura que realizó en el volcán Imbabura. Confirmando que desde muy joven su vocación era el periodismo.
A sus 17 años ingresó como locutor en la radio CRI de Ibarra. Luego decidió emprender hacia Guayaquil. Durante su estadía en el Puerto Principal logró ingresar en una emisora donde tenía un sueldo de 300 sucres mensuales, algo que Don Alfonso consideraba “bastante bien”.
La prioridad para sus padres era que terminara sus estudios secundarios antes de empezar su labor como profesional de la comunicación.
Así fue como el periodista abandonó Guayaquil rumbo a Ibarra a culminar sus estudios.
Durante su estadía en Ibarra decidió conseguir un trabajo, este no tenía ninguna relación con su actual profesión.
Uno de los amigos de Alfonso Espinoza poseía una pequeña fábrica de fideos y le permitió trabajar como vendedor de sus productos.
El periodista caminaba a pie en las calles de Ibarra con una bolsa sobre los hombros ofreciendo los productos en diferentes tiendas y mercados.
"Al principio me daba vergüenza, mis amigos, pero necesitaba el dinero y me dije que luego lo demás saldrá", recuerda Espinosa de los Monteros en una entrevista con Ecuavisa.
“Si mi amigo me hubiera ayudado con un carro para trasladar esos productos, posiblemente me hubiera quedado como empresario dedicado a la venta de fideos", aseguró Don Alfonso quién detallaba que recorría varias ciudades de la Sierra en unidades de Flota.
Sus horarios y actividades laborales eran complicadas. Los sábados empezaban a las 5h00 de la madrugada. Abordaba la Flota Imbabura para dirigirse a Carchi a distribuir sus productos. Su jornada laboral culminaba los domingos a las 20h00 cuando regresaba a Ibarra.
Tiempo después se presentó una oportunidad a el periodista de laborar dentro de una radio. Decidió aceptar el trabajo culminando así su “trabajo como vendedor de fideos”.