El colombiano Darío Fernando Patiño revela la faceta periodística de Gabriel García Márquez
"Ética y estética en el periodismo de García Márquez" es el libro que presentó en Ecuador el periodista colombiano Darío Fernando Patiño. Entre 1991 y 1997 formó parte del equipo de QAP Noticias, que tuvo entre sus directivos a Gabo. Patiño también colaboró con la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, que dirigió el maestro. Las múltiples facetas de García Márquez en el periodismo son rigurosamente documentadas en esta obra multimedia.
Ese nueve de abril de 1948 cambiaron muchas historias. Mataron al candidato liberal colombiano Jorge Eliécer Gaitán. Empezaron los disturbios y la violencia. Se desató el Bogotazo. Un estudiante dejó la carrera de Derecho, tras concluir el segundo año. “Comerás papel”, le pronosticó su padre. Gabriel García Márquez, así se llamaba el muchacho.
La pensión donde vivía el estudiante en Bogotá fue destrozada. Él optó por dejar la capital y la incipiente carrera de Leyes.
La tragedia del Bogotazo marcó el nacimiento de García Márquez, periodista. Su trayectoria como columnista, reportero, retratista, maestro y empresario es rigurosamente documentada en el libro “La verdad bien contada” del periodista colombiano Darío Fernando Patiño, con el aval académico de la Universidad Externado de Colombia.
Es una obra multimedia. Contiene un texto bien documentado y un conjunto de códigos QR, para descargar videos, entrevistas y audios. Por tanto se puede leer, mirar, escuchar y sentir, como lo explicó Darío Patiño, durante el lanzamiento en Quito, que se realizó en librería Rayuela, el tercer miércoles de enero.
“A los 19 años -siendo el peor estudiante de Derecho- empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso”. Así confesó García Márquez, en octubre de 1996, a un auditorio de empresarios de medios de América. La cita está recogida en la introducción de la obra.
Patiño, fiel a su vocación de reportero, se dio a la tarea de documentar el aporte monumental de García Márquez al oficio. Para ello entrevistó a una decena de periodistas y escritores que, como él, tuvieron la fortuna de compartir salas de redacción y distintos espacios de trabajo con Gabo. Patiño trabajó con él en QAP Noticias.
También colaboró en la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que mantiene vigente el legado de Gabo como maestro e impulsa a jóvenes periodistas a buscar la verdad y contarla bien. Patiño integra el Consejo Editorial de Vistazo y dirigió los noticieros de Ecuavisa.
La grabadora no piensa
En su exploración, Patiño descubrió al García Márquez ilustrador, que colaboró en el medio local Crónica. Al columnista novel de diarios regionales. El Premio Nobel de Literatura, en 1982, no interrumpió su trabajo de articulista.
Años más tarde, Gabo hablaría de esta faceta como un esfuerzo de “gimnasia mental” de escribir columnas entre novela y novela, “para mantener caliente el brazo”. En un taller con 12 periodistas iberoamericanos, en septiembre de 1995, compartía esa como la fórmula para mantener un pie en tierra. En ese evento, organizado por la FNPI de entonces (hoy Fundación Gabo) compartió la lectura del primer capítulo de su libro periodístico “Noticia de un secuestro”.
Por cierto, la única exigencia del maestro fue contundente: nadie podía usar una grabadora. Algo que él cumplía a rajatabla, “porque la grabadora no piensa”.
La dimensión de Gabo como reportero es riquísima. Patiño relata en el libro una historia fascinante, contada por el periodista y escritor Juan Gossaín. El primer trabajo netamente periodístico de Gabo debió ser escrito un 16 de julio, día de la Virgen del Carmen.
En un municipio del departamento de Bolívar se realizaba una procesión para la Virgen, pero terminó en disparos por parte de la Policía. García Márquez, enviado especial por El Universal, escribió: “Así fueron los hechos en la procesión de la Virgen del Carmen de Bolívar”, con el subtítulo: “Diez heridos en el tiroteo, entre ellos la Virgen del Carmen”.
Pero el reportaje que se reconoce como el primero en la antología de García Márquez es el de Medellín. En 1954 ocurrieron graves deslizamientos, que causaron muchos muertos. Gabo fue enviado por el jefe de El Espectador dos semanas después de la tragedia.
No conocía Medellín; estuvo a punto de renunciar y regresar a Barranquilla. Decidió ir al sitio. “Durante su trayecto se enteró que allí no vivía nadie y no podría hacer la mejor entrevista y se desalentó otra vez”, escribe Patiño.
Pero intuyó la posibilidad periodística que ofrecía el barrio con más muertos. Era gente que caminó varios kilómetros en busca de su muerte, ahí estaba el elemento dramático más interesante, describe el libro.
“De esa experiencia salieron tres reportajes publicados con gran despliegue y emergió el gran cronista. El de las fuentes múltiples, los datos precisos, los suspensos y el manejo maestro de los tiempos”.
La obra no soslaya los duros momentos en que el Gabo periodista no tenía qué comer. El cierre de los medios en los que colaboraba. Las represalias por sus posiciones políticas.
En uno de esos paréntesis de angustia, surgió “El coronel no tiene quien le escriba”. Como el coronel, García Márquez esperaba el cheque del pago.
García Márquez, Chávez y Shakira
Cuando García Márquez tenía 72 años, Shakira tenía 22. Había un abismo de medio siglo de diferencia. En su dimensión de retratista, Gabo escogió a esa estrella emergente que empezaba a vivir el esplendor de su carrera.
Según le contó a Darío Patiño el periodista Nelson Freddy Padilla, quien fue cercano colaborador de García Márquez, “Lo que más le llamó la atención fue cómo esta niña de veintipico de años recorría el mundo con su música y a su vez iba componiendo y cómo eso no la desestabilizaba. Eso le pareció impresionante”.
¿Volvería Gabo a retratar a una Shakira cuarentona que canta a todo pulmón sus desdichas amorosas y proclama que “las mujeres no lloran, las mujeres facturan? ¿Cómo cubriría el periodista la realidad bajo la distorsión de las redes sociales, los influencers y la posverdad?
El primero de febrero de 1999, García Márquez publicó un perfil en la revista colombiana Cambio. “El enigma de los dos Chávez”. Es el resultado de una conversación de tres horas a bordo de un avión y de una investigación de varios días, explica el autor de “La verdad bien contada”, Darío Patiño.
Es uno de los perfiles con más citas textuales, algo importante tomando en cuenta que Gabo tenía 72 años y no usaba grabadora. Además, Patiño resalta que el perfil contiene un párrafo premonitorio. “Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista que podía pasar a la historia como un déspota más”.
A García Márquez no le gustó este perfil. Este fue un rasgo recurrente de su obra periodística. No se declaraba conforme con el resultado impreso.