¿Cómo proteger el sector agrícola y frenar una crisis de alimentos?

Protección ambiental, gestión sostenible de la tierra y eficiencia de recursos son los pilares para mantener la seguridad alimentaria en el país. ¿Cómo contribuyen las empresas del sector agrícola?
Nicole Landín
Para preservar la seguridad alimentaria del país, los actores del agro interrumpen sus actividades para sembrar otro tipo de leguminosas. Con esto se incrementa la fertilidad de los suelos para las futuras generaciones.

Protección ambiental, gestión sostenible de la tierra y eficiencia de recursos son los pilares para mantener la seguridad alimentaria en el país. ¿Cómo contribuyen las empresas del sector agrícola?

En el período Neolítico se marcaron los pilares de lo que es el mundo actual: las sociedades dejaron de ser nómadas y se establecieron las primeras ciudades, se incrementó la población, se dieron las primeras luchas violentas por el poder y el mundo ganó más independencia. Se dejó a un lado la suerte y se dio paso a la agricultura y ganadería que transformaron la manera de alimentarnos. Pero, ¿qué pasaría si un día se despierta con la noticia de que se acabaron los alimentos?

Suena catastrófico, pero es algo que ya sucede. De acuerdo a un informe de Naciones Unidas, el mundo se enfrenta a una crisis alimentaria sin precedentes y sin final aparente. Las alteraciones climáticas, los conflictos como el de Ucrania y las presiones económicas provocan que el número de personas hambrientas aumente cada año a nivel mundial.

Para contrarrestar este problema, en el informe señalan que se necesita de cadenas de suministros más resistentes e incrementarla producción agrícola sostenible de alimentos.

¿QUÉ SE ESTÁ HACIENDO EN ECUADOR?

Ingenio San Carlos es una de las empresas que apuesta por mantenerla seguridad alimentaria a través del cuidado del suelo. Aunque se dedican al cultivo de caña de azúcar, cada cuatro a seis años, interrumpen esa actividad para sembrar distintas especies de leguminosas. Con eso mejoran las propiedades biológicas del suelo e incrementan su fertilidad. Esta no es una práctica cualquiera. Para que la agricultura sea sostenible, precisamente debe satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y a su vez, proteger el medioambiente para las futuras poblaciones.

Otra manera de hacerlo es con la labranza mínima. Es decir, que con la medición de las estructuras del suelo, la compañía determina la labranza que se necesita, de esa forma reduce la cantidad de horas que las máquinas trabajan, el consumo de combustibles y la emisión de gases de efecto invernadero.

Actualmente, San Carlos tiene más de 19 mil hectáreas propias bajo cultivo y otras 12 mil que les pertenecen a cañicultores en Babahoyo, Naranjito, El Triunfo y Marcelino Maridueña, en Guayas. Sus prácticas agrícolas como el uso de fertilizantes orgánicos, la cosecha sin quema, la conservación de residuos vegetales y la gestión de nutrientes; apuntan a cuidar el ambiente y a mantenerla producción agrícola a largo plazo.

¿Los beneficios económicos? Para Luis Ponce, gerente general de Nobis Fruit Company, las prácticas amigables con el medio ambiente quizás no resulten del todo rentables a corto plazo pero la situación cambia después.

“Al aplicar químicos, las tierras pierden sus valores nutricionales. Esto hace que en el futuro se tenga que gastar más dinero para la remediación o se pierda totalmente la fertilidad de las tierras y se pierdan los espacios de agricultura. Esto también puede ocasionar que la frontera agrícola siga creciendo y se pierdan espacios de bosques. Es toda una cadena”, explica.

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Desarrollar alianzas con los pequeños productores es la vía de las grandes empresas para incrementar la productividad en los cultivos y fomentarla conservación de los suelos.

USO RESPONSABLE

Los libros de Historia señalan que el hambre fue una de las primeras carencias de la humanidad. Y aunque esta situación es crítica, desde la Psicología se cree que los problemas de escasez generan eficiencia.

Shafir y Mullainathan exploran esta teoría en su libro “¿Por qué tener poco significa tanto?”, y señalan que cuando la escasez captura toda la atención, las personas cambian su forma de pensar y tienen un mejor desempeño para ocuparse de situaciones apremiantes. Esa es la historia de Yara.

Esta compañía de producción y comercialización de fertilizantes para agricultura sostenible nació en 1905 en respuesta a la hambruna emergente de Europa. Se estableció como una empresa global de nutrición de cultivos y hace 15 años llegó a Ecuador para tratar la salud de los suelos a largo plazo.

Su principal meta es promover el uso de fertilizantes minerales a base de nitratos que disminuyen la huella de carbono en los cultivos. “Como actores de la cadena alimentaria debemos producir responsablemente y descarbonizar la agricultura. Con estas soluciones, el agricultor reduce su emisión de gases de efecto invernadero y tiene un cultivo mejor balanceado a nivel nutricional, con más energía y resistencia”, explican desdela compañía.

¿La importancia? Cada minuto, el planeta pierde cuatro hectáreas de tierra cultivable. Por eso, las empresas de este sector dejaron de pensar solamente en la productividad y ahora también buscan alternativas para mantener la salud delos suelos y los cultivos.

Un ejemplo de eso es Cervecería Nacional. Con el uso de semillas de calidad, la prohibición de agroquímicos altamente tóxicos, la rotaciónde cultivos y la tecnificación para garantizarla productividad impulsan aque los agricultores de su programa “Siembra por Contrato” se familiaricen con la sostenibilidad.

“Esta iniciativa busca impactar positivamente en la vida de nuestros agricultores y desarrollar buenas prácticas agrícolas en la región. Estamos seguros que a través de estos dos ejes logramos el progreso de las actividades comerciales y del agro ecuatoriano”, comenta Sandra Cañizares, directora de Marca Corporativa y Sostenibilidad de Cervecería Nacional.

Hasta el momento, la iniciativa “Siembra por Contrato” está presente en ocho provincias del país con agricultores de cebada, maíz y arroz. Además, desarrollan varias alianzas para impulsar la conservación de los suelos, garantizar la seguridad alimentaria y las prácticas sostenibles.

Poner fin al hambre es uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por Naciones Unidas como meta al 2030, pero según la entidad, el mundo no está bien encaminado para lograrlo en el tiempo esperado. Para ayudar a los más de 135 millones de personas que padecen hambre severa, es necesario que la industria agrícola siga cambiando y apunte hacia el respeto por el medio ambiente.