Disciplina positiva: ¿cómo establecer límites firmes y amables con los niños?
'La mayoría de las personas que ahora somos padres de niños y adolescentes pertenecemos a la generación que fue criada con castigos, amenazas, chantajes y hasta golpes, por eso sabemos que eso no funciona', dice la psicóloga clínica, María José Jáuregui, certificada en Disciplina Positiva para Padres y Aulas.
Una de las preguntas que propone plantearse a los padres es: ¿Qué nos hace pensar que para que un niño se porte bien hay que hacerlo sentir mal? Este primer llamado generalmente lleva a los padres a entrar en una reflexión profunda sobre algunas ideas que se dan por sentadas acerca de la crianza de los hijos.
Es solo el inicio, a continuación compartimos algunos otros puntos que ofrecen un acercamiento a esta tendencia que se empezó a popularizar en los ochentas con la terapeuta Jane Nelsen, a partir de conceptos planteados por el psicólogo Alfred Adler en la primera mitad del siglo XX. Una de sus frases emblemáticas es 'Una batalla con un niño es siempre una batalla perdida'.
Justamente sobre cómo no convertir en batalla toda discrepancia entre lo que los hijos quieren o no quieren hacer versus lo que los padres quieren que hagan o dejen de hacer, la psicóloga Jáuregui plantea el siguiente enfoque. Si un niño elige un comportamiento que sabe que no es el adecuado porque se siente frustrado o triste, lo que se propone es aceptar y validar los sentimientos del niño.
Hacerlo sentir amado y seguro a pesar de lo que hizo y explicarle que su acción tiene consecuencias que debe afrontar. Durante el proceso y para culminarlo, recomienda ofrecer opciones para seguir avanzando.
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Si un adolescente no cumple las expectativas planteadas en un acuerdo previo con sus padres con respecto a su rendimiento académico en el que quedó establecido que frente a notas bajas no tendría acceso a su teléfono celular, el compromiso debe ser respetado.
Cuando empiecen los gritos, los reclamos y las frases hirientes, el padre o la madre deben mantener la calma y no engancharse con ese comportamiento descontrolado del adolescente y no transformarlo en una batalla de quien puede decir cosas que le duelan más al otro o en un juego de poder.
Advierte que no es fácil y que requiere mucha paciencia, pero el enfoque debe ser hacia el cumplimiento del acuerdo, algo en lo que no se puede ceder porque es lo que le permitirá a los hijos aprender a asumir las consecuencias de sus actos y a honrar los acuerdos a los que llega.
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A partir de ese momento se pueden ofrecer opciones para seguir, en el caso de este ejemplo podría ser cómo va a ser su rutina de estudios para recuperar las notas. Son pequeños pasos que sumados permiten obtener resultados a mediano y largo plazo, de acuerdo a la experiencia de quienes han implementado la disciplina positiva en la crianza de sus hijos.