La sábila mueve la economía del Valle de Intag
Las propiedades antioxidantes y antinflamatorias que ofrece la sábila y una tendencia marcada a llevar una vida saludable, mueve cada vez más la demanda de esta planta. En Ecuador, desde hace algunos años, sus áreas de cultivo han ido creciendo, especialmente en Imbabura, Pichincha, Tungurahua, Bolívar, Chimborazo, Guayas y Los Ríos, aunque oficialmente no existe una cifra exacta de cuántas hectáreas hay.
El Valle de Intag, ubicado en la provincia de Imbabura en las estribaciones occidentales de los Andes Ecuatorianos, es una región en la que ha florecido el cultivo de aloe vera gracias a la gran diversidad de sus microclimas. La Unidad de Producción Agropecuaria Aloe Vera La Florida fue la primera en dedicarse a esta actividad hace dos décadas.
Su propietario Tarquino Vallejos cuenta que se inició en el negocio motivado por el potencial que ofrecía el producto y que después de él más personas en la zona y del noroccidente de Pichincha se animaron a hacerlo.
Actualmente, posee 20 hectáreas de cultivo, 15 de ellas con certificación orgánica. El sello lo obtuvo con miras a expandir sus ventas, pero lamenta que en el mercado nacional no se valore este tipo de sellos y la inversión que viene detrás, al contrario de lo que ocurre a nivel mercado internacional.
Bajo su marca comercial Tava, este emprendimiento agroindustrial ofrece al mercado hojas de aloe vera, bebidas energizantes de horchata y noni con cristales de sábila, así como pulpa natural grado alimenticio, pulpa decolorada, gel decolorado de sábila para la industria cosmética y farmacéutica, jabón líquido, alcohol y gel desinfectante.
Su planta procesa la fibra de aloe vera de forma mecánica, tanto en su lavado, fileteado, despulpado y estabilizado. Vallejos destaca que para cumplir con todas las normas de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) adquirió maquinaria especializada para esta tarea.
“Nosotros también podemos producir filetes y cristales de sábila para el consumo de bebidas. La capacidad de producción en la planta es de 50 toneladas de producto al mes. Pero actualmente, solo se está trabajando al 20% de esa capacidad”, manifiesta.
Este productor señala que la pandemia afectó al negocio, pero confía en que la demanda se vaya recuperando. El año pasado esta empresa comercializó aproximadamente 50 toneladas en hoja y 100 en producto.
Entre los planes de la marca está colocar el producto en las perchas Europa y Estados Unidos, para lo cual ya se han establecido conversaciones. Otro objetivo es desarrollar nuevos productos como pulpas de fruta con mezclas de sábila.
En la misma zona de Intag está también la Asociación Artesanal Femenina de Producción Agrícola El Rosal (ASOFEPAR), esta agrupación se fundó en el 2004 y desde entonces se dedica a producir cosméticos a base de aloe vera y otros ingredientes, tales como shampoos, jabones, cremas y alcohol bajo desinfectante bajo la marca Naturaloe.
Su presidenta, Germania Haro, afirma que entre sus 10 socias reúnen aproximadamente cinco hectáreas de cultivo de sábila. Sus fincas -destaca- son agroecológicas lo que garantiza la calidad de sus productos y que no se utilizan químicos en su producción.
Su planta, ubicada en la comunidad de El Rosal, maneja procesos artesanales. “La extracción del aloe vera es manual, pero sigue estándares de calidad para garantizar la pureza del producto, el cual se extrae al instante siguiendo estándares de BPM. Por medio de la organización nos hemos capacitado para desarrollar nuestros productos con mayor calidad”, destaca.
ASOFEPAR produce actualmente alrededor de 5.000 unidades de producto al mes, tales como jabones artesanales de aloe vera puro o mezclado con papaya, hierba luisa y sangre de drago; cremas faciales y corporales; shampoos de aloe vera puro o con una mezcla de papaya y ortiga; y alcohol, este último se desarrolló hace poco y busca posicionarse en el mercado, gracias a su calidad bio y porque contiene aceite esencial de hierba luisa que no reseca las manos como el alcohol común.
Los productos de Naturaloe se comercializan bajo pedido a través de las tiendas orgánicas Camari de Ecuador y Estados Unidos, así como por sus redes sociales. La marca -comenta Haro- ha tenido buena acogida en el mercado, pero la crisis por el Covid-19 mermó sus pedidos. Antes de la pandemia vendían cerca de 3.000 unidades mensuales, pero ésta bajó a 600.
Entre los planes de la agrupación está abrirse al mercado europeo, a través de tiendas especializadas, una meta que prevén concretar para finales de año.
Mayor promoción
Los productos a base de sábila que se producen en Ecuador, a decir de Tatiana Guevara, no tienen nada que envidiar a las marcas importadas. Para la fundadora de El Savilar, esto pasa por un tema de promoción, pues el consumidor ecuatoriano desconoce de la calidad y beneficios que estos tienen y de que los costos también son más accesibles.
El objetivo de esta industria es sustituir la demanda de productos importados con una oferta local variada y de buena calidad. “El tema de promoción es en el que tenemos la debilidad a nivel nacional, en eso hay que hay que trabajar mucho”, recalca.
Esta marca nació en el 2014 con sus propios cultivos, pero desde hace algunos años incluyó a pequeños agricultores del Valle de Intag, a los cuales dotó de la planta, a fin de que tengan una alternativa de cultivo y puedan generar ingresos económicos para sus familias, una economía colaborativa que reúne 20 hectáreas de plantación.
Al principio, la oferta de El Savilar era únicamente de hojas al granel, pero con el tiempo creó nuevos productos, pero sin perder la esencia de cien por ciento sábila, tales como gel, pulpa y sábila en polvo. La pandemia impulsó a esta empresa a desarrollarlos.
“Ahora estamos enfocados en el ámbito alimenticio, estamos desarrollando líneas de bebidas saludables, pero a futuro también queremos hacer una línea cosmética e incursionar en medicina natural. Esperemos este 2022 poder ofrecer un mayor catálogo”, expresa.
Desde el 2020 los productos de El Savilar se comercializan en las cadenas de supermercados, los ítems de mayor salida son las pulpas naturales. Éstas, asegura Tatiana Guevara, tienen un sabor agradable lo que hace mucho más fácil su consumo.
Otra de las metas de la empresa es contar con su planta propia. La marca se produce en una fábrica de Quito, pero bajo sus requerimientos y formulaciones.