La industria pesquera enfrenta los estragos del COVID-19

Carolina Farfán
La capacidad de procesamiento de las plantas pesqueras bajó a un 30 por ciento en las primeras semanas de la emergencia sanitaria por el COVID-19. Foto: José Dimitrakis

En 2019, la industria pesquera nacional exportó 434.000 toneladas métricas de atún y pescado fresco, enlatados, harina de pescado y otros elaborados del mar, que sumaron 1.591 millones de dólares, generando empleo a 108.000 personas.
 
Sin embargo, en el presente año el panorama cambió, pues el sector se ha visto afectado por la emergencia sanitaria y la cuarentena obligatoria que vive el país para frenar la propagación del COVID-19.
 
Mónica Maldonado, directora ejecutiva de la Cámara Ecuatoriana de Industriales y Procesadores Atuneros (CEIPA), explica que el impacto del coronavirus ha sido muy marcado para el segmento procesador, ya que en su mayoría requiere trabajo presencial.
 
Las empresas se han visto en la necesidad de reestructurar sus turnos de producción, aplicando protocolos de bioseguridad y modificando la ubicación de los operarios dentro de las líneas de procesos.
 
En el Ecuador, las principales compañías conserveras de atún están ubicadas en Guayas, Santa Elena y Manabí, concentrándose en esta última provincia el 60 por ciento de la oferta exportable.
De acuerdo con un informe de la CEIPA, la capacidad de producción de la industria (procesamiento y envasado) alcanza las 500.000 toneladas de atún en crudo, sin embargo, en la actualidad ese indicador ha bajado en un 30 por ciento, lo cual también afecta a las exportaciones.
 
Los principales inconvenientes presentados, según Maldonado, son la falta de geolocalización de las zonas de riesgos de las poblaciones de donde proviene la mayor parte de operarios, y la aplicación del cordón epidemiológico en dichas zonas.
 
No obstante, indica que las empresas procesadoras atuneras cumplen con las normativas nacionales e internacionales de inocuidad sanitaria, alineadas al Codex Alimentario, protocolos de bioseguridad y la Normativa de Seguridad de Riesgo en el Trabajo, permitiendo mantener el cuidado de la salud de los trabajadores.
 
Mientras tanto, en el sector pesquero artesanal, la emergencia sanitaria está afectando el ingreso económico de las familias que se dedican a esta actividad, debido a que en la mayoría de los casos han decidido no salir a sus faenas por temor al contagio y la falta de insumos para realizar su trabajo.
 
El Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca (MPCEIP) menciona que, aunque no existe una prohibición de realizar la actividad, los pescadores también se han visto perjudicados con la alimentación en sus hogares, ya que la pesca artesanal además de ser su único ingreso económico, es el primer producto de su canasta básica.
 
Sector exportador
En enero y febrero del presente año las cifras de exportación no son desalentadoras, ya que el sector exportó vendió 70.000 toneladas métricas, equivalentes a 250 millones de dólares.
 
La Cámara Nacional de Pesquería indica que las exportaciones del primer trimestre aún no evidencian una afectación en el comparativo interanual, debido a que las ventas se negocian con meses de anticipación, por lo que no es un indicador para evaluar los efectos recientes de la pandemia.
 
Sin embargo, Bruno Leone, presidente del gremio, explica que el gran ausentismo de trabajadores del sector procesador, así como las afectaciones a la cadena logística y de suministro generarán problemas en la capacidad de atender la demanda externa, ya que el atún se lo vende procesado -en conserva- por lo que es más duradero y por el momento tiene mejor respuesta en el mercado durante esta crisis.
 
Otro problema que se ha registrado en el segmento de pesca fresca es la afectación de los precios a nivel de puerto, ya que hay flotas que decidieron paralizar sus actividades para evaluar la situación.
 
Asimismo, Leone indica que la industria de harina de pescado y de pelágicos pequeños que estaba en veda hasta el 10 de abril, solicitó a la autoridad pesquera ampliar la paralización por 30 días. “Estos son sectores cuyas ventas se han visto severamente afectadas en las primeras semanas de abril”, explica.
 
Alternativas de mejoras
Con la caída de las ventas y de la productividad del sector, las medidas que den liquidez a las empresas son prioritarias. Por ello, Bruno Leone indica que se ha planteado la necesidad de que la banca pública y privada busquen mecanismos para refinanciamiento de la deuda existente y nuevas líneas de crédito, no solo a pymes sino también a empresas grandes.
 
“Mantener la dinámica del sector productivo exportador debería ser una de las prioridades, más aún con el desplome de los ingresos por petróleo. En tal sentido, se ha solicitado que se apliquen incentivos que ya existen tanto en la Ley de Fomento Productivo como en la Ley de Simplicidad y Progresividad Tributaria”, destaca.
 
Por su parte, el MPCEIP trabaja en la construcción de “Mesas de emergencias pesqueras”, que estarían conformadas por instituciones públicas y privadas afines a la actividad y dirigentes del sector pesquero, con el objetivo de encontrar soluciones a corto plazo que mitiguen los estragos ocasionados por el COVID-19.
 
*Más información en el Especial de Industria Pesquera de Revista Enfoque que circula junto a Revista Vistazo.