Ecuador busca impulsar la minería responsable
Una minería que no solo sea beneficiosa para el país, sino que también sea sustentable y responsable con el medio ambiente, es lo que buscan las autoridades en Ecuador, a través de una política sectorial donde se ve a la actividad ilegal como una amenaza a la seguridad del estado.
Actualmente, el país cuenta con un amplio marco normativo encabezado por la Ley de Minería donde -entre otros- se establecen los requisitos que deben cumplir las compañías para poder ejecutar actividades extractivas en territorio nacional, así como las sanciones en caso de incurrir en alguna falta.
El artículo 9 de dicha norma especifica que “para ejecutar las actividades mineras se requieren de manera obligatoria, actos administrativos motivados y favorables otorgados previamente por: a) Del Ministerio del Ambiente, la respectiva licencia ambiental; y, b) De la Autoridad Única del Agua, respecto de la eventual afectación a cuerpos de agua superficial y/o subterránea y del cumplimiento al orden de prelación sobre el derecho al acceso al agua”.
Para ello, previo al inicio de sus operaciones, los titulares de derechos de estos proyectos deben presentar estudios o documentos ambientales, para prevenir, mitigar, controlar y reparar los impactos ambientales y sociales derivados de sus acciones.
La Agencia de Regulación y Control de Energía y Recursos Naturales No Renovables (ARCERNNR), es el órgano encargado de velar por el cumplimento de la ley, así como de la vigilancia, inspección, auditoría, fiscalización, intervención, control y sanción en todas las fases de la actividad minera. Durante el 2022, realizó 1.018 inspecciones y hasta abril pasado había ejecutado 131 supervisiones técnicas.
María Eulalia Silva, presidenta ejecutiva de la Cámara de Minería del Ecuador (CME), está convencida de que en el país es posible impulsar una minería responsable, pues las empresas además de la normativa ecuatoriana, cumplen con estándares internacionales. “Se hacen monitoreos bióticos y se generan viveros para ir recolectando especies vegetales con las que se irá revegetando los espacios que a futuro se intervengan”, indica.
De igual forma, explica que el agua que entra a la concesión es monitoreada en sus niveles físicos y químicos, una vez adentro se la utiliza en procesos industriales o domésticos de campamento y se la reutiliza las veces que sea necesaria; solo es devuelta al ecosistema después de un monitoreo avalado por un laboratorio externo que determine que los niveles son iguales a los que tuvo el líquido al entrar.
“Los procesos de tratamiento del agua son tan buenos que en muchas ocasiones estamos devolviendo al ecosistema el agua en mejores condiciones de las que fue tomada”, destaca.
No obstante, la representante de la CME, resalta que hay compañías que llevan adelante sus propias iniciativas y también se han unido a otras como TNFD (Task Force on Climate-related Financial Disclosures) proveniente de las Naciones Unidas, donde se establece un marco para que las decisiones financieras que tomen las mineras tengan un componente de conservación.
Para Samantha Jiménez, profesora de Ingeniería de Minas de la Espol, el país ha dado pasos importantes para desarrollar una industria responsable, enmarcada en el respeto ambiental; con mayor regulación y control; inclusión de las comunidades; desarrollo social; control de la minería ilegal y la erradicación del uso de mercurio. Sin embargo, quedan otros desafíos por superar. “Se debe concluir el Anteproyecto de Ley Orgánica de los Recursos Hídricos, Usos y Aprovechamiento de Agua en el Ecuador, el Proyecto Regulatorio para el Control de las Actividades Mineras que Puedan Afectar a la Cantidad y Calidad de Agua de los Cuerpos Hídricos Superficiales, se debe regular la construcción y operación de presas de relaves en pequeña minería, y la gestión de los pasivos ambientales mineros”, explica.
La catedrática asegura que -desde la academia- se aprecia el interés de las empresas por realizar estudios que permitan optimizar sus procesos, implementar tecnologías limpias, evaluar los impactos potenciales de la actividad sobre el medio y la población e implementar mejoras en la gestión de los residuos mineros.
El desarrollo tecnológico ha sido clave para lograr una actividad sostenible. Hoy en día, se aplican sistemas de tratamiento avanzados para eliminar la carga contaminante de los efluentes mineros; otros se han enfocado en la revalorización de los residuos; y existen innovaciones que han mejorado el monitoreo y control en tiempo real, para evitar catástrofes medioambientales.
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