Aporte científico de las universidades en la pandemia
Luego de que el 12 de enero del 2020, China hiciera pública la secuencia genética del virus causante del COVID-19, la atención científica, a nivel mundial, se encontraba volcada para conocer el avance y desarrollo del nuevo coronavirus. Con la información preliminar que había al respecto, la academia universitaria de Ecuador también empezaba a estudiar al virus para compartir información a sus estudiantes y a la población en general.
Paul Cárdenas, investigador del Instituto de Microbiología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), recuerda que cuando en Quito se registró el primer paciente confirmado, una estudiante de doctorado de microbiología de la USFQ pudo analizar la muestra y realizar el secuenciamiento del virus SARS 2 del COVID-19. Tres días después, la universidad ya tenía la secuencia del virus y desde ese momento el equipo de investigadores de este proyecto empezó a realizar un análisis genómico de lo que sucedía alrededor del mundo.
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El análisis de secuencia del genoma es similar a realizar un análisis de la huella digital del virus y lo que hacen los investigadores es determinar una secuencia de genes que les permiten definir varios aspectos, entre ellos cómo funciona, sus cambios y qué lo hace reaccionar de manera diferente. Para ello, la USFQ contacta a los hospitales de las 24 provincias, envía los reactivos y costea los gastos de transporte para que las muestras lleguen hasta su laboratorio, y además de este análisis realiza diagnósticos PCR para detectar la existencia del virus en pacientes.
Durante más de un año y medio desde la llegada de la pandemia a nuestro país, Paul Cárdenas menciona que los principales hallazgos realizados en investigación ha sido colocar al Ecuador en el mapa de vigilancia genómico. “Fuimos el tercer país en Latinoamérica que empezó a realizar este tipo de análisis, seguido de Chile y Brasil. También fuimos el cuarto país en el mundo, en identificar una reinfección lo cual nos llevó a publicar nuestra investigación en la revista científica The Lancet”, indica. Por otro lado, la experiencia de su equipo de investigación le ha permitido capacitar a otras universidades nacionales.
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Una de ellas es la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), la cual inicialmente contaba con un laboratorio de investigación de biología molecular y tuvo que ser adaptado para cumplir con las exigencias de un laboratorio de diagnóstico. En la época pico de la pandemia este departamento llegó a procesar 450 muestras por día, mientras que en el proceso de vigilancia genómica del SARS-CoV-2 su equipo ha identificado más de 15 variantes genómicas del virus. Fernando Espinoza, director general de Investigación de la UEES, menciona que el equipo humano en la primera fase de la emergencia sanitaria contó con tres Ph. D. expertos en biología molecular, un médico especialista en laboratorio clínico, tres estudiantes de doctorado y tres graduados en las diferentes áreas de trabajo.
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La adquisición de equipos como termocicladores, de última generación, robots para la extracción RNA del virus, congeladores, centrífugas, agitadores, micropipetas, cámaras de flujo laminar y dos secuenciadores de ácidos nucleicos representó para la universidad una inversión de medio millón de dólares y otro medio millón en insumos para las pruebas y la vigilancia genómica del SARS CoV-2.
Proyectos de investigación
Ante el colapso de los sistemas de salud a inicios de la emergencia sanitaria, la Universidad Católica de Cuenca aportó con el proyecto de investigación “Cuidando Héroes”, realizado por profesionales especializados del Centro de Innovación, Investigación y Transferencia Tecnológica.
La iniciativa permitió elaborar 2.500 máscaras de protección facial 3D para el personal de salud de primera línea de los hospitales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social y del Ministerio de Salud Pública.
Diego Morales, coordinador del laboratorio de Economía Circular de la Universidad Católica de Cuenca, indica que también docentes y estudiantes de la institución construyeron dos prototipos ambu automatizados y otros 10 fueron elaborados en conjunto con la Universidad del Azuay y el hub del sur de la Senescyt. “Estos prototipos fueron validados por el personal experto de las áreas críticas de diversos hospitales de Cuenca y se utilizaron como dispositivo de emergencia para atender a pacientes con dificultad respiratoria que necesitaban asistencia mecánica, ante la falta de ventiladores mecánicos mientras duraba la emergencia sanitaria”, explica Morales.
Adicional a ello, docentes y estudiantes de la maestría de energías renovables y de la carrera de ingeniería eléctrica construyeron 15 túneles de desinfección.