Ecuador impulsa una industria acuícola más sostenible
El interés por adoptar prácticas sostenibles en la cadena productiva del camarón ha venido creciendo en la última década. El reemplazo de combustibles fósiles, la optimización de los recursos, la reducción de emisiones y las certificaciones son algunas de las acciones que se están tomando en Ecuador para alcanzar una producción más responsable.
La implementación de la certificación ASC (Aquaculture Stewardship Council), por ejemplo, es uno de los requisitos que cumplen las camaroneras para diferenciarse en mercados exigentes como el de Europa, Estados Unidos y China, donde se exigen calidad, inocuidad, bioseguridad y buenas prácticas ambientales y sociales. A nivel nacional se estima que 22 de ellas ya cuentan con el sello ASC.
Un productor camaronero que está en proceso de obtenerlo es Grupo Vasco, esta compañía ha trabajado previamente en impulsar un Programa de Mejoramiento de Camarón en sus fincas de Yaguachi, Puná, Taura y Sabana Grande. Esta iniciativa incluye la eliminación total de antibióticos en la producción y la implementación de un proceso de biorremediación de sus afluentes.
En este último, explica el gerente de producción, Mathias Eguiguren, emplea bacterias beneficiosas que descomponen la materia orgánica para mejorar la calidad del agua, reducir la necesidad de vertidos y minimizar el impacto en los ecosistemas circundantes.
Para reducir sus emisiones de CO2 implementó además sistemas de recirculación y tratamiento de agua, motores de bombeo y aireadores eléctricos. “Hemos destinado un porcentaje de nuestras instalaciones a la protección de manglares, ecosistemas vitales que proporcionan hábitat para diversas especies... trabajamos con el Ministerio de Ambiente para proteger la Reserva Natural de Churute para evitar la deforestación y en la isla Puná junto al Bosque Protector protegemos para que no exista tala de manglar”, asegura Eguiguren.
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Los laboratorios también están apuntando a la sostenibilidad. La Sustainable Shrimp Partnership (SSP) y la Cámara Nacional de Acuacultura (CNA), a través del programa Scale Up, están trabajando con los laboratorios de larvas para mejorar las prácticas en el sector.
Desde febrero pasado que se abrió, hasta la fecha, 17 de estos establecimientos se han sumado a esta iniciativa, entre los aspectos que se han abordado están la reducción del riesgo de escape de las especies, la optimización de la alimentación de los camarones y la implementación de planes para reducir el consumo de energía, agua y otros recursos.
“Otro aspecto, es asegurar que los laboratorios que participan en Scale Up sean libres de ablación, lo cual asegura el bienestar animal. Además, estamos promoviendo nuevos métodos para la decapsulación de la artemia, eliminando el uso de químicos que pueden ser dañinos para el medio ambiente y para los operadores”, asegura la directora de SSP, Pamela Nath.
Los participantes del programa han recibido inspecciones en campo donde se identificaron varias áreas con potencial de mejora, entre ellas la optimización del agua que, aunque es un proceso costoso y demanda espacio, es una oportunidad para implementar soluciones más eficientes y sostenibles. Asimismo, la gestión de desechos plásticos ofrece otra alternativa para innovar.
Los laboratorios que participan en Scale Up obtienen un reconocimiento respaldado por SSP y la CNA que confirma su cumplimiento con los estándares establecidos en la Guía Técnica para la Sostenibilidad de Laboratorios de Producción Larvaria, protocolo que fue revisado por World Wildlife Fund (WWF), The Nature Conservancy (TNC) y otras organizaciones.
“Una vez logrado, el impacto para los laboratorios será significativo. Podrán vender sus larvas a camaroneras certificadas bajo el estándar de ASC, lo que les abrirá nuevas oportunidades comerciales. Además, lograrán una producción más eficiente y responsable, con mejoras en la supervivencia de las larvas y el cumplimiento de estándares internacionales”, resalta Nath.
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Los productores de piensos también son protagonistas de los cambios que está teniendo la cadena productiva del camarón. Skretting, por ejemplo, se convirtió en la primera planta de fabricación de alimento balanceado en Ecuador en alcanzar una operación ecoeficiente.
En agosto pasado, recibió por segunda ocasión la certificación ambiental Punto Verde con mención en Eco-Eficiencia. El uso de tecnologías limpias, la optimización de recursos y la reducción de residuos fueron clave para este reconocimiento.
En la Planta Galápagos se instalaron calderos de última tecnología para reducir el consumo de bunker, se optimizó el uso del agua y energía eléctrica con secadores automatizados de alta eficiencia y se sustituyó los sacos de 50 kg por Big Bags.
Estos cambios, explica la gerente de calidad de Skretting Latam, Karina Briones, permitieron reducir el consumo de combustible en un 15,4 por ciento, comparado con la línea base del 2018; así como la generación de desechos plásticos en un 47,79 por ciento y el consumo energético en un 12,45 por ciento.
A mediano y largo plazo Skretting prevé reemplazar el combustible por gas natural, obtener una certificación energética y promover proyectos de economía circular sobre los desechos reciclables generados.
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