¿Quién es Lisseth Ayoví? Esta es la historia de 'la sonrisa del Ecuador'
Lisseth Ayoví fue una de las deportistas más destacadas de los Juegos Olímpicos París 2024. No ganó una medalla, pero se robó el corazón de todos los ecuatorianos. Detrás de ella hay una inspiradora historia de superación. Atravesó varios obstáculos para llegar a la cita ecuménica y hoy es un faro de esperanza para muchos niños.
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Alegre, sociable y auténtica, así se define la atleta de 26 años, quien logró el cuarto lugar en la categoría +81 kilogramos de levantamiento de pesas. Con ello, se hizo acreedora a un diploma olímpico. No obstante, su participación destacó por el entusiasmo y pasión que irradiaba al salir a competir, a tal punto que muchos la denominan ‘la sonrisa del Ecuador’.
“Estoy muy agradecida por toda la acogida que me han dado, los buenos comentarios, no me lo esperaba”, aseguró Ayoví en entrevista con Vistazo. Agregó que seguirá luchando para que las próximas olimpiadas de Los Ángeles 2028 sean su revancha.
Originaria de Machala, provincia de El Oro, creció en el barrio Nuevo Pilo, en cuyas calles jugaba la pequeña Lisseth junto a sus amigas de la zona. Fue la cuarta de seis hermanos.
Comenzó a los 10 años en el mundo de la halterofilia mientras acompañaba a su hermana mayor, quien también practicaba ese deporte. “Al inicio lo hacía por distraerme, jugar, salir a la calle, pero al pasar el tiempo tuve mi primera competencia, gané y me gustó”.
Sin embargo, en su trayectoria debió rebasar varios obstáculos. Cuando era niña le quitaron una beca de 50 dólares porque se trasladó a otra concentración deportiva en Guayaquil. Además, tuvo que escoger entre los estudios y el deporte. Prefirió este último porque con eso se mantenía.
“Quería tener mis cosas, mi casita, y ayudar a mi familia. Ese fue el mayor impulso para seguir hasta donde estoy”, narró la joven.
Lisseth recuerda que empezó a tener conciencia sobre la importancia de su preparación cuando ganó medallas en campeonatos panamericanos y sudamericanos, en donde incluso consiguió récords. La primera presea dorada la logró en el Campeonato Mundial Juvenil de Levantamiento de Pesas de Lima (Perú) en el 2015. “Tuve una sensación muy bonita al representar al Ecuador”, rememora.
Los récords y medallas no pararon en los años posteriores. Incluso al finalizar el proceso de clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, la machaleña constaba en el ranking de las 10 mejores del mundo, pero no asistió a la cita ecuménica.
Su boleto dependía del reglamento internacional, que solo permite que cada país lleve un máximo cuatro deportistas de una misma rama. Las autoridades olímpicas prefirieron darle prioridad a Neisi Dajomes, Tamara Salazar, Angie Palacios y Alexandra Escobar, quienes lograron una destacada participación en aquella edición.
“Yo ya no quería saber nada de las pesas porque sí me daba coraje. Había cumplido con todos los requisitos y luego me dijeron que no”, señala Lisseth, quien pensó en retirarse, pero recibió el apoyo de sus allegados y decidió seguir luchando hasta alcanzar su sueño de llegar a unas olimpiadas.
Lo que vino después fueron logros mucho más grandes. Estuvo en el podio de varias competencias sudamericanas, panamericanas y mundiales. En el Campeonato Mundial del 2023 en Arabia Saudita alcanzó tres preseas de bronce y consiguió sus mejores marcas para ir a París 2024.
No obstante, antes de llegar a las olimpiadas, tuvo que superar otro obstáculo: una lesión en su rodilla. En el último panamericano conquistó tres medallas de oro, pero en su último intento con el afán de mejorar su marca sufrió un accidente.
“Me vi perdida, mi mundo se apagó totalmente. En el futuro ya no veía nada. Pensé que me iba a quedar inválida, pero Dios escuchó mis oraciones y me recuperé muy rápido. No hay mejor médico que Dios”, narró la joven.
En París 2024, Lisseth levantó un impresionante total de 283 kg (123 kg en arranque y 160 kg en envión), con lo cual obtuvo un merecido diploma olímpico al finalizar en la cuarta posición de la clasificación general de los +81 kg de halterofilia.
Pero lo que más llamó la atención es su contagiante alegría. Mientras esperaba su turno, cantaba una alabanza: “Aunque no pueda ver estabas obrando. Mi Dios así eres tú”. La deportista reveló que es cristiana evangélica y antes de sus competencias siempre se entrega a Dios. “Le pido a sea su voluntad y acepto todo lo que venga”.
Después, al entrar al escenario, su sonrisa acaparó los reflectores y, a pesar de que no logró una presea, se llevó una ovación del público. “Me emocioné mucho y me metí en el papel. Yo fui a disfrutar y así lo hice”, confesó. La sorpresa fue mayor al regresar a su tierra natal. Fue recibida en medio de aplausos y cánticos. De hecho, el alcalde de Machala, Darío Macas, le cumplió su sueño de tener una casa propia.
Lisseth comentó que ahora más que nunca seguirá preparándose y cumpliendo sus metas. Desea viajar por el mundo y terminar sus estudios. En el futuro se visualiza como entrenadora de levantamiento de pesas. Quiere inspirar a las nuevas generaciones.
“El deporte no es fácil, pero cuando usted tiene constancia y perseverancia se va a lograr porque los resultados no son de la noche a la mañana. El proceso es muy largo. La calle no es vida, el deporte te cambia la vida totalmente”, afirmó la halterista.