El deporte de Guayaquil: cómo perdió protagonismo y todo se volcó al fútbol

En el siglo pasado, Guayaquil fue el epicentro del desarrollo deportivo del Ecuador. Campeones de béisbol, natación, tenis y atletismo se consagraban en la Perla del Pacífico. Hoy es una realidad distinta.
Miguel Alvarado
Para cualquier evento deportivo juvenil, las gradas están compuestas únicamente por familiares, amigos y los participantes de la competencia. Esta realidad se palpa en cualquier deporte, incluso el fútbol.

En pleno recreo de colegio, un lunes en la tarde, un grupo de amigos está organizando qué hará durante la semana al salir de clases. Para el martes y jueves saldrán al estadio Yeyo Úraga para ver los partidos de béisbol del torneo local. El miércoles asistirán al partido nocturno del baloncesto provincial en el recientemente inaugurado Coliseo Voltaire Paladines. Todavía está por definir si irán todos o solo un par al encuentro del viernes. Lo seguro es que el domingo se encontrarán, acompañados de sus padres y tíos, en la general sur del Estadio Modelo para la dupleta de Barcelona contra Emelec y 9 de Octubre contra Patria. Y también esperan tener suerte para que ellos los acompañen el sábado al Ramón Unamuno para ver los partidos de ascenso a Primera División del Campeonato Ecuatoriano de Fútbol.

Estamos en 1965 y el deporte tenía un valor muy significativo en la cultura guayaquileña. La ciudad fue el epicentro de las primeras gestas deportivas a nivel nacional, así como de los primeros logros. Eso ha ido cambiado con el paso de los años. Atrás quedó la Hazaña de Lima en 1938 cuando Ecuador hizo historia al ganar el Campeonato Sudamericano de Natación. Por la radio, los guayaquileños escucharon como sus cuatro nadadores rompieron los pronósticos y se trajeron el primer torneo internacional en la historia del país. Menos recordadas son las proezas de Francisco Segura en el tenis, o cuando Jorge Delgado y Mariuxi Febres-Cordero dominaban las piscinas de toda América. Incluso pocos se acuerdan cuando Ecuador fue bicampeón sudamericano de béisbol en 1966, y que se dio la vuelta olímpica en Guayaquil.

Ahora solo el fútbol ocupa las portadas de los medios y parece que para Guayaquil una buena temporada es únicamente cuando Barcelona o Emelec quedan campeones de la LigaPro. Varios factores inciden en esta nueva realidad porque a pesar del oro y la generación dorada que vive el deporte local, se observa y conoce menos entre los guayaquileños.

El último título internacional que se logró en Guayaquil fue el bicampeonato sudamericano de béisbol que la selección ecuatoriana conquistó en 1966.

Uno de los principales motivos es la oferta. En 1971 se dio la primera transmisión en vivo por televisión de un partido de fútbol, entre Barcelona y Unión Española de Chile. Pero hasta entonces, todo evento deportivo solamente se lo podía disfrutar asistiendo al estadio, coliseo o cancha donde se jugó. Además, el deporte era la principal actividad recreativa de la ciudad hasta la mitad del siglo pasado.

“Era una Guayaquil donde no había centros comerciales, recién se estaban construyendo los parques, y moverse dentro de la ciudad era como viajar; entonces el deporte era nuestra forma de entretenernos”, rememora Luis Vargas, un guayaquileño de 72 años. En su juventud, formaba parte de su rutina ir a pie los domingos al estadio Modelo, para ver las dupletas o tripletas de fútbol.

Roberto Ibáñez, presidente de la Federación Deportiva del Guayas, reconoce que la percepción de una caída del deporte guayaquileño se debe a una nueva oferta de entretenimiento. “Antes si una persona no iba al estadio, no podía disfrutar del partido. En cambio, ahora es más cómodo verlos desde mi casa. Me conecto al televisor y puedo ver hasta las repeticiones, no solo del fútbol local, sino de cualquier deporte del país que se me ocurra buscar”, menciona.

Si los partidos de fútbol del campeonato ecuatoriano no convocan masas, menos lo hacen los encuentros intercolegiales o de otras disciplinas.

Antonio Ubilla, periodista e historiador de deportes, expone que además del deporte profesional, antes en Guayaquil se disfrutaban de los intercolegiales en diferentes disciplinas, como atletismo, baloncesto o béisbol. “El deporte guayaquileño murió, solo vive el fútbol”, se cuestiona. Indica que desde la década de los 70, cuando se reformó el deporte y empezó a ser más profesional, surgieron intereses económicos para involucrarse. “Se lo empezó a ver como una actividad para generar plata. Los dirigentes deportivos, cuya vocación era servir al deporte, quedaron en el olvido y surgieron los empresarios y directivos deportivos”, acota.

Así surgieron los auspicios en las camisetas, las vallas en los estadios, y hasta el nombre del campeonato. Eso empujó a generar mayor interés en captar la atención en el fútbol. Y aunque se repite que Guayaquil es una ciudad muy futbolera, que cuando sus equipos juegan todo se paraliza, cada vez más se cae esa realidad. Las estadísticas de LigaPro sobre asistencia a los estadios refleja que, en la primera mitad del año, Emelec ha convocado en promedio a 13.000 hinchas, cuando su estadio tiene una capacidad cercana a los 40.000. Por su parte, Barcelona registra un promedio de 6.800 espectadores dentro del estadio más grande del país, con capacidad cercana a los 70.000.

Eso, sin tomar en cuenta que, para otros deportes, como atletismo o levantamiento de pesas, el público en la grada lo componen los familiares de los deportistas y las otras delegaciones que esperan su turno para participar. “Si en el fútbol, los estadios no se llenan, ¿cómo se puede esperar que otras disciplinas llenen sus gradas?”, reflexiona Ibañez. Un entrenador, que prefiere mantener la reserva de su identidad, señala a los medios de comunicación y asegura que casi ningún deporte es rentable. “Como no le dan espacio, entonces los auspiciantes prefieren no invertir. Es una realidad dura, porque cuando hay uno que otro título, todos se suben a la camioneta”, comenta.

Cuando Guayaquil albergó el Mundial de Natación en 1982, en la inauguración, el Estadio Modelo lució lleno. Después de 40 años, la ciudad recibió la Final Única de la Copa Libertadores y el Estadio Monumental no llenó ni la mitad de su capacidad.

¿DORADO INVISIBLE?

En una rueda de prensa para dar la bienvenida a la atleta paralímpica Kiara Rodríguez, que acababa de llegar del Mundial en Japón con dos medallas de oro, el presidente Ibáñez soltó la frase: “Guayas está viviendo la mejor época del deporte en su historia”. Apenas ocho periodistas cubrimos la rueda de prensa. En un partido promedio de Barcelona se acreditan más de 25 medios. Su aseveración resulta difícil de comprender, pero Kiara es el principal estandarte.

Cuando se revisa el árbol genealógico de los medallistas olímpicos del Ecuador, ninguno nació siquiera en la Costa. Jefferson Pérez, Richard Carapaz, Tamara Salazar y Neisi Dájomes son oriundos de la Sierra y, la última, de la Amazonía. Sin embargo, a nivel paralímpico, solo tres atletas han obtenido medallas. Las hermanas Poleth Mendes y Anaís Méndez son nacidas en Imbabura, mientras que Kiara Rodríguez es la única medallista paralímpica que tiene Guayaquil.

Es aquí cuando se enfrenta una percepción contra una realidad. Al hablar de que en Guayaquil se practica menos deporte se debe, principalmente, a la baja exposición mediática. Sobre todo, en disciplinas ajenas al fútbol y tenis. Por ejemplo, un equipo de Vistazo recorrió diferentes competencias en una sola mañana. El recorrido inició con un clasificatorio interprovincial de ciclismo en pista en el complejo deportivo de Miraflores, al norte de Guayaquil.

Simultáneamente, junto al velódromo, se desarrollaba una competencia clasificatoria de patinaje con adolescentes de diferentes provincias. Mientras que, en el Coliseo Voltaire Paladines Polo, se disputó un torneo nacional juvenil de lucha. A su lado, en el Estadio Modelo, se jugaba un partido intercolegial de fútbol.

Lo mismo ocurre con los logros. Los deportistas de Guayaquil obtienen mejores resultados y de manera más frecuente. Solamente hablando de Kiara Rodríguez, ella ya ha sido medallista paralímpica, parapanamericana, sudamericana y mundial en salto largo y 100 metros planos. Luisa Valverde obtuvo bronce sudamericano, bolivariano y oro panamericano en lucha libre. Mientras que, en box, José Gabriel Rodríguez alcanzó la medalla de plata en los Panamericanos; y Bella Paredes se coronó triple campeona del mundo en halterofilia.

“Antes no teníamos el resultado que tenemos ahora”, añade Ibáñez. Esa versatilidad se refleja también en la delegación ecuatoriana que irá a los Juegos Olímpicos de París 2024. Cerca del 20 por ciento corresponden a atletas de la Fedeguayas. A su vez, estos éxitos atraen a la celebración de torneos y competencias internacionales en la ciudad. Solo como referencia, en el último lustro, Guayaquil ha sido sede de cuatro campeonatos sudamericanos: atletismo, levantamiento de pesas, tiro con arco y fútbol femenino juvenil. Sin contar con las finales del fútbol masculino, que tampoco llenaron estadios como la Libertadores de 2022, la realidad es que el deporte guayaquileño ha sido reemplazado por las pantallas del televisor o teléfono. Allí se refleja lo que el aficionado está realmente interesado en ver, no lo que podía observar. Es una fuerte realidad que se apacigua cuando la gloria vuelve a caerle a esta ciudad.

Kiara Rodríguez es la única guayaquileña que ha conquista una medalla a nivel olímpico. Obtuvo el bronce en salto largo en los Juegos Paralímpicos París 2024.