Tallador a contracorriente
Aunque su casa está a tres cuadras del mar, Silvino Tomalá siempre estuvo con los pies sobre la tierra. A tres kilómetros tiene un terreno en el que cosecha maíz, tamarindo y de paso mira si en el camino hay árboles para comprarlos.
Luego de esa pausa, en su casa le esperan más de 160 herramientas con las que da significado a un simple tronco de caoba, guasango, guayacán, cedro o laurel.
“Yo hacía dibujos y soñaba con ser pintor”, cuenta el tallador de 55 años, quien fue el único de sus ocho hermanos que estudió la primaria. Sus padres vivían de la agricultura en la comunidad de San Antonio, perteneciente a la parroquia de Manglaralto, al norte de la provincia de Santa Elena.
NACIÓ EL ARTISTA
Gracias a la albañilería se le abrieron las puertas. Con esa actividad conoció al sacerdote suizo Othmar Staheli, quien estuvo a cargo de la remodelación de la iglesia de Manglaralto a inicios de la década de los ochentas. En esa obra, el párroco descubrió que Silvino tenía talento con la madera.
La recompensa: le envió por un mes a San Antonio de Ibarra, en Imbabura, para que aprenda el oficio en la cuna de los mejores talladores del país y le regaló sus primeras herramientas. Con esos conocimientos, él elaboró las imágenes religiosas de esa iglesia parroquial y las del Santuario de la Señora Blanca Estrella de la Mar que el padre impulsó en Olón.
Ahora, la mayoría de iglesias de las comunas y recintos de Santa Elena tiene sus trabajos en los altares. Una de ellas se encuentra en la parroquia de Santa Rosa, en Salinas, en donde se venera al milagroso Cristo del Pescador.
Foto: José Dimitrakis
“Cuando vienen sacerdotes de Suiza y de Alemania ellos me compran las imágenes. A veces les hago el trueque por nuevas herramientas”, afirma Tomalá.
Su fama también está en sus creaciones artísticas. El tótem el Guailiche se encuentra al interior del Museo Intiñan, ubicado en la Mitad del Mundo, en Pichincha. En esa escultura muestra a las culturas Valdivia y Chorrera. Mientras que el tótem Historia de Ecuador está en el Club Garza Roja, en Nobol, en Guayas.
Su oficio lo está aprendiendo Franklin, uno de sus hijos. Espera hacer de su San Antonio una tierra de talladores.