¿Qué es la positividad tóxica y cómo puede afectarte?

Redacción Vistazo
Las personas suelen huir de la realidad cuando se vuelve difícil. Foto: Archivo

 

A Daniela S., su positividad extrema le ha causado varios problemas en sus relaciones interpersonales. Ella asegura que le cuesta mucho enfocarse en las cosas negativas, pese a que está consciente de que existen y que le causan dolor. 
 
“Sé que tengo traumas que nunca los exterioricé porque al ser siempre positiva, no los pensé y por ende no los sané por completo. No me doy el tiempo para meditar las emociones negativas y sentirlas realmente, esto me pasa en casi todos los ámbitos y relaciones de mi vida”, explica. 
 
De acuerdo con el psicólogo y coach, especializado en la Universidad de Stanford y Yale, Alfonso Cuvi, la positividad tóxica o extrema consiste en que las personas se impongan una actitud falsa, generalizando un estado de felicidad todo el tiempo mientras silencian sus verdaderas emociones. 
 
“La persona considera los eventos negativos como traumáticos y nocivos, por lo tanto, evita a toda costa dichas situaciones e inclusive trata de sofocarlas porque cree que, al prestarle atención, le dará más energía de lo que merece”, asegura el especialista. 
 
Otra forma común de reaccionar es a través del escape. Las personas suelen huir de la realidad cuando se vuelve difícil diciéndose a sí mismos: todo está bien, soy feliz, no pasa nada; a pesar de que están atravesando una situación diferente a lo que se pretende. 
 
En el caso de Jordi P., el huir de sus emociones ha ocasionado que estas aparezcan después en los momentos y lugares menos esperados. “El no enfrentar mis conflictos personales en el instante que ocurren, hace que yo explote en cualquier otra ocasión, así esté rodeado de amigos y me encuentre dentro de un ambiente feliz”, expresa. 
 
Para la terapeuta y psicóloga británica Sally Baker, autora de “Resiliencia de dentro hacia afuera”, este problema se debe a la negación de ciertas emociones porque nos plantean un desafío. “Negar constantemente todo lo que senti mos es agotador y no nos permite crear resiliencia. Nos aísla de nosotros mismos y de nuestras auténticas emociones, nos escondemos detrás de la positividad para mantener a otras personas lejos de una imagen que nos muestra imperfectos”, afirma en su libro. 
 
Cuvi asegura que hay que reconocer lo que nos incomoda, es decir, lo que nos saca de la zona de confort. Es precisamente lo que nos desafía a crecer y a expandir nuestro potencial. “Hay que entender que el dolor no es negativo, sino que te lleva al crecimiento”, manifiesta. 
 
Los especialistas coinciden en que este estado de felicidad falsa, es un conjunto de patrones de pensamientos y emociones que fueron aprendidos a través de los padres y sus reacciones a eventos específicos, del sistema educativo y por el grupo social al que pertenece el sujeto que lo padece. 
 
Lo bueno es que de la misma manera se pueden aprender patrones más sanos que los reemplacen. Para empezar con esta premisa, se recomienda tener la guía de un especialista que oriente en el proceso. 
 
No obstante, Cuvi señala que hay que tener en cuenta de que la responsabilidad absoluta no depende del profesional, sino de la dedicación que se tenga para ir modificando estos comportamientos en una mejor dirección. “Lo más importante para corregir esta postura es entender que lo negativo y el sufrimiento no son traumáticos, son parte del camino de la vida. Si no hemos tenido dolor, es difícil experimentar un gozo verdadero porque no lo podríamos contrastar”.