¿Por qué Ecuador no logra reducir la desnutrición infantil?

Carolina Farfán
Los niños atendidos en los Centros de Desarrollo Infantil

Falta de coordinación, gasto ineficaz, muchas manos en la masa; un estudio de la Universidad de Georgetown explica por qué Ecuador no logra reducir la desnutrición infantil. ¿Será distinto el nuevo programa Misión Ternura?
 
Es una cifra escandalosa, vergonzosa. Ya lo ha dicho el Presidente, la Primera Dama, los ministros y exministros. Es inaceptable que Ecuador siga teniendo una desnutrición infantil crónica del 24 por ciento, similar a la de países africanos y mayor que la de Haití, que ya bajó al 21,9 por ciento. Casi tres de cada 10 niños ecuatorianos menores de cinco años, unos 300 mil, presentan bajo peso y altura para su edad debido a deficiencias de nutrientes básicos, lo que causa daños irreversibles en su desarrollo.
 
La desnutrición infantil le cuesta al país 2.600 millones de dólares al año; es el 2,6 por ciento del PIB, porque está asociada a pobres logros educativos, menor productividad en labor adulta, y mayores costos de salud pública. Después de Guatemala, Ecuador es el país con mayor desnutrición infantil en el continente, con más del doble del promedio regional del 11 por ciento.
 
Desde el año 2000, la región ha tenido mucho éxito atacando este problema. El ejemplo de oro es Perú, que logró bajar ese indicador de 31 al 13 por ciento. La desnutrición infantil en Ecuador marcaba un 34 por ciento en 2000, bajó a 26 por ciento en 2007 y ahí se estancó. El gobierno de Rafael Correa tuvo tres programas distintos para combatir la desnutrición infantil, el último lo aplicó con asesoría del Banco Mundial y le destinó 31 millones de dólares, pero la tasa de desnutrición bajó solo dos puntos en una década de sustancial crecimiento económico.
 
Mala coordinación
¿Qué se hizo mal? Un estudio de la Universidad de Georgetown, realizado en colaboración con el gobierno da la respuesta: falta de coordinación entre demasiados involucrados. “En 2013 se firmaron 444 acuerdos con 100 gobiernos provinciales y 219 organizaciones de la sociedad civil para implementar el programa de reducción de la desnutrición”, indica el estudio. “El alto número de organizaciones responsables de implementar la iniciativa llevó a retos administrativos que impidieron que el programa llegue a la población target”.
 
Por ser un “programa multicausal”, la desnutrición infantil requería una “respuesta intersectorial”, esto se tradujo en que hubo muchos y ningún responsable. El programa estaba a cargo de los ministerios de Coordinación de Desarrollo Social, Salud Pública, Desarrollo Urbano y Vivienda, Inclusión Económica y Social, Educación, Agricultura, además de las alcaldías.
 
El programa apuntó a 600 mil niños, pero llegó solo a 300 mil, se duplicaron esfuerzos, se perdió la pista de los niños, y se cambiaron las estrategias antes de medir los efectos. La Universidad de Georgetown publica este informe en el marco del lanzamiento del nuevo programa contra la desnutrición infantil, Misión Ternura, presentado este año por el presidente Lenín Moreno y que, en su organización, se parece mucho a los programas anteriores. Aún tiene varios responsables: la Secretaría Técnica del Plan Toda una Vida, el Registro Civil, el Ministerio de Salud Pública, de Inclusión Económica y Social, de Educación y los gobiernos de cada provincia.
 
Pero la ministra de Inclusión Económica y Social (MIES), Berenice Cordero, dice que no se repetirán los errores del pasado porque Misión Ternura tiene una diferencia radical: seguimiento nominal (con nombre y apellido) a cada niño y su madre, mediante un sistema informático. “Uno de los principales problemas fue la falta de seguimiento. Tiene que haber un paquete de prestaciones que se dirigen al mismo niño: controles durante el embarazo de la madre, vacunas, controles de hemoglobina, entrega de suplementos, seguimiento de peso y talla”, explica la ministra.
 
 
Más enfocado
Misión Ternura es menos ambicioso pero más enfocado: ya no apunta a todos los niños con desnutrición sino solo a los bebés entre cero y dos años. La meta ya no es erradicar la desnutrición, sino bajar el indicador a la mitad. Este año se atenderá a 65 mil bebés con una inversión de 45 millones de dólares y hasta 2021, el total de niños atendidos será de 190 mil. Numerosos estudios demuestran la importancia de la nutrición en los primeros mil días de vida, desde la concepción hasta los dos años de edad.
 
El programa incluye la entrega de suplementos durante el embarazo y primeros años, lactancia materna, educación sobre nutrición y manejo de alimentos, acceso a agua potable y saneamiento, y transferencias monetarias condicionadas, que está comprobado, inciden positivamente en la salud de la familia.
 
En 90 cantones se entregará a las madres elegidas el Bono de Desarrollo Humano variable, que va de 50 dólares hasta 15 dependiendo del número de niños, y que hoy cubre 110 mil hogares. Las madres reciben una tarjeta de salud donde deben registrar la asistencia a programas de salud y nutrición.
 
Las grandes inversiones en infraestructura tienen poco impacto en el desarrollo infantil y cero impacto en la desnutrición. En 2015, cuando era subsecretaria de Desarrollo Infantil, Cordero se encargó de medir, por primera vez, el efecto que tenían los Centros de Desarrollo Infantil, las guarderías del MIES en el estado nutricional del niño, que resultó ser nulo. En cambio, la desnutrición de los niños que fueron atendidos por el programa Creciendo con Nuestros Hijos, a un costo menor pues solo consiste en visitas semanales para educar a la madre sobre nutrición y estimulación, bajó al 16 por ciento.
 
“Esto demuestra que da un buen resultado trabajar con la familia, en la cultura nutricional, en el vínculo afectivo y eso es lo que hará Misión Ternura”, dice la ministra. Las brigadas del MIES y el Ministerio de Salud ya buscan a niños en 20 provincias para realizar un examen de sangre que determine anemia. Al empezar, en cada cantón se activa la “mesa técnica de Misión Ternura”, con unos 15 funcionarios de los ministerios de Salud, MIES, Educación, Trabajo, Vivienda, Ganadería, además de la Secretaría del Agua, la Senplades, la Gobernación, el Municipio...
 
¿No hay todavía demasiados involucrados? ¿No debería un solo organismo llevar el mando? La ministra Cordero cree que es importante que cada cantón se apropie de la iniciativa. “Pienso, sin embargo, que para que la coordinación sea más clara, es necesaria una Ley de Primera Infancia que asegure una sostenibilidad fiscal, una asignación de competencias, un marco legal que obligue a que el programa se sostenga en el tiempo”. Cordero ha redactado ya una propuesta de ley que se discute entre ministerios. Mientras eso avanza, el Ecuador se lanza una vez más a una batalla contra la desnutrición y las vidas de miles de niños dependen de su eficacia.