En Ecuador la obesidad aumenta: riesgos de la dieta típica

Carolina Farfán
Las mediciones se hacen de acuerdo a criterios más específicos con respecto a composición y porcentajes de tejidos, como son: el índice de masa corporal y el índice de grasa corporal.

“Yo me río cuando hacen bromas sobre mi peso, dicen que soy una gorda feliz, pero cuando estoy sola y veo que cada vez necesito usar ropa más grande, sé que pronto llegarán las enfermedades y me angustio mucho”.
 
Malena tiene poco más de 50 años y pesa 230 libras. Le diagnosticaron diabetes pero sabe que lo peor viene con las complicaciones que produce la enfermedad en otros órganos. Está muy informada en temas de salud, racionalmente conoce lo que está viviendo, sabe que debe cambiar su estilo de vida, pero dice que simplemente no puede dejar de comer “rico” y que “mañana” va a empezar a hacer ejercicios. Una promesa que lleva más de diez años.
 
“De algo me he de morir”, responde Malena cuando sus familiares le reprochan sus excesos en la alimentación, pero la realidad es que en muchos casos la muerte no llega de inmediato. Aparece lentamente mientras avanzan las enfermedades en quienes, como Malena, la desafiaron a golpe de cuchara y de pronto se ven con la mitad del cuerpo paralizado por efectos de un infarto cerebral o con una amputación por pie diabético. 
 
El problema en sí, no es la gordura, sino todos los procesos que se desencadenan en el organismo y que pueden evitarse a través de cambios en la dieta y aumento de la actividad física, si se actúa a tiempo.
 
Según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, ENSANUT-ECU, en el Ecuador en los últimos 26 años se ha duplicado el porcentaje de niños con sobrepeso; y en los adultos, la prevalencia de sobrepeso y obesidad es del 63 por ciento. Los ecuatorianos están cada vez más gordos, siguiendo la tendencia del mundo occidental. Las causas no son muy diferentes en el resto de países: consumo excesivo de calorías que no se queman por falta de actividad física. Pero ¿culturalmente existen algunos hábitos que promuevan el sobrepeso en nuestro país?
 
El doctor Onay Mercader, director de la Carrera de Nutrición en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, identifica tres características principales en la alimentación de los ecuatorianos, las cuales promueven un consumo excesivo de calorías: alto consumo de bebidas azucaradas, de alimentos fritos y de carbohidratos refinados a través de procesos que eliminan la fibra alimentaria.
 
Bebidas azucaradas
La costumbre quedó establecida desde que los hijos eran niños. Hoy son adultos robustos pero el vaso de colada en el almuerzo no puede faltar cuando la familia Chiriboga se reúne a almorzar.
 
No es un hecho aislado. Gran parte del azúcar que se consume en Ecuador viene en forma de bebidas endulzadas, industrializadas, y preparadas en los hogares (a las que se le añade mucha azúcar). No se endulza con cucharaditas sino con cucharadas grandes y colmadas.
 
Esa azúcar consumida en sorbos largos, se va quedando en el cuerpo, almacenada pero visible. 
 
También surge una alerta sobre la tendencia de tomar grandes cantidades de jugo puro, como el de naranja, sin añadirle agua. Andrés cree que está haciendo lo mejor cuando va al local de jugos y ve exprimir una tras otra las naranjas, hasta llenar el vaso que se toma a diario.
 
“Eso es un exceso”, dice el especialista y advierte que aunque sea un jugo ‘natural’ tiene un alto contenido de azúcares. “Hay personas que van a tolerar este consumo mejor que otras. Quienes no tienen riesgos de alteraciones metabólicas lo tolerarán mejor que quienes tienen algún trastorno de este tipo o herencia de diabetes mellitus, en ellos el consumo de jugos puede hacer que la enfermedad avance con mayor rapidez”.
 
De hecho, Andrés, que solo tiene un sobrepeso leve, evita añadirle azúcar a las bebidas y no tiene idea de la gran cantidad de azúcar y de calorías que consume en cada sorbo de su zumo predilecto.
 
El doctor Mercader explica que la manera óptima de consumir la fruta es comerla entera, porque de esa forma el contenido nutricional es mayor, pues el procesamiento en licuadora, por ejemplo, hace que se pierdan ciertas vitaminas como la C, entre otras. Además, se recomienda consumir las frutas con cáscara (cuando esta sea comestible) porque en la zona de la fruta pegada a la corteza es donde hay mayor concentración de vitaminas y minerales.
 
Este dato es importante porque de acuerdo a la información de la ENSANUT- ECU, hay un factor que se denomina la doble carga de la malnutrición, que implica que el retardo en el crecimiento (por dieta pobre en nutrientes) y la obesidad coexisten en el mismo individuo. Por ejemplo: el 8,5 por ciento de las mujeres en edad reproductiva que tienen sobrepeso u obesidad, también tienen anemia por deficiencia de hierro.
 
Otra información valioso es que la vitamina C contenida en las frutas, ayuda a disolver y a fijar en el organismo el hierro presente en otros alimentos, por ejemplo, unas gotas de un cítrico sobre una ensalada de espinaca o un vaso de jugo de naranja acompañando un plato de lentejas, harán que las concentraciones de hierro presentes en estos vegetales se absorban más fácilmente. De otro modo, sin la presencia de la vitamina C, gran parte de ese hierro se eliminaría sin ser aprovechado por el organismo.
 
Alto consumo de frituras
“¿Quién quiere bolón?” es el grito de guerra a las nueve en punto en la oficina. “Pero dile que traiga de los verdaderos, los que fríen en la paila de la esquina”, advierte Miguel mientras los demás tímidamente lo apoyan asintiendo en silencio. En cuestión de minutos llegan los bolones mixtos (con chicarrón y queso) en sus envoltorios amarillos, derramando grasa a su paso.
 
No solo en la Costa, los ecuatorianos, en general, tienen una relación estrecha con las frituras. Por algo, las empanadas de viento son un clásico en todas las regiones. Es que someter a un alimento a aceite en temperatura muy alta le otorga un textura crocante muy atractiva al paladar. Un placer que cuesta caro a la hora de contar calorías. Freír es uno de los métodos de cocción que mayor cantidad de calorías aporta a un alimento por lo que debería ser excepcionalmente empleada, pero en realidad es una de las más comunes.
 
De acuerdo a la ENSANUT-ECU, el aceite de palma es el comestible que más contribuye al consumo diario de grasa total y grasa saturada a nivel nacional, llegando casi a representar un 20 por ciento del total consumido. El mismo documento destaca la implicación de este dato en la salud de los ecuatorianos, ya que el aceite de palma es el que tiene mayor cantidad de ácidos grasos saturados, que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
 
Las comidas que se fríen alcanzan temperaturas tan altas que muchos de sus componentes se destruyen. Por ejemplo, al freír un plátano maduro, este absorbe una gran cantidad de grasa y se queman azúcares en cuya combustión se producirán compuestos tóxicos. “Qué tanto afecten va a estar determinado por la forma en que funcionen los mecanismos de eliminación de sustancias tóxicas de cada organismo, todo dependerá de la respuesta de su sistema inmune, que es impredecible”, señala el doctor Mercader.
 
Añade que los aceites de cocina expuestos a altas temperaturas forman radicales libres, que como su palabra lo indica son pequeñas partículas que al estar libres se unen con mucha facilidad a otros elementos que pueden producir, a largo plazo, daño celular y enfermedades cardiovasculares, metabólicas o neurológicas. “Estos atacan a la parte más susceptible que encuentren en cada individuo".
 
Agrega que la forma de evitar la unión de los radicales libres con moléculas tóxicas es consumiendo antioxidantes, que se encuentran en las frutas y vegetales frescos. "Para lograrlo la recomendación es, una vez más, comer las frutas enteras a mordidas, el tomate entero (sin sacarle la piel ni las semillas) y la lechuga preparada al momento de servirla para preservar sus valores nutricionales al máximo".
 
Muchos procesados y poca fibra
El 29 por ciento de la población consume un exceso de carbohidratos que supera la recomendación máxima establecida para la prevención de la obesidad y enfermedades cardiovasculares. Este consumo es mayor en el quintil más pobre y en las personas de entre 51 y 60 años. 
 
Los datos de la ENSANUT-ECU indican que la subregión donde es mayor el exceso de consumo de carbohidratos es en la zona rural de la Costa.
 
Enrique no se siente obeso, pero el diámetro de su circunferencia abdominal es descomunal. Reconoce que no puede imaginarse un almuerzo o una cena que no incluya arroz en grandes porciones.
 
El arroz, el azúcar y el pan son los carbohidratos más consumidos en el país; pero en la Sierra, la papa es el de mayor consumo. En el caso del arroz, se consume blanco, y la papa se come sin cáscara. De esta manera se desperdician valiosas fuentes de fibra dietaria que actúan de manera beneficiosa en el organismo. 
 
En Ecuador, el 0,1 por ciento de la población, es decir, una de cada 1.000 personas consume la cantidad adecuada de fibra. Esta cifra se considera clave por la asociación existente entre el consumo y una baja en el riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares.
 
La fibra actúa “barriendo” los excesos de grasa y glucosa del organismo para eliminarlos a través de las heces. Por eso ayuda a prevenir enfermedades como diabetes, ciertos tipos de cáncer como el de colon y las enfermedades cardiovasculares. Buenas fuentes de fibra son las cáscaras comestibles de frutas y vegetales.
 
Un buen consejo para consumir los dos productos preferidos en la dieta de los ecuatorianos, es que el arroz y la papa se coman en sus versiones más saludables, el arroz integral y la papa con cáscara. No es necesario eliminarlos de la dieta para controlar el peso; se recomienda consultar con un nutricionista, para saber cuál es el tamaño adecuado de porciones y consumirlos en la forma sugerida.
 
Alejar el sobrepeso es posible si se siguen los consejos de un nutricionista que tome en consideración los gustos y necesidades de cada persona. Así puede crear un plan de alimentación personalizado para tomar las decisiones correctas a largo plazo. El otro elemento clave es el ejercicio que también debe elegirse con supervisión profesional en intensidad y frecuencia.