Donar órganos: es el regalo de una segunda oportunidad
Uno de los mayores actos de generosidad es permitir a otro seguir viviendo a través de la donación de órganos. Es el regalo de una segunda oportunidad.
“Me siento bien, estoy llena de energía”,dice María Gratzia Piana. Comenta que esta sensación de bienestar empezó casi inmediatamente después de recibir el riñón que su hermano menor, Juan Raúl le donó hace cuatro años.
“Fue muy insistente en que aceptara su donación, fue un acto de amor tan grande de parte de él, y de su esposa y sus hijos al apoyar su decisión, que sigo emocionándome cuando hablo de esto. Su recuperación fue más dolorosa que la mía y su cicatriz también es mucho más grande que la mía, pero hasta hoy me dice: Lo volvería a hacer”.
Previo al trasplante, ella llevaba un largo tiempo recibiendo diálisis tres veces por semana. Explica que aunque contaba con una excelente atención, el proceso era desgastante, desde bajas de presión al terminar cada sesión hasta la afectación emocional por ver morir pacientes con enfermedades avanzadas mientras recibían la sangre.
La narración anterior corresponde a un caso de donación en vida, personas que deciden someterse a una cirugía para donar parte o uno de sus órganos a otra persona que lo necesita para seguir viviendo.
Otro tipo son los que se conocen como trasplantes de donante cadavérico, en los que los órganos de una persona declarada con muerte cerebral son extraídos para implantarlos en el receptor.
De acuerdo a las estadísticas del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células (INDOT), de enero a marzo de este año se realizaron 63 trasplantes a nivel nacional. De ellos, cuatro corresponden a trasplantes renales con donante cadavérico, tres a trasplantes renales con donante vivo, uno a trasplante hepático con donante cadavérico, 55 a trasplantes de córnea.
Estos procedimientos se redujeron por la pandemia, tanto por la posibilidad de contagio como por la baja disponibilidad de camas debido a la cantidad de pacientes con cuadros de COVID-19 severos en Unidades de Cuidados Intensivos (donde los pacientes deben recuperarse después del trasplante).
De enero a diciembre de 2019 se realizaron 677 trasplantes a nivel nacional, mientras en el mismo período de 2020, solo 207, de acuerdo a los registros del INDOT.
María Gratzia, la protagonista de la historia inicial, relata que tuvo que realizar diversos trámites incluidos los legales. “Como mi caso era de un trasplante de donante vivo, que era mi hermano, él debía declarar que lo hacía voluntariamente”.
Además, él tuvo que realizarse una serie de exámenes porque el proceso prioriza el mantenimiento de la salud del donante.
El daño nefrológico que la llevó a requerir el trasplante de riñón empezó con una hipertensión asociada al embarazo. Antes de eso, su condición renal era muy buena.
LLEGA EL MOMENTO
Sobre el procedimiento del trasplante relata: “Un día viernes, después de la diálisis, me dieron medicación inmunosupresora. El lunes ingresamos al hospital Luis Vernaza mi hermano y yo. El martes se llevaron primero a él para realizarle la operación de extracción del riñón. Cuando esa operación estaba terminando, yo ingresé en el quirófano para recibirlo, mientras tanto en otra área efectuaban los procesos de preparación que requiere el riñón previo a ser implantado”.
Comenta que hay un gran equipo médico detrás de un trasplante y que es un procedimiento que requiere muchas horas. “Después, uno pasa casi dos días en terapia intensiva, luego va a la habitación donde se mantienen los cuidados y restricciones de visitas. Se reciben fuertes dosis de las medicinas inmunosupresoras que evita que el organismo rechace el órgano”.
Sin embargo, enfatiza: “Yo me sentí muy bien enseguida”. Reconoce que es un proceso complejo por lo que el acompañamiento psicológico es muy importante, “hay un torbellino de emociones”.
UN PROCESO COMPLEJO
El caso de Miguel fue diferente en este aspecto. Él requería un trasplante de hígado por la cirrosis que padecía, su operación fue realizada en el extranjero y aunque la intervención en sí mismo fue un éxito, su estabilidad psicológica se vio afectada.
Su esposa comenta: “Recibir el hígado de un joven desconocido que murió en un accidente automovilístico lo hacía sentir culpable. Aunque todos le decíamos que él no le había causado la muerte, Miguel no dejaba de decir que para que él pudiera vivir fue necesario que otro muriera. Estaba devastado”.
Con el pasar de los meses, la situación ha ido mejorando en el estado de ánimo de Miguel, pero recomienda implementar un sistema de apoyo psicológico periódico después del proceso.
El doctor Eduardo Marriott, jefe del departamento de Gastroenterología y Hepatología del Hospital Teodoro Maldonado Carbo, explica que la donación de hígado puede ser de donante vivo o de donante cadavérico (cuando una persona ha sido declarada con muerte cerebral).
Pero aclara que en el caso de este órgano, cuando el paciente que requiere el trasplante es un adulto, lo más recomendable es acudir a un donante cadavérico porque el receptor adulto requiere una gran cantidad de tejido de hígado. En cambio, si un niño requiere el trasplante, la cantidad de tejido que se necesita es menor, por lo que sí puede obtenerse de un donante vivo.
El doctor Marriott señala que ya se están iniciando los procesos de reprogramación de trasplantes que estuvieron detenidos por la pandemia y es buen momento para plantear la importancia de promover la donación de órganos en la sociedad.
TIPOS DE DONACIÓN
Los pacientes que se consideran donantes potenciales son aquellos que permiten una implantación segura, generalmente son personas que por causa de accidentes o por enfermedades no infecciosas han sido declarados con muerte cerebral.
“Cuando un paciente se encuentra en este estado pero que tiene el sistema cardiocirculatorio funcionando adecuadamente puede ser donante. El personal de cuidados intensivos va a enfocar sus esfuerzos en mantenerlo con vida artificial para que pueda entrar a quirófano para realizar la extracción de sus órganos”, explica el doctor Marriott.
El INDOT, que es el organismo que dirige todos los trasplantes en el país, tiene una lista de espera única en la que los pacientes se ubican según una puntuación determinada, de acuerdo a la cual, se realiza la asignación de órganos para los pacientes.
El principio básico para que puedan realizarse trasplantes es la donación. Si no hay donación es imposible que haya trasplantes.
“Cuando los médicos vemos que un paciente cuya función cerebral es irrecuperable y que sabemos que es muy probable que muera en las próximas 24 horas, hablamos con los familiares para pedirles que hagan conciencia de la importancia de donar los órganos de su ser querido, la gran mayoría aceptan, pero otros se niegan”.
Al realizar una pequeña encuesta sobre la decisión personal de donar sus órganos, el 13 por ciento respondió que no lo haría. La mayoría de este grupo manifestó que no lo haría en vida por temor a la cirugía y que tampoco lo harían después de morir porque prefieren ser enterrados con su cuerpo intacto.
El 87 por ciento respondió que sí donaría sus órganos, el argumento más frecuente mencionado fue que con ello podrían salvar una vida y porque están conscientes de que hay escasez de órganos para quienes lo requieren, como lo expresó una encuestada “salvar una vida es suficiente motivo para donar”.