Cuenca sufre una de las más severas sequías hidrológicas de este siglo
El monitoreo de los cuatro ríos de Cuenca muestra que la sequía hidrológica está presente desde julio. Hasta el 25 de octubre suman 105 días que los ríos Tomebamba, Yanuncay, Machángara y Tarqui registran caudales por debajo de su promedio ideal, estando en niveles bajo y de estiaje. Estos cuatro son los afluentes del río Paute, en donde se encuentran el principal complejo hidroeléctrico del país: Mazar, Paute Molino y Sopladora.
Rigoberto Guerrero, administrador del Departamento de Investigación y Monitoreo de ETAPA EP, indica que el anterior récord de más días de sequía hidrológica se presentó en 2023, con 118 días. En este año, esa cifra va a ser superada.
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‘Para salir de la sequía, dadas las condiciones actuales, al menos necesitamos 15 días continuos de precipitaciones. Esta sequía ha sido bastante parecida a la del anterior año debido a que ha sido un fenómeno que ha presentado ausencia de lluvias, acompañado de altas temperaturas y olas de calor’, indica el experto.
Las altas temperaturas registradas en las últimas semanas han provocado una alta evaporación de la humedad del suelo. En la última década, la temperatura de Cuenca aumentó en 2,5 grados centígrados. ‘Esto hace que el ecosistema se vea bastante golpeado y altere su capacidad de regulación, que altere su capacidad de soltar de manera paulatina la humedad hacia los cuerpos de agua o los ríos’.
El monitoreo de los cuatro ríos de Cuenca se hace desde 1998. De acuerdo a esos datos, la actual sequía es el segundo período más seco de los últimos 25 años. La más severa se registró en 2003. La afectación no solo se ve en la disminución de las lluvias. En el período 2010 - 2020, el caudal promedio del río Tomebamba fue de siete metros cúbicos por segundo. Actualmente es de 3,8 metros cúbicos por segundo.
Cuenca estuvo a un paso de establecer horarios de cortes del suministro de agua potable en agosto y septiembre. Pero las lluvias de baja intensidad que se presentaron en ambos meses permitieron que se recuperen los caudales y estén encima del mínimo necesario para captar para la generación de agua potable.
Mientras que para el llenado de los embalses de las centrales hidroeléctricas, los caudales de las últimas semanas son la quinta parte del promedio.
‘Estamos hablando de que es una problemática que puede ser recurrente para los próximos años y que está golpeando de manera bastante fuerte, ya no solo la parte de abastecimiento de agua, sino también en la parte socioeconómica’, indica Rigoberto Guerrero, de ETAPA EP.
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De acuerdo al experto, se necesitan al menos 15 días de lluvias continuas para que finalice la sequía hidrológica, mientras que se requieren de 30 a 40 días con condiciones lluviosas para que los caudales de los ríos provisionen normalmente a los embalses del río Paute. El agua requerida para agua potable está entre 0,5 a un metro cúbico, mientras que para las hidroeléctricas se requiere de entre 50 y 130 metros cúbicos por segundo. Actualmente, el caudal está entre 10 a 20 metros cúbicos por segundo. Al momento, la zona urbana de la capital azuaya cuenta con agua suficiente para potabilizar.
Ante esa pregunta, el investigador explica que la lluvia acumulada de enero a septiembre de 2024 se redujo en 5% en comparación a 2023. Otro factor diferenciador es que a esta sequía (de julio a octubre de 2024) le anteceden dos períodos secos inusuales. Uno fue el del año pasado con 118 días de sequía hidrológica. El segundo ocurrió en marzo y abril. Esos meses debían ser lluviosos, pero en ese lapso sólo se registró el 25% de la lluvia que se esperaba, es decir, una cuarta parte.
‘Estas sequías previas alteran o exacerban el problema porque básicamente las condiciones del suelo al ingresar a esta sequía ya eran malas, es decir, ya estaba seco, no había la suficiente disponibilidad de humedad para poder afrontar la sequía únicamente con lo almacenado en los suelos. Este efecto cadena de sequía tras sequía hace que la sequía actual sea más compleja’, afirma el experto en temas hidrológicos.
El administrador del Departamento de Investigación y Monitoreo de ETAPA EP señala se van a necesitar años e incluso una década para que el suelo del páramo se recupere. ‘Las condiciones de ausencia de humedad y de altas temperaturas de radiación descomponen el suelo de páramo. Para su regeneración se requiere de bastante tiempo.
Las zonas rurales de Cuenca tienen sus propios sistemas de agua potable, los cuales se abastecen de cuerpos de agua más pequeños. ‘Dadas las circunstancias actuales de la sequía, los cuerpos de agua más pequeños son los primeros en afectarse. Esto ha hecho que haya racionamientos de agua potable en las zonas rurales’, señala Guerrero.
Esta crisis climática, según el experto, lo que ha provocado es que haya un aumento de la brecha entre lo urbano y lo rural, y entre diferentes niveles socioeconómicos.
De acuerdo a la Ley de Aguas, el agua para potabilizar tiene la primera prioridad. En segunda instancia va para la producción agrícola, luego para la ganadería, después los otros usos como acuícola e industrial, en donde está la generación eléctrica.
‘Al tener caudales mínimos, todos estos caudales deberían ser aprovechados para la generación de agua potable. Lamentablemente se sentiría un golpe en la producción agropecuaria y ganadera y esto hace que nosotros como ETAPA EP tengamos que captar solo lo necesario, porque justamente 20 metros más abajo de nuestra captación del Cebollar está la captación para el sistema de riego de San Joaquín’.
Con el cambio climático es necesario el uso eficiente del agua. El experto señala que en las actividades agropecuarias se debe actualizar a sistemas de riego por goteo.
En tanto que en la ciudad se deje de utilizar el agua potable en actividades como la limpieza de vehículos, de patios y de veredas. Solamente en esas tareas, por habitante, se gastan entre 50 y 70 litros por día. Además, propone la recolección de agua lluvia para que sea almacenada y luego usada en actividades que no requieren de agua potable.
Otra tarea pendiente en Cuenca es reducir la actual tasa de consumo de agua potable, que es de 200 litros diarios por habitante, a menos de 120 litros. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda como máximo 100 litros diarios por habitante.
De acuerdo a Guerrero, actualmente se ven los resultados de las decisiones tomadas décadas atrás, cuando la ciudad decidió cuidar sus fuentes hídricas.
‘Más que seguro que esta sequía se va a replicar en 2025 y en los años siguientes. Por ello, hay que generar estrategias de resiliencia’, concluye el experto.