Así fuimos espiados en el correísmo

María Belén Arroyo
Así fuimos espiados en el correísmo

Ecuador está en el centro del planeta, geográficamente hablando. También se halla en medio de una trama de espionaje a escala global, que involucra a Estados Unidos, Reino Unido y Rusia.
 
Un nuevo ingrediente se suma al coctel, que se reactivó en abril de este año con la salida de Julian Assange de la sede diplomática ecuatoriana en Londres, tras el retiro de su asilo por parte de las autoridades nacionales.
 
Se trata de la investigación sobre la posible participación del experto informático Ola Bini, de origen sueco y residente en Quito los últimos años, en la cruzada antiestadounidense de la que se acusa a Assange.
 
Bini fue detenido en el aeropuerto de Quito, cuando partía hacia Japón a un curso de artes marciales que practica. Su detención se produjo poco después de que Assange dejara la Embajada por la fuerza. 
 
 
Desde el encierro, su defensa reclamaba que se violaron los principios del debido proceso y, en una carta pública, el sueco aseguró que Lenín Moreno lo considera su enemigo y que el actual gobierno ecuatoriano lo persigue. Salió en el libertad a finales de junio del 2019.
 
¿Espió al gobierno de Lenín Moreno, en un intento por desestabilizarlo? ¿Hackeó información clasificada de otros gobiernos? ¿Colaboró con Assange? Él lo niega. Todas las piezas parecerían encajar en un mismo rompecabezas.
 
La clave la dio la actual ministra del Interior, María Paula Romo, el segundo miércoles de junio. En su declaración ante el Fiscal que investiga el caso, la Ministra explicó: “Cuando el Gobierno del Ecuador analizó los escenarios (tras el retiro del asilo político a Assange), previó posibles ataques a los sistemas informáticos, públicos y privados, como retaliación (…) 
 
Este análisis nos llevó a revisar los potenciales aliados de Assange en Ecuador, descubriendo que uno de los asiduos visitantes a la embajada en Londres residía en Ecuador. El señor Ola Bini había visitado a Julian Assange más de una docena de ocasiones... durante el asilo; tenía contratado a su nombre un servidor de Internet por el que había pagado una suma poco habitual”.
 
Espiando casa adentro
 
Temida por los opositores del correísmo, reconocida como una agencia de espionaje político, la Secretaría de Inteligencia (Senain) –creada en 2009 y activa hasta 2018– mantuvo contratos con firmas privadas para vigilar a las
figuras que ese gobierno consideraba como amenazas.
 
 
Pablo Romero Quezada fue secretario Nacional de Inteligencia entre noviembre de 2011 y marzo de 2014. En su casa se negoció en 2012 el contrato con la firma italiana Hacking Team. La empresa comercializó un software espía llamado Remote Control System (RCS).
 
Este software de espionaje es el responsable de infectar las computadoras, tablets e inclusive celulares inteligentes (con acceso a Internet) de cualquier persona, sin que el afectado lo note. Unavez infectado, el software espía controla el equipo, incluyendo todas las plataformas de comunicación: llamadas de Skype, correos electrónicos, mensajería instantánea, historias de navegación en la web, además de archivos y fotos aun cuando estuvieran borradas. El micrófono y la cámara de un computador también pueden ser utilizados por el software para espiar.
 
Un oficinista estadounidense, en promedio, recibe y envía unos 120 correos electrónicos en un día, según el diario The New York Times. Datos de su actividad laboral, personal y hasta secretos íntimos pueden quedar registrados en sus bandejas de entrada y salida. RCS, conocido comercialmente como Galileo, Da Vinci o Phantom, fue uno de los mecanismos de espionaje de la Senain en el correísmo.
 
“Todo el hardware (equipo) necesario es provisto por Hacking Team”, se lee en la descripción del servicio vendido al cliente ecuatoriano, Senain. La “infección” de algunos equipos móviles se podía realizar inclusive cuando el blanco (de seguimiento) accedía a una red de conexión a Internet (wi-fi) pública, como en un aeropuerto. Otro mecanismo de intromisión: cuando el usuario abre un correo electrónico, que le induce a dar clic en un documento adjunto o en un link.
 
En teoría, este esquema de vigilancia debía ser aplicado para observar a organizaciones criminales y delictivas. En la práctica, el gobierno de la Revolución Ciudadana lo aplicó a opositores políticos.
 
Martha Roldós, exasambleísta constituyente y crítica de esa administración, vivió en 2013 la filtración de seis meses de correos electrónicos de sus cuentas personales. Algunos de ellos fueron expuestos en el medio oficial
de la época. “El entonces fiscal Galo Chiriboga no permitió que se hiciera un peritaje, pero los expertos coinciden en que fui víctima de hackeo”.
 
Pablo Romero dejó la Senain en los primeros meses de 2014. Hubo un remezón, salieron algunos técnicos, entre ellos, dos que habían sido capacitados por Hacking Team en Milán y en Bogotá. 
 
Hacia mayo de 2014, los operadores recién ingresados al sistema de Inteligencia no lograban resultados. Esto puso en líos a la firma italiana. “Senain quiere algo de magia la próxima semana, pero  no estamos ahí para mostrarles. El objetivo, según entiendo, es demostrar que RCS funciona”, revelan comunicaciones de esa empresa de tecnología, de esos días. Previamente, técnicos ecuatorianos se quejaban de que no podían “infectar” ciertos modelos y marcas de celular. Ese contrato estuvo vigente hasta 2016. 
 
Escuchando sus llamadas
 
No fue la única forma de espionaje que usó la Senain. Esa secretaría gastó una cifra “indeterminada” en equipos de interceptación telefónica. Hubo carta abierta para contratar y comprar aparatos de escuchas. “La Secretaría
de Inteligencia no mantenía el control ni el inventario actualizado de estos equipos”, advierte el informe que contiene el examen especial de Contraloría, aprobado a fines de abril pasado.
 
Tres descifrado res de llamadas telefónicas estuvieron en bodegas más tiempo del que realmente operaron: funcionaban en vehículos especiales. La razón: esa secretaría compró nuevo equipamiento. Todo con plata de los “Gastos especiales”, que en los nueve años de existencia de esa secretaría totaliza unos 300 millones de dólares.
 
El exdirector de Inteligencia y crítico del correísmo, coronel retirado Mario Pazmiño, afirma que fue espiado. Si bien tomó todas las precauciones para evitar el espionaje digital, no pudo evitar que una cámara de 360 grados fuera instalada en un lugar público, como si fuera un poste de luz, a metros de distancia de su domicilio en el norte de Quito.
 
La Senain funcionó hasta 2018, año en que desapareció para dar paso al Centro de Inteligencia Estratégica. Rommy Vallejo dirigió la secretaría desde marzo de 2014 hasta el 21 de febrero de 2018. Al día siguiente de su salida, aunque ya estaba posesionado su sucesor, Vallejo entregó en comodato al Ministerio del Interior, “En calidad de préstamo a la Dirección de Inteligencia de la Policía”, tres equipos descifradores, cuatro equipos móviles, cuatro equipos compactos y cuatro amplificadores de potencia.
 
La finalidad de todos ellos es localizar teléfonos celulares e interceptar comunicaciones: las famosas escuchas. Por esos días, un pariente suyo estaba al frente de esa división de la Policía.
 
El Código Orgánico Integral Penal (COIP) sanciona con prisión de tres a cinco años a quien sin orden judicial previa intercepte o grabe datos informáticos. La interceptación “Es permitida con la autorización de un juez, según el artículo 456 del COIP, para atacar el crimen organizado, porque se constituye en una herramienta de investigación”, advierte la jurista Patricia Morejón Llanos, catedrática de la Universidad Espíritu Santo y experta en delitos informáticos.
 
Sin embargo, una controversial resolución de la Fiscalía en 2015 (resolución 061, publicada en el Registro Oficial del 20 de agosto de ese año) abrió las puertas para escuchas sin autorización previa. Así fuimos espiados en el correísmo. Y está por conocerse si desde la embajada ecuatoriana en Londres, donde estuvo asilado, Julian Assange tuvo algo que ver en el espionaje y hackeo de datos que perjudicó a la candidatura presidencial de Hillary Clinton.
 
Esa es una de las acusaciones por las cuales es requerido por la justicia estadounidense. Los hechos habrían ocurrido cuando Assange gozaba de la protección del correísmo. Por eso, Ecuador está ahora bajo el ojo del Gran Hermano.