Asciende a 39 la cifra de muertos en deslave de Alausí y falta medio centenar de personas por ubicar
El número de fallecidos por el alud que a finales de marzo sepultó parte de la población de Alausí, al sur de la provincia de Chimborazo, ascendió este viernes a 39, después de que las brigadas de rescate lograran recuperar un cuerpo más de la zona del desastre, según reportó la Fiscalía General.
El último cadáver recuperado correspondía a Elian Q. R., quien fue entregado a sus familiares después de la correspondiente identificación.
Al menos medio centenar de personas faltan por ubicar dentro de las más de 24 hectáreas que cubrió este gran deslizamiento de tierra ocurrido en la noche del domingo 26 de marzo.
De los más de 1.000 damnificados por el desastre, que se han visto obligados a desalojar sus casas ante el riesgo de un nuevo corrimiento de tierra, todavía hay 28 que están acogidos en uno de los 4 albergues temporales dispuestos en el municipio.
La mayoría continúa temporalmente hospedado en viviendas de familiares y de amigos de diversos puntos del país, ante la imposibilidad de retornar a sus domicilios.
Hasta el momento son 57 casas que se estima que fueron sepultadas y destruidas por el alud, mientras que otras 163 sufrieron también daños.
En las labores de rescate participan 109 bomberos, 120 militares y 80 policías, mientras que en la población también está desplegado personal de instituciones de asistencia como Cruz Roja y delegados de diversos ministerios del Estado.
Hasta ahora se ha logrado retirar de la zona afectada cerca de 16.700 metros cúbicos de material.
Desde inicio de esta semana las autoridades ecuatorianas elevaron el nivel de alerta de amarilla a naranja ante el riesgo creciente de un nuevo alud, producto de la continuidad de diversas grietas en la parte alta de la montaña y el ingreso de agua a la masa de tierra deslizada por lluvias y colapso del sistema de saneamiento.
Esta tragedia sucedida en Alausí se llevó por delante decenas de vidas que no alcanzaron a evacuar sus viviendas pese a que desde finales del año pasado había señales que anticipaban un inminente deslizamiento, como grandes grietas en la montaña.