A un mes del fatal accidente aéreo en Guayaquil, se reconstruyen los hechos que provocaron la tragedia
Hace exactamente un mes, el 18 de octubre, se produjo un fatal accidente aéreo en Guayaquil. Una avioneta se impactó contra un parque ubicado entre las ciudadelas Samanes y la Alborada.
El suceso, que se originó por un problema eléctrico, causó el deceso de dos de los tres pilotos que ocupaban la aeronave, la cual, antes de caer, zigzagueo para hallar una zona despejada para que ninguna persona saliese herida aparte de los pilotos.
EL MOMENTO DEL ACCIDENTE
El periodista comunitario Aldo López se encontraba en la avenida principal de la ciudadela Alborada de Guayaquil, cuando le llamó la atención una avioneta que volaba bajo y en silencio.
Tomó su celular y grabó la escena en vídeo. Era una Cessna que segundos más tarde caería en un parque de la urbanización Sauces 1. Eran las 15h31 del martes 18 de octubre.
Mayor sorpresa se llevaron quienes a esa hora transitaban por la congestionada vía que divide las ciudadelas Sauces y Alborada. Tras golpear unos edificios altos y llevarse consigo cables de alta tensión, la avioneta cayó entre un parque y una villa esquinera.
El piloto con la arriesgada ayuda de un par de vecinos logró salir y alejarse del siniestro. No corrieron la misma suerte sus dos acompañantes, también pilotos.
A su derecha, como primer oficial, iba el capitán Édgar Rosero, experimentado aviador y dueño de la avioneta y, detrás el capitán Juan José Guzmán que los acompañaba ese día. Ambos fallecieron por el impacto y el incendio posterior. Venían de Manta.
¿POR QUÉ ESTABAN EN MANTA?
Todo empezó cuatro días antes. A las 13h15 del viernes 14 de octubre está registrado el despegue de la Cessna 206 con matrícula HCCLR, desde su base en el aeropuerto de Guayaquil.
Al parecer llevaba un pasajero y tenía proyectado pernoctar en el puerto manabita para retornar al día siguiente.
Las investigaciones oficiales están a cargo de la Junta Investigadora de Accidentes y según nos confirmó el comandante Bolívar Rosales, director de Seguridad Operacional de la Dirección General de Aviación Civil, la reglamentación no limita el tiempo en que deba redactarse el informe final.
Por versiones de una serie de testigos y conocedores de las operaciones aéreas nacionales, supimos que el sábado 15, en Manta, la Cessna habría tenido problemas de encendido de motor por lo que no volvió a volar hasta el día del percance.
Del modelo Cessna 206 se fabricaron 5.600 unidades entre 1962 y 1986, puede llevar hasta seis personas, usa un motor de seis cilindros y su velocidad de crucero es de 260 kilómetros por hora.
El martes 18 de octubre, día del accidente, a las 11 de la mañana, una avioneta similar, de la misma compañía y al mando del capitán Édgar Rosero, despegó de Guayaquil con rumbo a Manta.
A bordo, se conoce que iban los otros dos pilotos accidentados, más un mecánico. Aterrizaron en el aeropuerto manabita, minutos antes del mediodía.
Pasadas las dos de la tarde, las dos avionetas presentaron su respectivo plan de vuelo con destino a Guayaquil. El capitán Rosero decidió volver en la avioneta que habían ido a recoger, es decir la que se accidentó.
Al mando estuvo el piloto Christian Almendáriz y con ellos el también aviador Juan José Guzmán. En el otro aparato, al mando de Carlos Álvarez, voló el mecánico.
En ruta pasaron cerca de Paján y a la altura de Nobol usaron, como es habitual, al río Daule como la referencia hacia Guayaquil.
PROBLEMA ELÉCTRICO
A las 15h21 la avioneta se comunicó con la operadora de la torre de control: “Buenas tardes niña, establecidos en el localizador”. La torre de manera normal pidió que continúen la aproximación a la cabecera norte y que vuelvan a llamar cuando estén más cerca.
En ese momento la segunda avioneta estaba dos millas más atrás y le pidieron que se mantenga a la espera porque había más aeronaves operando. Efectivamente, una Cessna 150 estaba despegando y la 206 que se acercaba
Tras el despegue, la torrista dio las últimas instrucciones a la HC-CLR indicándole que podía aterrizar. En aviación todo contacto radial debe ser replicado inmediatamente. Seguramente la torre tenía contacto visual con la avioneta, pero esta no respondió.
Quince segundos después le repitió la instrucción. “Lima-Río, viento 160 grados, ocho nudos, pista 21, autorizado para aterrizar”. El Lima-Río, en el alfabeto fonético, son palabras formadas por las dos últimas letras de la matrícula del avión. Habrían sido cuatro los llamados que no respondió la avioneta.
A la escucha estaba también la aeronave gemela que venía detrás. Por eso la torre le pidió expresamente a la Hotel-Quebec que haga de puente. La Lima-Río estuvo un minuto y medio sin ser escuchada. En ese lapso y como lo reveló el subdirector de Aviación Civil, tocaron el asfalto de la pista y volvieron al aire.
Este “touch and go”, dicen las normas, no debe hacerse si no es comunicado previamente a la torre de control. Por versiones de testigos, la avioneta tocó primero con el tren delantero y eso aerodinámicamente causa un rebote que incluso podría voltear la nave.
Quizá por eso decidieron rápidamente volver a elevarse. Mientras, había ya una Piper del Aeroclub pidiendo pista y un Airbus 319 de Latam listo para el despegue. Entonces la torre le preguntó al Lima-Río: “¿Tiene algún problema?”, a lo que respondieron: “Afirmativo, tenemos un problema eléctrico... nos reintegramos al circuito”.
Entonces, el control le dice que gire a la derecha y que se mantenga a la espera, recordándoles que la otra Cessna estaba también por allí. Mientras, el tránsito aumentaba. Despegó Latam, aterrizó Aeroclub y se acercaba un Boeing 737 de Equair.
La torre pidió a las dos avionetas que sigan esperando, pero la Lima-Río solo respondió con ruidos. Allí la torre le pregunta si quiere declararse en emergencia. Responden que no, pero que necesitaban prioridad para aterrizar.
Le dicen que se mantenga a la escucha, que dos aviones estaban más cerca y que, entonces, tenían el tercer turno. Para colmo, al tráfico se sumó un avión de Avianca que venía de Galápagos.
Entonces había dos avionetas a la derecha de la pista, otra a la izquierda, una cuarta por despegar, un Boeing aterrizando y el Airbus de Avianca llegando. Ante eso, finalmente, la Lima-Río se declaró en emergencia.
La torre le pidió al Avianca que frustre su aproximación y a la Lima-Río que aterrice: “Negativo, señor. ¡En emergencia, en emergencia... Adiós!” fue lo último que se escuchó a las tres de la tarde con 31 minutos...
50 AÑOS EN EL AIRE
La primera licencia que le otorgó la Dirección General de Aviación Civil a Édgar Rosero Rosero, está fechada el 10 de julio de 1973 y lo acreditaba como despachador de aeronaves. Tenía 20 años.
Los Rosero Rosero son oriundos de Ibarra. Tres de los hermanos se vincularon a la aviación, pero uno de ellos también falleció hace 20 años en un accidente aéreo en Morona Santiago.
Ellos fundaron una aerolínea que llegó a operar desde Shell y desde Macas, con seis aeronaves. Prestaron servicios de evacuación de heridos, transporte de pasajeros y de alimentos para programas asistenciales.
Sus clientes fueron instituciones privadas, públicas y no gubernamentales. La marca de la aerolínea la vendieron en 2018 a los actuales propietarios de Aeroregional.
El capitán Édgar Rosero que también fundó Alpha Wings para transporte ejecutivo, era el propietario de la Cessna accidentada. Tenía licencias vigentes de instructor de vuelo y de piloto de línea aérea.
ESTABA EN SU DÍA LIBRE
Juan José Guzmán Ramírez, también fallecido en el accidente, era soltero y tenía 32 años. Empezó su carrera aeronáutica a poco de graduarse de bachiller, en 2009, cuando ingresó al Aeroclub del Ecuador.
También estudió Hotelería y Turismo en Ecotec. Dos años después fue contratado por Lan Ecuador, donde fue durante cinco años encargado de operaciones en plataforma y luego agente de servicios al pasajero.
Su licencia como piloto comercial la obtuvo en julio de 2017, destacándose su eficiencia en el manejo del idioma inglés al alcanzar el nivel 5, requerido por las grandes aerolíneas del mundo.
Poseía también licencia de la FAA, para volar dentro de los Estados Unidos. En 2016 ingresó a laborar en Tagsa, la concesionaria del aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil.
Fue supervisor de Operaciones y desde hace un año y cuatro meses había ascendido a jefe de base. También voló para Alpha Wings, propiedad de Édgar Rosero.
EL SOBREVIVIENTE
Christian Almendáriz Pozo tiene 27 años y una licencia de piloto comercial desde 2016. Nació en Riobamba. Estuvo al mando de la accidentada Cessna 206.
En palabras de la alcaldesa Cynthia Viteri: “Estaba casi zigzagueando en el aire. Buscó dónde estrellarse y se estrelló en el parque para no afectar la casa de ninguna de las personas que están aquí y no perder más vidas.
Es una tragedia donde alguien que tuvo pericia, evitó que mueran más personas”.
UN CASO SIMILAR EN CHILE SUCEDIÓ SEMANAS DESPUÉS
Una avioneta militar de acrobacia de la Fuerza Aérea de Chile cayó en la ciudad de Chillán, en la región de Ñuble, al sur del país austral, el 13 de noviembre. Los equipos de emergencia reportaron dos heridos por el accidente que fueron trasladados vía aérea al hospital más cercano.
La Radio, un medio de la localidad, detectó que la caída de la avioneta fue de emergencia y se dio en el interior del recinto del Colegio Seminario Padre Hurtado. Precisamente, en la cancha de fútbol del colegio y por la velocidad terminó en una bodega. De hecho, la institución se ubica en una zona residencial, pero está próxima al Aeródromo Bernardo O´Higgins.
Al avión se le paró el motor en la aproximación al aeropuerto. Intentaron re encender pero no respondió. Decidieron planear y aprovecharon las canchas de fútbol y rugby del colegio Padre Hurtado. Aterrizaron perfecto pero no pudieron frenar.
No había nadie en el colegio. Se estrellaron en una construcción que los detuvo justo frente al cuadro del padre Hurtado.Los dos pilotos salieron por sus propios medios.
Habitantes del sector calificaron el hecho como un milagro realizado por el padre Hurtado.