La historia de Diana Ruiz, 'La Mujer Supersónica' que falleció en un trágico accidente aéreo en La Libertad
La capitán de aviación Diana Estefanía Ruiz Solís, quien murió tras un fallido vuelo de instrucción, quedará en la historia del Ecuador por haber sido la primera mujer abordo de un avión supersónico. “Mi sueño es llegar lo más alto que se pueda”, aseguró en el 2014 durante una entrevista con Vistazo.
El pasado martes 26 de noviembre del 2024, la avioneta tripulada por Ruiz y el cadete Juan Andrés Pacheco Ramírez cayó en la avenida Eleodoro Solórzano del cantón La Libertad, provincia de Santa Elena.
Tras el trágico accidente, la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) dijo que se conformará una Junta Investigadora de Accidentes con el fin de esclarecer las causas del hecho. Así mismo, la Fiscalía dispuso la práctica de diligencias en el sitio del siniestro.
Diana Ruiz hizo historia el 13 de marzo de 2014, cuando fue parte de la tripulación que cumplió la misión a bordo del avión supersónico ‘Cheetah’. Fue la primera mujer en romper la barrera del sonido en los cielos ecuatorianos.
Ese día, cuando se asignó la misión le tocó el turno a la ella porque su compañero, que era el más antiguo de la promoción, no se encontraba en la base. Así que quien era la segunda en antigüedad tomó el puesto dentro del Cheetah. “Ese día fue muy hermoso para mí porque me encanta volar, vivo para volar. Cada vez que me subo a un avión me encanta”, aseguró en mayo del 2014 durante una entrevista con este medio de comunicación.
Tenía 22 años cuando alcanzó este hito de la aviación ecuatoriana. Durante la charla, la piloto se apasiona al hablar de volar y más si es a altas velocidades y desafiando la gravedad. “Amo la velocidad”, subrayó una y otra vez, cuando se refería a su trabajo. El día de la misión las emociones también rompieron la barrera del sonido, porque no solo fue la oportunidad de experimentar por primera vez este tipo de vuelos, sino que Ruiz pudo compartir la experiencia aérea con pilotos muy preparados y experimentados.
“Estábamos altísimo, súper rápido, y en seguida aterrizamos y estaba feliz. Poca gente lo vuela en la FAE, fue una bendición haber compartido ese viaje”, mencionó ‘La Mujer Supersónica’.
Tras esa primera vez, Diana tuvo la posibilidad de seguir viviendo la experiencia de subirse al Cheetah y aprender más sobre él, que es diferente a las otras naves en las que pudo pilotar o hacer misiones.
“Es diferente porque graba velocidad, graba gravedad, los sistemas son más complejos, es un avión de combate”, explicó. En aquella época, la joven no era del todo consciente sobre haber sido la primera mujer a bordo de un supersónico, quizás era porque estaba muy enfocada en su labor y en volar, más que en leer noticias o repercusiones de su experiencia.
“Nosotros no tenemos acceso a la prensa y en donde volamos no puede haber Internet ni señal de teléfonos”, relata y dice que el momento de enterarse de lo que pasó es a la noche cuando recibe llamados de su familia que le cuentan lo que pasó en el día y compran los diarios o revistas en donde se hable de ella.
Su voz se aceleraba y dejaba transparentar su emoción al hablar de sus sensaciones cuando se encontraba en el aire. No hacía falta preguntar demasiado para evidenciar que toda su pasión estaba puesta en ser piloto. Cuando Diana era chica, formar parte de la Fuerza Aérea Ecuatoriana no era un sueño posible, porque todavía las mujeres no integraban el ámbito militar, así que ni siquiera se le había ocurrido pensarlo. Cuando estaba en cuarto año del colegio, el panorama era diferente. Desde el 2000 las mujeres ya eran parte de las instituciones militares y en el 2007 la Escuela Superior Militar de Aviación Cosme Renella decidió comenzar a formar cadetes femeninas.
Así que en 2009, Ruiz tomó la decisión y se inscribió. Se graduó tres promociones después de aquellas pioneras. Recordó que el 20 de septiembre comenzó su formación. Ruiz también tenía registro de la fecha de su primer vuelo pilotando sola. “Siempre recordamos la primera vez que volamos solos porque es como que culminamos una etapa”, aseguró. Fue el 10 de febrero de 2010, a bordo de una avioneta y desde entonces empezó a llevar la cuenta de sus horas de vuelo.
“Mi sueño es llegar lo más alto que se pueda, volar los aviones que la FAE me disponga y llegar a ser una buena piloto”, aclaró sobre sus metas y contó que tiene un modelo que la inspira. “Hay una piloto estadounidense que compartió con ella una comisión en el exterior. Vuela transporte y combate. Simplemente me dijo que sea muy perseverante. En cualquier rato las mujeres podemos estar como ella volando en varios equipos”, aseguró.
La capitán de aviación siempre tomó su formación y experiencia muy en serio y con mucha responsabilidad, durante la mañana se dedicaba a sus estudios y por las tardes salía a volar en misión. Todos los días podía llegar al cielo y eso era lo que la hacía feliz.