La diferencia en las fotos es innegable. En marzo, Kaily Egas Cunalata, de 8 meses, se veía risueña, con un aparente peso normal, presumiblemente sana. En la foto que Nelly Cunalata, su madre, le tomó en el Hospital de Niños Roberto Gilbert Elizalde casi un mes y medio después de permanecer internada, parece que estuviéramos viendo a otra menor: delgada, adormecida, bañada en sudor y con escaso cabello.
Nelly y su esposo Hernán denuncian una presunta negligencia en la atención de esta menor, que ingresó a la casa de salud los primeros días de marzo por una cardiopatía congénita, que necesita operación de manera inmediata. No es la primera vez que la niña está internada en estado crítico: ya pasó por Ambato, Quito y llegó a Guayaquil con la esperanza de obtener la operación que podría mejorar significativamente su día a día y ampliar su expectativa de vida.
Nelly de 32 años, originaria de Pelileo (Tungurahua) -donde vive con su esposo, su hijo mayor y la pequeña Kaily- cuenta que la operación ha sido aplazada desde enero y que ahora definitivamente, por la emergencia que atraviesa el país a causa del coronavirus, no se podrá realizar.
Ella lo comprende, entonces pidó el alta de su pequeña, para poder irse a su pueblo hasta esperar una nueva fecha para la operación.
"Estuvo intubada, luego la trasladaron a la sala de cuidados intermedios. Les pedí de favor que me den el alta porque había muchos niños enfermos, que tosían y ya me habían dicho que no la iban a operar por ahora. Cuando fui a ver ver los documentos para el alta, la factura reflejaba un valor de más de $4000. Entonces dije que me quedaba no más, con la niña internada".
Entonces pasó lo peor: la niña contrajo una nueva infección y su estado volvió a ser grave, teniendo que ingresar de nuevo a la sala de cuidados intensivos. Al preguntar en medio de su angustia por qué, qué había sucedido, la fría respuesta de una enfermera fue "Porque está aquí, pues, aquí se puede contaminar de cualquier cosa".
Según Nelly, pasó tres semanas sin poder entrar a verla. Tres semanas en las que apenas le daban información y solamente le decían, que se mantenía estable.
Un día entró a la fuerza y se topó con un cuadro deplorable: una niña completamente desnutrida, con lesiones en la piel de la espalda a causa del roce de la sábana y los aparatos médicos y el pañal descuidado. Nelly reclamó e hizo visible su malestar por medio de las redes sociales y cuenta que desde allí las cosas mejoraron para ellos y su pequeña.
Ella y su familia permanecen en el hospital desde que la niña ingresó. Allí se duermen, se visten y se bañan. Al haber estado en tantos hospitales de manera reciente, la familia de Hernán en Guayaquil les dio la espalda por temor a cualquier contagio de coronavirus.
Y no están tan alejados de la realidad: Nelly cuenta que en la misma sala donde se encuentra su hija, hay varios casos de COVID-19. Reconoce que los médicos y enfermeros toman todas las medidas de bioseguridad posibles, pero que el contagio no deja de ser un riesgo tanto para ellos como para los menores. Su hija, al tener desnutrición crónica y neumonía, se convierte en un paciente de riesgo.
"Ahora la trasladaron nuevamente a cuidados intermedios. Entramos a cuidarla y a alimentarla, a vestirla y cambiarle los pañales. Ahora me mandaron a comprar unas leches especiales para que pueda mejorar en su desnutrición", cuenta ya más aliviada. Está esperando que su cuadro de desnutrición mejore para poder volver todos a Pelileo.
El Dr. Alfredo Robalino, Director Técnico del Hospital de Niños Roberto Gilbert de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, niega cualquier tipo de negligencia y explica lo que puede haber sucedido en este caso en particular.
"No se enfermó de neumonía en el hospital. Ella ya tenia la enfermedad, producto de su propia cardiopatía. Además la señora dice que no la han dejado verla un mes y eso no pasa en el hospital. Lo que sucede es que en parte se han restringido las visitas por temas de COVID-19, pero nunca se dejó de darle información", puntualiza.
Dice que luego de conocer esta denuncia, habló con los jefes del servicio de cuidados intensivos y con los doctores que han estado atendiendo el caso de la niña. "Ella está mejor. Los padres indican que la hallaron descuidada, pero lamentablemente es una niña cardiópata, que no se desarrolla de forma normal, que ha tenido neumonías repetidas".
Explica que ahora el hospital está tomando las acciones respecto a la salud de la pequeña Kaily, con un tratamiento en base a antibióticos. "Hay que esperar que reaccione. Si está enferma no se puede operar, pero tiene que operarse del corazón", dice.
Respecto al pago de los $4000, explica que lo que pudo suceder talvez es que al tratarse de un alta voluntaria, el IESS -la niña ingresó con un convenio a través de la Seguridad Social- no cubría los gastos que se hayan ocasionado hasta ese momento. "Porque es el paciente el que se va, no el hospital el que da el alta. Probablemente es lo que puede haber sucedido, pero ese sería un procedimiento del IESS, no nuestro. De ninguna manera se cobra", dice Robalino.
El pasado 1 de abril, la Junta de Beneficencia de Guayaquil pidió a la ciudadanía que hagan donaciones a su cuenta corriente, debido a que la situación actual “ha desbordado nuestra capacidad financiera”, dijeron en un comunicado.
Según explicaron, la entidad ha destinado todos sus recursos disponibles para afrontar la crisis sanitaria, sin embargo, la demanda actual por casos de COVID-19 les ha superado, al igual que ha ocurrido en el resto de los centros médicos del mundo. A esto se le suma la millonaria deuda pendiente por parte del IESS hacia ellos por el cobro de las prestaciones de servicios.
La Junta de Beneficencia maneja ocho casas de salud en Guayaquil.