Lenín Moreno, el hombre que decidió volver a vivir

María Belén Arroyo
Lenín Moreno ha escrito 10 libros de humor; dicta conferencias motivacionales. Foto: AFP

Lenín Boltaire Moreno Garcés nació dos veces. La primera, en marzo de 1953, en Nuevo Rocafuerte, cerca de la frontera con Perú. Su padre –el educador y diputado Servio Tulio Moreno– viajó con su familia al último rincón de la Amazonia para alfabetizar. 
 
Su segundo nacimiento ocurrió los primeros días de enero de 1998. Para entonces, era un empresario de 45 años, casado y con tres hijas pequeñas. El anhelado paseo familiar a la playa quedó trunco, todo cambió en segundos. El asaltante le pidió las llaves de su carro, él las entregó sin oponer resistencia, pero recibió varios disparos en la columna, a quemarropa. Batalló entre la vida y la muerte. 
 
Escogió vivir. Perdió la movilidad de las piernas, y por algún tiempo también la esperanza. “Estar en una silla de ruedas no solamente es un cambio de posición física, fundamentalmente es un cambio de perspectiva; cuando alguien está erguido privilegia mirar de frente y hacia arriba; en una silla de ruedas –y lo digo también en sentido figurado– se ve hacia abajo”, confesó alguna vez. Repentinamente, su esposa Rocío González notó que escribía en un cuaderno día y noche. Había encontrado la forma de vencer la tristeza con humor. “Cuentos no ecológicos”. “Ríase, no sea enfermo”, “Trompabulario”, son solo tres de los 10 libros que ha publicado. 
 
“Decidió volver a vivir”, dice su perfil oficial. Su discurso de candidato contiene una carga emocional estudiada. Su imagen construye el alter ego inclusivo, tolerante y respetuoso que Rafael Correa no quiso (o no pudo) encarnar como Presidente. 
 
Pero Lenín Moreno es más que el rostro amable que la Revolución Ciudadana escogió como sucesor de Correa en Carondelet. Conciliador. Lo demostró entre 2007 y 2013, cuando actuó como Vicepresidente de Correa. Construyó la utopía de una sociedad que visibiliza e incluye a las personas con discapacidad. 
 
La cruzada movilizó al país; además recibió atención internacional; pero también se nutrió de una millonaria apuesta publicitaria. Entre 2011 y 2012, tres agencias se repartieron un pastel de siete millones de dólares para diseño de estrategias, creación de campañas y difusión de la Misión Solidaria Manuela Espejo. De dos contratos firmados en 2012, el de mayor valor ($ 2,5 millones) acentúa en el eje emocional de la misión, mientras el más bajo ($ 900 mil) hace énfasis en el ámbito informativo. Eran los tiempos de bonanza petrolera. 
 
El entorno de Lenín: Compuesto por su esposa Rocío González, con quien se casó hace 4 décadas,
y sus hijas Cristina, Carina e Irina. 
 
Vida pública y vida privada
El ex Vicepresidente recuerda la experiencia de la Misión como una “Prueba de amor a la Patria”, en entrevista con Vistazo. Llegar a zonas de difícil acceso fue posible gracias a los uniformados, evoca, “El único fallecido fue un miembro de las Fuerzas Armadas, cumpliendo con la tarea de llegar a lo más escarpado de los Andes”.
 
El resultado de la Misión Manuela Espejo hizo que varios países replicaran el modelo. Lo catapultó al cargo de enviado especial de las Naciones Unidas para la Discapacidad, función que le permitió vivir en Ginebra, con fondos públicos. 
 
Su facilidad para transitar entre lo público y privado le permitió realizar –ya fuera de la Vicepresidencia– por lo menos 15 charlas motivacionales en entidades del sector oficial, cobrando tarifas promedio de 10 mil dólares por conferencia. ¿Su versión? No recibió un centavo, el dinero se destinó a la Fundación de ayuda social que mantiene con su familia.
 
Al equipo de Vistazo le pide que busquen en su patrimonio, pero que con el mismo rigor se indaguen los bienes de otros políticos. Exhibe una imagen en su celular. Una construcción sencilla, en medio de la selva amazónica, construida en el terreno de propiedad familiar. “Esa es toda mi riqueza”. 
 
Su partida de nacimiento en la vida política está fechada a mediados de los años 70. Estudiaba Psicología en la Universidad Central; se opuso a que un decano se eternizara en el cargo. Abandonó esta carrera en tercer año. 
 
Pero su verdadero debut en política se produjo en 1978. El triunvirato militar que gobernaba había decretado el alza del valor del pasaje del transporte urbano de un sucre a 1,40. 
 
El episodio, conocido como “La guerra de los cuatro reales”, desencadenó protestas que aceleraron el fin de la dictadura. Moreno –igual que otras figuras de la política– luchó por el retorno a la democracia, con la bandera del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). En esos años, la simpatía hacia la izquierda era vista con suspicacia.
 
Tras dejar Psicología se inscribió en Administración Pública: fue el mejor egresado de su promoción. 
 
Con los años su postura ideológica cambiaría. Apoyó la candidatura presidencial de Rodrigo Borja, y estuvo tras bastidores en la postulación de Jacinto Velásquez. Ocupó dos cargos públicos: director administrativo del Ministerio de Gobierno; y, director Nacional de Discapacidades a fines de los 90". 
 
 
"No soy carroñero"
Su postulación para la Vicepresidencia, en agosto de 2006, fue anunciada por Alianza PAIS en un mitin político en el cantón Palestina, provincia de Guayas.
 
La fórmula funcionó a la perfección. Equilibró los primeros seis años de go- bierno. No evitó el punto de quiebre que representaron los hechos del 30 de septiembre de 2010. Moreno ha- bía viajado a la sede de la ONU para representar al gobierno en el período de sesiones número 65 de la Asamblea General. El 30 de septiembre intentaba aterrizar en Quito, pero debió desviar a Guayaquil a causa de la violencia. Hubo voces que le pidieron asumir la Presidencia, reveló después. ¿Su respuesta? “Desleal jamás, no soy carroñero”.
 
En su vida privada se desempeñó como promotor de ventas: desde muñecas Barbie hasta fajas para adelgazar en maletines vistosos.
 
Cuando combinó la publicidad y el turismo dio en el centro: en 1985 fundó la agencia que publica una guía turística. La faceta de empresario la explotó como candidato. De llegar al cargo –asegura– tendrá 60 asesores ad honorem y privilegiará el diálogo a la imposición. Ofrece un nuevo estilo de gobernanza.
 
¿Sus asesores de confianza? Julio Bueno y Rosángela Adoum le acompañaron desde la Vicepresidencia. El primero, quien es músico, es uno de los gestores del proyecto del Circo Social que no llegó a despuntar. María Fernanda Espinosa le habla al oído, igual que su esposo, de origen nicaragüense, Eduardo Mangas.
 
Su intención de llegar a Carondelet significó un quiebre en el movimiento de gobierno. Su compañero de fórmula es Jorge Glas. Es un secreto a voces que mantienen diferencias.
 
¿Su desafío de llegar a Carondelet? Mantener su estilo, logrando distanciarse de Correa. Aglutinar. El bloque legislativo propuesto por su movimiento Alianza PAIS refleja las distintas corrientes internas de esa organización política. Es posible que conozca de cerca la soledad del poder.