¿Por qué Putin nunca quiso reconocer a Ucrania como una nación independiente?
El 8 de diciembre de 1991, Stanislav Shushkevich, quien había sido hace poco el presidente del Sóviet Supremo de la República Socialista Soviética de Bielorrusia, se reunió con Boris Yeltsin, presidente de la República Soviética Rusa, en su finca ubicada dentro de un bosque en los alrededores de la frontera entre Polonia y Ucrania, en el cual cazaron bisontes mientras conversaban sobre temas que marcarían el futuro de ambas naciones.
Un editorial de The Economist, publicado el 18 de diciembre del 2021, profundizó en la trascendencia que esta reunión tendría, y cómo el desarrollo de Rusia, desde el golpe de estado contra el líder soviético Mijaíl Gorbachov hasta el largo mandato de Putin, dejaron claro que esta potencia del mundo nunca consideró respetar la independencia de Ucrania.
Según explica el editorial, en Ucrania se había celebrado una consulta popular meses atrás a la reunión de la finca de los presidentes, en 1991, en la que se confirmó que una amplia mayoría de la población apoyaba la idea de declararse como una nación independiente y separarse de la Unión Soviética, la cual estaba extremadamente debilitada por crisis económicas, políticas e ideológicas.
Yeltsin, consternado por la creciente crisis económica que Rusia enfrentaba, la cual se había traducido en inmensas filas para comprar insumos básicos, pánico generalizado y un aura taciturna y casi perpetua que envolvía a sus ciudades, analizaba vehemente lo que su homólogo ucraniano, Leonid Kravchuk, presidente de la República Ucraniana, había decidido.
Más allá de constituir una respuesta para la profunda depresión económica, Yeltsin consideraba la opción de convertir a Rusia en un estado independiente como la oportunidad de desarrollar un gran motor de identidad, que genere un reencuentro entre el patriotismo y la población, solidifique su poder y búsqueda de una democracia liberal.
No obstante, el hecho de que si se desvanecía la Unión Soviética y no quedase ningún remanente que uniera a Ucrania y Bielorrusia con Rusia, era algo que lo perturbaba.
La idea de funcionar como naciones independientes podía ser la clave para la resolución de los problemas que los tenían contra la pared, pero perder lazos de unidad establecidos podría desencadenar un futuro aún peor.
Esta era la conclusión a la que se llegaba debidoa la importancia de los recursos que se hallaban en el territorio ucraniano. Era la segunda república con más poder de la Unión Soviética, su fuerza industrial estaba estrechamente ligada a la de Rusia y además, contenía dentro reservas de armas nucleares inamovibles.
LA DIFUSA IDENTIDAD DE RUSIA Y UCRANIA
Kravchuk, ese mismo año, había demostrado con un referéndum que la mayoría de los ucranianos, tanto en el este como el oeste, pugnaban por la independencia. Esto era algo muy significativo en una nación en la que al menos 11 millones de habitantes tenían un origen étnico ruso.
Había aceptado la invitación Shushkevich para acudir a la reunión en su finca, pero la decisión de la separación ya estaba tomada, y no tenía pensado cambiar de opinión.
Ucrania era considerada como una nación que había adoptado gran parte de la cultura rusa. Asimismo, su presencia en Europa era esencial para Rusia, que se inclinaba a identificarse más con este continente que con sus contra partes asiáticas.
La conversación entre los tres presidentes fue la piedra angular de un acuerdo elaborado por estos líderes: el Tratado de Belavezha, que sellaba la disolución de la Unión Soviética y la reemplazaba por una forma de unión voluntaria conocida como la Comunidad de Estados Independientes, en diciembre de 1991.
Yeltsin sentía una gran paz interior tras su decisión de firmar. "Rusia está eligiendo un camino diferente, un camino de desarrollo interno en lugar de uno imperial. Está abandonando la imagen tradicional de poseer la mitad del mundo para perpetuar un conflicto con la civilización del oeste, así como el rol de policía al momento de resolver conflictos internos", expresó a los periodistas que le preguntaron sobre el tratado.
EL SURGIMIENTO DE VLADIMIR PUTIN
Los siguientes años se desarrollaron en medio de una fuerte contracción económica para las tres naciones. Alexander Lukashenko llegó a la presidencia en 1994, y encaminó a Bielorrusia hacía una vuelta a la seguridad, que consistía en una suerte de alusión a la época soviética, que se tradujo en amplias alianzas con Rusia. Ucrania también tenía un máximo nuevo mandatario, Leonid Kuchma, quien contaba con gran apoyo de la población de origen ruso.
En 1993, Yeltsin seguía presidiendo Rusia, en medio de una fuerte sublevación que lo mantenía refugiado en el Parlamento. Ante la preocupación de demás potencias por el armamento nuclear radicado en Ucrania, y en efecto de su posesión; Estados Unidos, Inglaterra y Rusia acordaron respetar la integridad total de Ucrania y sus fronteras a cambio de este armamento que se posicionaba como un remanente de la antigua artillería soviética. Ucrania aceptó.
El occidente veía con buenos ojos a Rusia a lo largo de la década de los 90, que daba señas de querer seguir en la senda a convertirse en una democracia liberal, precisamente por acciones como su voluntad de sumarse a acuerdos para respetar la integridad de ex-naciones soviéticas, como sucedió con Ucrania en ese entonces.
No obstante, el ascenso de Vladimir Putin, sucesor de Yeltsin, a la presidencia de Rusia trajo consigo un abanico de nuevas metas con las que la nación inició el nuevo milenio, el día en que el nuevo presidente fue elegido, 7 de mayo del 2000, se revelaba por medio de encuestas que lo que más exigía el pueblo, más allá de desentramar la corrupción que invadía al gobierno ruso en ese entonces, era "convertirse en una nación respetada por los otros países". Muchas de las personas que optaron por decir estar respuesta asintieron cuando Putin restituyó el antiguo himno de la Unión Soviética como himno ruso tras su victoria.
LA LEJANÍA ENTRE UCRANIA Y RUSIA SE EXPANDÍA
En 2004, al enfrentarse a numerosas protestas por unas elecciones presidenciales fraudulentas, Leonid Kuchma se alejó de la metodología de respuesta rusa ante estas situaciones y acogió las sugerencias de occidente para controlar las manifestaciones de forma pacífica, sin enviar fuerza militar como había aconsejado Rusia.
En 2012, tras la vuelta de Putin al poder en medio de otra dura crisis económica y un creciente interés mutuo de la Unión Europea y Ucrania de establecer una alianza, un grupo de economistas impulsó al líder ruso a promover uniones con Ucrania, para disuadirlo de sumarse a la UE.
Víctor Yanukovych, nuevo presidente ucraniano, tanteaba la idea de a quién aliarse. Ucrania no formaba parte de ninguna coalición de países significativa que le pudiese garantizar protección. En noviembre del 2013, durante una reunión secreta en Moscú, se le ofreció a Yanukovych una línea de crédito de $15 mil millones de dólares antes de que firme un acuerdo con los europeos. Como producto, Yanukovych rechazó su previo acuerdo con el bando europeo, desencadenando fuertes protestas en su país que escalaron a manifestaciones en las que 130 personas murieron.
Bajo el argumento de proteger a la población rusa del exterminio a manos de fascistas ucranianos, Putin se anexó la península de Crimea, dentro del territorio ucraniano, e inició una guerra en el Donbás, región de Ucrania con la mayor cantidad de población rusa.
UCRANIA COMO UNA "ANTI-RUSIA"
La ofensa en Crimea fue apoyada por casi el 90% de rusos según encuestas del 2014. Putin volvió triunfal y declaró en un texto titulado "Acerca de la Unidad Histórica de Rusos y Ucranianos", publicado en 2021, Ucrania ya no solo debía ser considerada como "No Rusia", sino como "Anti Rusia", debido a que su existencia era incompatible con las metas de su nación.
Las mesas se han volteado, y lo que hace 30 años era necesario para que Rusia se desarrolle según Yeltsin, que consistía en una Bielorrusia y Ucrania libres, ahora representa un obstáculo para el gigante ruso. Además, las aspiraciones que tiene Ucrania de aliarse con los países de la OTAN implican una desventaja geopolítica para Rusia.
La independencia de Ucrania nunca fue totalmente aceptada por Rusia debido al anhelo político que mantienen de extender su influencia y poder alrededor de los territorios que alguna vez le pertenecieron, bajo la excusa de mantener a esta nación "protegida" de otras potencias consideradas a lo largo de la historia como amenazas.