Las mil y una desgracias de las hijas prisioneras del Emir de Dubái
Las hermosas historias que narra el clásico de “Las mil y una noches” son una fantasía. Para las mujeres en los países árabes, la vida está marcada por la falta de libertad. Y mientras más alto es el linaje, es peor, como lo demuestran las mujeres vinculadas al emir de Dubái.
Él es el emir de Dubái, el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, un multimillonario dueño de hermosos caballos que compiten en las carreras más famosas del mundo, entre estas las de Ascot, donde frecuenta a la realeza inglesa.
Se le han conocido seis esposas y 30 hijos. La última de sus esposas, la princesa Haya, hermana del rey Abdalá de Jordania, le ha puesto un juicio de divorcio en Londres, donde reside con sus dos hijos. Haya ha dicho que decidió huir de su esposo, luego de conocer el maltrato que sufrieron sus hijas Latifa y Shamsa, ambas secuestradas por su padre y obligadas a permanecer prisioneras en Dubái.
El último evento en esta saga de denuncias está originado en el llamado desesperado de la princesa Latifa, quien asegura no ha visto la luz del día, pues permanece encerrada en su habitación desde hace tres años, sin comunicación con el mundo exterior. Gracias a un celular furtivo que operó desde el baño, llamó a su primo materno Erick, quien vive en Londres, para contar su terrible situación.
El caso de Latifa despertó interés internacional cuando fue secuestrada desde un yate en alta mar, donde estaba en compañía de Tina Jauhiainen, una finlandesa profesora de capoeira, un arte marcial brasileño, y que se convirtió en amiga cercana de Latifa. Las dos planificaron la huida y estaban en el camarote del yate contratado para cruzar el océano Índico y llegar a las costas de la India para conquistar su libertad.
Ocho días después, frente a las costas de la India, el barco fue asaltado por “comandos” que utilizaron granadas de humo, encañonaron a ambas mujeres y devolvieron a Dubái a Latifa, de la que no se había vuelto a saber nada hasta ahora, según el relato publicado por la BBC.
EN FEBRERO DE 2018, la princesa se subió a una lancha inflable junto a Tina Jauhiainen, que había sido su instructora de artes marciales, y navegaron hasta aguas internacionales, donde las esperaba un yate con bandera estadounidense. Ocho días después, frente a las costas de la India, el barco fue asaltado por “comandos” que devolvieron a Dubái a Latifa.
La escena del asalto fue traumático para las dos pasajeras. Los comandos amenazaron a Jauhiainen con volarle los sesos ahí mismo. Los asaltantes entregaron en alta mar a los tres pasajeros -el operador del bote y las dos mujeres- a un barco de los Emiratos. A Jauhiainen le aseguraron que había sido condenada a muerte y que sería decapitada. Sin embargo, cuando su gobierno conoció del caso, organizaciones de derechos humanos comenzaron a presionar en los medios internacionales, por lo cual el gobierno liberó a la finlandesa.
Otro de los activistas para que liberen a Latifa es un abogado británico David Haigh, quien estuvo preso durante dos años en Dubái. Haigh es un abogado activista de derechos humanos y por haber defendido varios casos fue apresado por dos años en los Emiratos.
Por la actividad de estos dos personajes y del primo materno de Latifa, Marcus Essabri, Naciones Unidas se involucró en el caso. La expresidenta de Irlanda y ex alta comisionada de los Derechos Humanos, Mary Robinson, hizo una visita a Dubái a raíz del secuestro para dialogar con Latifa.
A Robinson no solo le interesaba el caso de Latifa, sino de su otra hermana Shamsa, quien en el 2000 intentó huir de su hogar mientras se encontraba de vacaciones en Surrey, Inglaterra. Tras seis semanas fue capturada por hombres de su padre en Cambridge. Latifa aseguró que su hermana estuvo ocho años en prisión, pero hoy nadie conoce donde está o qué hace.
LA ÚLTIMA ESPOSA DEL EMIR, la princesa Haya, hermana del rey Abdalá de Jordania. Ha pedido el divorcio y está viviendo en Londres. En el juicio, ella ha dicho que decidió abandonar a su marido el jeque Mohammed bin Rashid al Maktoum, cuando conoció la triste situación de sus dos hijas.
Dubái ha querido convertirse en un centro tecnológico y financiero. El emir Mohammed bin Rashid Al Maktoum ha buscado presentarse como un reformador con visión global. Ha tenido la simpatía de algunos líderes occidentales por estar opuesto a Irán y por su reciente establecimiento de relaciones internacionales con Israel. Por ello, sostiene diario El País: “Todos los aliados han preferido mirar hacia otro lado cuando se trataba de los asuntos familiares de sus gobernantes”.
La pesadilla de Latifa ha hecho cada vez más difícil a muchos de esos líderes hacerse de la vista gorda. La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos pidió, a raíz de la publicación del video telefónico a las autoridades del emirato de Dubái, pruebas de que la princesa Latifa Al Maktoum sigue viva, después de que denunciara que está retenida contra su voluntad en una villa.
“Estamos preocupados al ver la perturbadora evidencia en video y pedimos más información y clarificación sobre su situación actual”, dijo la portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Liz Throssell.