Las cuatro bodas del rey Juan Carlos y la reina Sofía de España
Juan Carlos I de España es conocido por su amor por la caza y una retraída actitud, incluso cuando ocupó el trono, entre los años de 1975 y 2014. Por otro lado, está Sofía de España, su consorte y una mujer muy apegada a la religión, pero entusiasta por la ciencia y algunos temas sensibles de la sociedad. Dos almas tan distintas que se dieron el “sí” cuatro veces para reafirmar su compromiso.
Los exreyes de España tuvieron que enfrentar juntos varios problemas como creciente impopularidad de la monarquía española y los genios y traiciones de cada uno. Parece irónico que, después de haber pasado por tanto, la pareja finalmente se haya divorciado.
EL CRUCERO
Era 1954 y las guerras habían dejado muy separadas a las familias reales de todo el mundo. En ese entonces no existían los celulares y las cartas tardaban meses en llegar de un punto al otro, además de que Europa se encontraba en un proceso de austeridad, recuperándose de todos los recursos perdidos especialmente durante la Segunda Guerra. Por lo tanto, no solo el pueblo debía moderar sus gastos, sino también la monarquía: no bailes, no bodas muy ostentosas y tampoco viajes muy costosos.
En ese entonces los jóvenes que querían conocerse acudían a celestinas, mujeres que hacían todo lo posible por juntar a personas con fines románticos. La reina Federica de Grecia era una de ellas. A la monarca se le ocurrió una idea brillante para juntar a su hija, Sofía, con algún muchacho de la realeza: hace poco el armador griego Eugínides le había pedido que amadrinara su embarcación y como agradecimiento, le ofreció confeccionarle un broche de brillantes. Federica, en cambio, le dijo que mejor organizara un crucero por el Egeo con los jóvenes solteros de las familias reales europeas reinantes o sin trono.
Así fue como el 22 de agosto de 1954 zarpó el exclusivo crucero, en el que iba Sofía, la hija mayor de la reina y Juan Carlos, heredero al trono español. En ese momento el destino de ‘don Juanito’ era incierto, pues el dictador Franco se había tomado el país y la familia había corrido a un exilio. Situación similar vivía la Reina Federica y su descendencia, quienes habían sido expulsados del país tras la guerra civil.
La comunicación entre Sofía y Juan Carlos fue escasa. Ella no hablaba ni una palabra de español y él tampoco sabía nada de griego. Como tenían amigos en común, Sofía pensaba que era un “chico lindo y joven. Simpático, bromista, e incluso un poco gamberro”. Por ello decidió darle una oportunidad e intentar hablarle en inglés, pero Carlos apenas sabía lo básico. Además, hubo cierta fricción porque cuando Sofía le contó que estaba aprendiendo Judo, él no le creyó. Ella decidió darle su merecido agarrándolo de la mano y tirándolo al suelo con una toma.
Cada uno se fijó en otras personas: Sofía se interesó en Harald de Noruega, pero él estaba enamorado de Sonia Haraldsen. Juan Carlos, por su parte, puso la mirada en María Gabriela de Saboya, hija del último rey de Italia, Umberto II, y una amiga de la infancia. Ambos tuvieron una relación que terminó poco tiempo después porque la familia de Juan Carlos, los Borbones, consideraba que la italiana tenía valores demasiado modernos.
En la vida de Juan Carlos siguió Olguina de Robilant, una condesa italiana, pero fue acusada de organizar una orgia en su fiesta de cumpleaños 25 y los Borbones la despidieron. También quedó embarazada y se decía que era del heredero español, pero ella lo desmintió tiempo después.
CONEXIÓN
En 1961 ambos asistieron a la boda de los duques de Kent y les tocó sentarse en la misma mesa. La reina Sofía recordó que esa noche la indiferencia se transformó en atracción, cuando Juan Carlos la sacó a bailar un fox lento. “Le tenía por gamberro, pero esa noche me di cuenta de que tenía una hondura que no sospechaba”, diría años más tarde sobre la situación.
Luego la familia de Juan Carlos y de Sofía pasaron las vacaciones juntos en la isla de Corfú, por lo que los jóvenes tuvieron un tiempo para conocerse y estar a solas. Tres meses después, llegó el compromiso. El futuro monarca le lanzó una cajita a Sofía mientras gritaba “Sofi, tómalo”. Años después el rey Juan Carlos indicó que ella era la única mujer digna de llevar la corona española.
Cuando la boda estaba casi lista, se anunció al dictador Franco, quien en ese entonces permitía o negaba muchas cosas, entre ellas quiénes se casaban, cuestionó la elección del heredero, pues Sofía no hablaba nada de español y tampoco sabía mucho sobre la cultura. Además, ella era ortodoxa y el trono era para una reina católica. La Reina Federica decía que Sofía se convertiría tras la boda, pero el padre de Juan Carlos quería una ceremonia estrictamente católica.
Un mes antes de la boda, Sofía fue a buscar a su prometido al aeropuerto, pero él no se bajó y esto le rompió el corazón. El asunto era tan grave que el Papa Juan XXlll tuvo que intervenir y dio su aprobación, con la condición de que se celebraran dos bodas: una católica y otra ortodoxa. Así, Juan Carlos y Sofía se casaron cuatro veces: Una boda eclesiástica católica, una boda civil para el registro español, una boda ortodoxa y una boda para el registro griego. Las cuatro veces fueron el mismo día.
LAS BODAS
La primera fue de corte católico, en la catedral de San Dionisio. Ambos dijeron el “ne, thelo” (“sí, quiero”) ante el arzobispo Benedicto Printesi y la ceremonia fue sencilla, como se caracteriza a las misas católicas. Luego los novios fueron al palacio real, firmaron el acta para el registro civil español y descansaron aproximadamente 15 minutos.
De ahí se trasladaron a la catedral de la Anunciación de Santa María, donde se celebró la boda ortodoxa, la cual fue mucho más larga, pomposa y concurrida. Se les pusieron las coronas a los reyes y el novio bailó la tradicional danza Isaías, que consiste en dar tres vueltas al altar. Tras aquello regresaron a palacio, donde la pareja firmó su acta matrimonial civil griega ante el alcalde de Atenas y el presidente del Consejo de Estado griego. Las bodas fueron en castellano, griego y latín.
Los nuevos reyes recorrieron las calles hasta el palacio de Atenas, donde se celebró la recepción. Todas las ceremonias fueron transmitidas por televisión, aunque Franco puso una dura censura sobre las imágenes: se eliminaron las tomas donde aparecían los padres de Juan Carlos. Franco no asistió a la unión, sino que mandó a un representante, aunque en su dureza permitía algunas cosas para ‘Juanito’ pues aún no estaba de todo seguro si no tenía decidido si ese príncipe de sangre real española lo sucedería.
Juan Carlos y Sofía se fueron de luna de miel durante seis meses a recorrer distintas partes del mundo y en un punto conocieron al presidente de Estados Unidos que se desempeñaba en ese entonces, John F. Kennedy. Tras la muerte del dictador, se instalaron en el palacio de la Zarzuela y acudían a todos los eventos que podían bajo el título de los nuevos reyes de España. Sofía, pese a que se propuso aprender español, nunca pudo dominar totalmente el idioma y a sus hijos les hablaba solo inglés.
DIVORCIO
El cuento de hadas se acabó para ambos con el tiempo. Como marido, Juan Carlos resultó ser espantoso: sus infidelidades pasaron de ser disimuladas, luego abiertas, después frecuentes y finalmente, escandalosas. Para Sofía, siempre fueron humillantes. La reina se dedicó a labores de caridad, lejos del rey y a impulsar la ciencia, aunque se mantuvo formalmente junto a su esposo. Han pasado casi 6 décadas y se sabe que, si Juan Carlos no fuera el rey Juan Carlos y Sofía no fuera la reina Sofía, probablemente ya se habrían divorciado... pero como llevan coronas sobre sus cabezas, tienen muy poco derecho a decidir sobre sus vidas.