La mujer que desapareció por siempre tras afirmar que provenía de Venus y que había extraterrestres infiltrados en la Tierra
A lo largo del siglo XX, la cantidad de personas que creían firmemente en la vida extraterrestre y el contacto que habría establecido con la Tierra se multiplicó.
Sucesos envueltos en misterio, como el Caso Roswell de 1947, en el cual el propietario de una finca ubicada en Nuevo México, Estados Unidos, descubrió los restos de una aeronave no identificada con forma de platillo volador en su terreno, convencieron a miles de ciudadanos.
Los civiles que estudiaban el tema con más afición en dicho país organizaron diversos eventos a través de las décadas para reunirse con personas que compartieran sus creencias y proponer nuevas hipótesis que giraran alrededor de alienígenas.
En agosto de 1954, George Adamski, Truman Beturum y Daniel Fry, conocidos ufólogos en aquel entonces, organizaron una gran convención sobre OVNIS (Objetos Voladores No Identificados) en Monte Palomar, California.
La reunión juntó a personajes que diferían mucho entre sí. Había aficionados regulares al tema, testigos de avistamientos de OVNIS, agentes del FBI y periodistas.
No obstante, la aparición de una mujer que exhibía características extrañas, acompañada por dos hombres que mantenían un bajo perfil, atrajo la atención de los convocados en mayor medida que cualquier otra persona.
Dolores Barrios, como se la identificó posteriormente, destacaba entre la audiencia al momento en que Adamski exponía uno de sus mayores trabajos investigativos.
El ufólogo señalaba que seres extraterrestres provenientes del planeta Venus, en el que la temperatura puede alcanzar 453 grados celsius, habían invadido la Tierra hace años y que, de forma discreta, habían adoptado apariencias humanoides para pasar desapercibidos dentro de la sociedad y movilizarse por ciudades desarrolladas.
Para describir la forma en que se verían los alienígenas venusianos, el expositor exhibió la imagen pintada de una mujer que guardaba gran similitud con Dolores.
El cabello rubio, grandes ojos oscuros y un caneo alargado, ampliado en el área de la frente, eran las características que se podían observar también en Dolores, quien no se veía cómoda con los susurros provenientes de personas que la veían de reojo.
"¿Eres una venusiana?", llegó a preguntarle un hombre que había asistido a la convención. El sujeto señaló que Dolores no negó aquello y acotó que habían acudido al evento porque estaban interesados en el tema.
No obstante, la supuesta "venusiana" afirmó con seguridad que las alegaciones de Adamski eran ciertas, y que la mayoría de alienígenas asentados en la Tierra provienen de Venus, un planeta que se ubica a cuarenta millones de kilómetros de la Tierra.
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Las peculiares declaraciones de la joven mujer y la neutralidad de sus acompañantes impulsó al periodista brasileño, Joao Martins, a invitar al trío a conversar a solas y pedirles una foto.
En la charla con Martins, Dolores afirmó que ella era una diseñadora de modas en Nueva York y que sus dos acompañantes eran unos amigos, Donald Moran y Bill Jackmart, quienes habrían sido músicos.
Al día siguiente, Martins consiguió fotografiar a los tres y atestiguó cómo se marcharon hacia un bosque aledaño que envolvía la sede de la convención. Aquella fue la última vez en que uno de los tres personas fue observado.
Un extraño avistamiento de un OVNI despegando desde una zona del bosque, reportado por varias personas días después al evento, se adicionó a la incertidumbre que rodeaba todo lo relacionado al misterioso trío.
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Martins, asombrado, buscó información de la mujer en todo el país. no obstante, no la volvió a encontrar a ella ni a sus acompañantes. Tampoco halló evidencia de que la identidad que se había adjudicado Dolores era real, ni la de sus supuestos amigos.
Resignado a solo contar la historia, el brasileño la publicó en el semanario brasileño "O Cruzeiro" en octubre del mismo año, consiguiendo que se torne sumamente popular.
El caso se unió a otros incidentes que aún no cuentan con un desenlace apegado a lo que se considera normal y que, por el contrario, suscitan más preguntas en la cabeza de quienes estudian incansablemente el tema.