Ismael Hernández, el cubano que voló en un ala delta desgastado por casi dos horas para migrar a Estados Unidos

Durante casi dos horas, en compañía de un acérrimo amigo, Ismael Hernández voló sobre el vasto océano Atlántico en un ala delta, aferrándose a la esperanza de aterrizar en Estados Unidos.
Redacción Vistazo
Fotografía de Ismael Hernández.

Durante casi dos horas, en compañía de un acérrimo amigo, Ismael Hernández voló sobre el vasto océano Atlántico, aferrándose a la esperanza de aterrizar en Estados Unidos para iniciar una nueva vida fuera de Cuba, país caribeño en el que nació y creció.

Iban a bordo de un ala delta motorizada, que hasta ese entonces había sido el eje central de su trabajo, ya que la solía utilizar frecuentemente para ofrecer planes turísticos a visitantes en dicha nación, inmersa en una profunda crisis económica.

“Nosotros vimos tierra a la hora y 50 minutos de vuelo”, le contó Ismael a BBC Mundo. “Seguimos la línea de playa hasta que pude ver el aeropuerto internacional”, agregó el cubano, que con tan solo 28 años emprendió el arriesgado viaje.

Al igual que Ismael, aproximadamente 425.000 cubanos han arribado a Estados Unidos en 2022 y 2023, según la Agencia de Control Fronterizo de EE.UU. A diferencia de él, más de 7 mil, que generalmente parten en barcas, fueron interceptados por la Guardia Costera estadounidense, desde el 1 de octubre del pasado año.

Este éxodo se generó en el marco de la crisis caracterizada por la escasez y desabastecimiento de productos básicos como alimentos, medicinas y combustible, una inflación galopante, cortes eléctricos frecuentes y una dolarización parcial de la economía.

Nos íbamos a quedar sin trabajo, ya teníamos una situación complicada porque habíamos invertido todos nuestros ahorros en función de poder volar estos aparaticos (los alas deltas) con turistas, pero todo apuntaba a que íbamos a tener que cerrar”, contó Ismael, al revelar el motivo por el que decidió viajar de forma irregular.

Fotografía del planeador que utilizó Ismael para viajar.

Yo me gradué del colegio y casi que aprendí a volar estos aviones”, dijo el joven cubano, al explicar cómo consiguió maniobrar la pequeña aeronave para atravesar el estrecho de Florida. “Nos encargábamos de vigilancia, de revisar que no vinieran cargamentos de droga, solo labores de vigilancia”, rememoró.

Con la experiencia que obtuvo al formar parte de las tropas guardafronteras de Cuba, y aprovechando que debido a la reducción de nómina del Club de Aviación del Ministerio de Transporte de la isla él y quien lo acompañó eran, a veces, las únicas personas que vigilaban los desgastados alas deltas, Ismael partió y logró aterrizar en un aeropuerto estadounidense.

Una mujer descansa en el malecón hoy, en La Habana (Cuba).

“Ese mismo día (en que concibieron la idea) preparamos todo, conseguimos combustible, conseguimos hacer las modificaciones al avioncito para poder llegar y a la mañana siguiente, despegamos”, aseguró. La decisión fue tan apresurada y conllevaba tanto riesgo que ni siquiera le avisaron a sus familias.

“Me puse muy nervioso, muy tenso en ese momento en el que me di cuenta que solo veía mar y mar y mar, y que no había ni un pedacito de arena donde caer. Y se complica más cuando miras hacia abajo para ver olas de dos y tres metros”, acotó.

Los bomberos que acudieron rápidamente a su auxilio en el aeropuerto de Cayo Hueso, en Florida, se mostraron incrédulos ante la travesía de cientos de kilómetros. Ismael y su compañero, cuyo nombre no ha sido expuesto a petición suya, fueron detenidos y enviados a un centro de detención migratoria estadounidense, en el que permanecieron seis meses.