La militarización de Rusia en el Ártico que preocupa a EEUU y Europa

Redacción Vistazo
Los aviones rusos estacionados en Nagurskoye tendrán capacidad de cruzar el espacio aéreo y llegar a Groenlandia.

Mientras el mundo está distraído con la pandemia del COVID-19, Rusia afianza la conquista del Ártico, causando escalofrío a los norteamericanos, europeos y chinos.

El helado océano Ártico ha permanecido por siglos casi inexplorado. El hielo hace imposible la navegación, pero con el calentamiento global las cosas pueden cambiar. En las aguas que las temperaturas han comenzado a calentarse, se ha descubierto la existencia de combustibles fósiles y el primero que quiere aprovecharlas es Rusia, que posee la mayor extensión costera en el Ártico.

No solo el Ártico es una fuente económica, sino que puede convertirse en un área estratégica para el poderío militar. Y el gobernante ruso Vladimir Putin, que durante su largo mandato ha buscado reconvertir a su país para ser un jugador estratégico en la geopolítica mundial, ha gastado millones en lo que denomina la Flota del Norte, que controla el Ártico.

En enero, en la isla Alexandra del archipiélago Franz Josef, concluyó la modernización de la antigua base de Nagurskoye. Según el Centro Internacional de Estudios Estratégicos y Seguridad, CSIS, organización no gubernamental europea: “Aunque la función primera de la isla Alexandra es la de proveer a Rusia de un sistema de defensa aéreo y costanero, las nuevas capacidades de la base de Nagurskoye sugieren que tendrá un gran poder militar de ataque”.

Según analistas militares de Dinamarca, los aviones rusos estacionados en Nagurskoye tendrán capacidad de cruzar el espacio aéreo y llegar a Groenlandia, sin aviso previo. En la isla se encuentra la base militar estadounidense de Thule, un puesto clave en el sistema de defensa espacial y de misiles de Estados Unidos.

Hay preocupación también en la OTAN. “Las recientes maniobras militares en los mares de Barents y Noruega sugieren que Rusia está buscando expandir su capacidad de defensa en el Atlántico Norte”, añade el mismo reporte del CSIS.

“La Flota del Norte rusa realizó maniobras recientemente utilizando 50 bombarderos, 30 naves marinas, múltiples embarcaciones de superficie, submarinos y barcos abastecedores”.

Los militares noruegos creen que el objetivo final será el impedir el acceso de los países de la OTAN al mar Báltico y mar del Norte, afectando sobre todo a Noruega.

En la base militar están estacionados aviones MIG-31, SU-33 y SU-34. Los hangares tienen calefacción. Analistas estiman que están estacionados unos 2.000 hombres.

NUEVA DOCTRINA

Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética estableció la base de Nagurskoye, en el lejano archipiélago. La base contaba con un terraplén de nieve para los aterrizajes, una modesta estación de análisis climático y unidades de comunicación e inteligencia.

Sin embargo, cuando ocurrió el colapso del régimen soviético, quedaron apenas 46 personas encargadas de estudiar los cambios climáticos en el océano Ártico.

Pero, en 2008 Vladimir Putin revisó las posibilidades del Ártico y cambió su doctrina, asignándole gran importancia geopolítica para el futuro del país.

Decidió reconstituir la base de Nagurskoye como punto de avanzada para garantizar la protección de la costa rusa y la extracción de los minerales que se encuentran bajo el hielo polar. En esa concepción firmó con Noruega en 2010 un tratado de límites del mar de Barents.

Tan pronto estuvo vigente el tratado, comenzó a explorar petróleo y gas, justamente en el límite marítimo.

En la base de Nagurskoye se definió que habrían unidades militares permanentes, para lo cual se construyeron una pista de aterrizaje de 2,5 kilómetros y hangares para aviones MIG-31, SU-34. Los hangares tendrían calefacción.

Igualmente, se instaló un sistema de radares de última tecnología y una moderna batería antiaérea. Según manifestó en 2015 el ministro de Defensa Serguéi Shoigú: “Nagurskoye tendrá la capacidad de recibir todo tipo de aviones, incluyendo bombarderos estratégicos”.

En definitiva, con esta base dotada de lo último en tecnología, “Rusia ha aumentado exponencialmente sus capacidades de defensa aérea y marítima en el Ártico y en el Atlántico Norte. Lo preocupante es que puede limitar la libertad de Noruega y sus aliados en el mar del Norte”, concluye el reporte del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales.

Precisamente esa preocupación acaba de ser expuesta en un artículo en The Wall Street Journal. Con la base de Nagurskoye, la Flota del Norte tiene varias bases bajo su control, la más grande está en la bahía de Kola, cerca de la ciudad de Múrmansk a 1.300 kilómetros al sur de Nagurskoye. En Kola se concentran los submarinos rusos, que llevan la delantera en la exploración de las aguas profundas del Ártico.

Desde Nagurskoye, un avión ruso podría llegar a la base estadounidense en Thule (Groenlandia) en “una hora y a Nueva York en dos horas. Rusia está trabajando para utilizar el Ártico para retomar su estatus de poder y al hacerlo se ha convertido en una amenaza potencial, lo que había dejado de serlo en las últimas décadas”, le dijo al The Wall Street Journal Rebecca Pincus, catedrática del US Naval War College, experta en el Ártico.

En respuesta, Estados Unidos está planificando ubicar bombarderos de quinta generación en Alaska y defensas antiaéreas. Y hay pedidos en la OTAN para fortificar mejor a Noruega.

Pero la presencia rusa no solo tiene objetivos militares. Hay ambición para controlar una nueva ruta de comercio por el Ártico. Los campos de combustibles fósiles en la Siberia están exhaustos y el Ártico es la nueva frontera de la conquista.

Con el deshielo, los rusos descubrieron cinco islas y las han reclamado como suyas, llevan la ventaja... para susto de sus vecinos.