Incrédulos del cambio climático

Luis Medina
Incrédulos del cambio climático

En los medios se repite constantemente su larga lista de consecuencias, desde el descongelamiento de los polos hasta el aumento de las temperaturas en diferentes regiones del mundo. Pero pese a la evidencia, existe un grupo de escépticos que pone en duda que el calentamiento global exista.
 
Entre esta facción de incrédulos se encuentra quien es considerado como uno de los hombres más poderosos del mundo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
 
En noviembre de 2012, el magnate de la construcción, ahora líder máximo de la primera potencia mundial, escribió en su cuenta oficial de Twitter que ‘el concepto de calentamiento global’ fue creado por y para los chinos, a fin de hacer que la industria manufacturera americana no sea competitiva.
 
Trump preside el que era, hasta 2014, el segundo país con mayor volumen de emisiones de dióxido de carbono, superado únicamente por China, según información de la Comisión Europea. Y no está solo en su opinión. Varios de sus hombres de confianza, nominados a ser parte de su gobierno, también tienen visiones controversiales sobre este fenómeno. Quien dirige la Agencia Estadounidense de Protección Ambiental, Scott Pruitt, ha dicho que aún no hay “un acuerdo” entre los científicos sobre si el cambio climático es o no una consecuencia de la contaminación producida por el hombre. Igualmente, Ryan Zinke, secretario del Departamento del Interior, ha expresado que la ciencia “aún no ha probado” que exista el cambio climático.
 
Otros como Richard Perry, secretario del Departamento de Energía, creen que el calentamiento global es una teoría que no ha sido probada. Trump y su equipo están equivocados. La ciencia ha demostrado de manera irrefutable que el cambio climático existe y, en efecto, ha sido provocado por actividad humana. ¿Pero, de qué hablan los no creyentes? ¿Cuáles son los argumentos con los que contradicen a las personas que se dedican a estudiar el clima? Los incrédulos basan su postura en tres creencias que, de hecho, son fá- cilmente refutables con evidencia científica.
 
       
 
No es culpa nuestra
 
Un argumento recurrente es que el cambio climático no ha sido producido por el hombre, sino que se trata de parte del ciclo natural de la Tierra. Sin embargo, instituciones como la agencia espacial de Estados Unidos –es decir, la NASA– explican que las acciones del hombre han generado un aumento en la emisión de gases a la atmósfera a un ritmo nunca antes visto. Según información disponible en su sitio web, en 650 mil años, el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera nunca había superado las 300 partes por millón. Desde 1950, no obstante, este nivel ha subido sin parar hasta superar las 400 partes por millón. Este crecimiento, a criterio de los científicos, solo puede ser explicado por la intervención del hombre y sus maquinarias industriales. La NASA explica que es cierto que el clima de la Tierra ha cambiado naturalmente a través de la historia. Es más, el planeta ha pasado por al menos siete eras glaciales. El final de la era del hielo fue hace 7.000 años, marcando el inicio del clima moderno y con ello de la civilización. La mayoría de estas variaciones son atribuidas a pequeños cambios en la órbita de la Tierra, que alteraron la cantidad de energía solar que recibía el planeta. Pero el actual cambio climático es una tendencia que se ha desarrollado exclusivamente, y a un paso sin precedentes, durante los últimos años. Los satélites que orbitan la Tierra y las nuevas tecnologías disponibles generan evidencia de cómo el dióxido de carbono (producido por actividad humana) tiene la habilidad natural de atrapar calor en la atmósfera y cómo este fenómeno ha generado el efecto invernadero que calienta la superficie del mundo. Las consecuencias se pueden notar, por ejemplo, en que nueve de los últimos 10 años más calientes de los que se tenga registros hayan ocurrido desde 2000.
 
 
No hay consenso
 
Tampoco es cierto que no existe un consenso entre los científicos en su postura con respecto al cambio climático. Un estudio publicado en 2013 por la revista indexada Environmental Resarch Letters reveló, tras revisar 12 mil publicaciones académicas sobre el tema aparecidas entre 1991 y 2011, que de hecho el consenso es casi absoluto: el 97 por ciento de las investigaciones coincide en que el planeta se está calentando como resultado de las acciones del hombre. El secretario de Estado del gobierno de Donald Trump, Rex Tillerson, además sostiene que los modelos usados para proyectar el aumento de las temperaturas en la Tierra son inconsistentes. Tillerson, quien hasta el año pasado fue la cabeza de ExxonMobil –una de las petroleras más grandes del mundo– dijo dos veces frente a los accionistas de la corporación que “la habilidad de predecir el futuro (del clima) es muy limitado”. Dana Nuccitelli, científico ambientalista y articulista para el diario inglés The Guardian, explica que las predicciones científicas sobre el aumento de la temperatura en el planeta y el cambio climático han sido bastante precisas en los últimos 40 años. A diferencia de las predicciones de los escépticos, que siempre han apuntado a temperaturas mucho más bajas de las observadas.
 
 
 
No tiene solución
Quienes consideran que el cambio climático no es tan grave como lo planean los científicos también suelen creer que no puede ser corregido, debido a que las medidas para combatirlo son muy caras y por ende perjudiciales para la economía de los países que las apliquen. También sostienen que recurrir a energías alternativas que se alejen de los combustibles fósiles perjudicaría a los países en vías de desarrollo, cuyas economías se basan en la extracción de petróleo.
 
Este argumento también ha sido ampliamente rebatido por académicos. Incluso en una encuesta del Foro Econó- mico Mundial realizada a 700 expertos se concluyó que uno de los principales riesgos para las economías del mundo es la aparición de “climas extremos”, dado que las crisis generadas por sequías o inundaciones pueden contribuir a exacerbar tensiones geopolíticas, conflictos domésticos y regionales, y la migración involuntaria. Tampoco se puede decir que la búsqueda de energías alternativas y la reducción de la explotación de los combustibles fósiles sean más perjudiciales que el cambio climático, sostiene Nuccitelli, debido a que los países pobres son precisamente los más expuestos a tener problemas con los climas extremos y los que tienen menos recursos para estar preparados.